CAPITULO X

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Una semana, una semana ha pasado desde que por fin pude saborear el exquisito cuerpo de Alayna, una semana desde que mi deseo por ella solo ha ido en aumento, aunque  he podido poseerla dos veces, beberme su placer, calmando con sus labios la sed de mi cuerpo, llenándome de todos estos nuevos sentimientos. Una semana donde ella, ha logrado que mis pensamientos sean un cataclismo de ideas, me tiene completamente obnubilado.

Debido a un pequeño inconveniente en una de las empresas de distribución que poseo en Seattle, tuve que viajar hace 4 días para solucionarlo, requerían de mi presencia. No me ha sido fácil mantenerme alejado de Alayna y ciertamente, estoy en un punto donde quisiera tomar mi avión de regreso a NewYork e ir a buscarla. Sé que debemos hablar, me dejo muy en claro que ella no es mujer de una noche, ni mucho menos de tener una aventura de si porque si y peor aun con su jefe, pero yo en ese momento no quería hacer nada más que follármela,  perderme dentro de ella, llenarla de placer, por eso decidimos hablar a mi regreso, así yo tendría oportunidad de pensar lo que quería, lo que podría ofrecerle y además de aclarar para mí mismo toda la mierda que estoy sintiendo y me tiene tan confundido.

La verdad, esto me tiene la cabeza enmarañada, es increíble la forma en la que me estoy comportando, ni yo mismo me reconozco. Estamos en términos de amigos con derecho a besos, me hace sentir un jodido adolecente, pero al menos ya no me ignora como lo hacía, después de haber estado juntos por primera vez y haberla cagado de una forma monumental. Hemos pasado unos días entre coqueteo, pequeñas charlas y lo que ella llama, “meterse mano”, pero nada de sexo. -  ¿Pueden creer que yo haya estado haciendo eso? ¿Meterse mano? Yo quisiera meterle otra cosa…

Tengo la tarde libre (lo cual es un milagro), he intentado llamarla 3 veces a su celular, pero no me contesta. Llame a mi asistente Dayan, con la excusa de que necesitaba unos documentos sobre la campaña de Eternal Blue y aproveche a preguntarle por la Srta. Dávila, de la cual solo se me informo, que no había salido de su oficina en toda la mañana y como no quiero levantar sospechas, no quise preguntar nada más; así que, como ella se niega a  reportarse conmigo y antes de que empiece a cabrearme por su falta de consideración, me relajo recostado en el sofá de cuero de mi departamento, sin camisa, con un vaso de Bourbon en la mano y escuchando una selección de canciones de Michael Buble. No he podido dejar de darle vueltas a todo este asunto y como milagrosamente ando de ánimos, he decidido mostrarles como van las cosas en mi jodida mente. – Creo que escuchar esta música me está suavizando.

Voy a contarles un poco de mí, para que vean la diferencia de lo que soy, o lo que era, o si estoy cambiando… Ehh bueno, no sé…en fin,  no importa. El punto es que entenderán lo que esa loca desencajada está haciendo de mí.

Tomen asiento y relajen su cuerpo, porque esto, va a resultarles una epifanía. – Y por favor, no me toquen la moral…

Definitivamente, creo que puedo dividir mi vida en dos etapas: Antes y después de ella.

Antes, podría definirme como un cabron de ligas mayores, arrogante, presuntuoso, un jefe tirano (nótese el sarcasmo), poderoso amo del mundo, dominante, controlador, un hijo de puta con las mujeres; como diría mi estimado amigo Ian, todo un gilipollas con manual; claro, no es que ahora no lo sea, pero al menos ahora puedo decir que soy un cabron sincero y realista, al que se le están aflorando ciertos sentimientos. – Y todo por culpa de quien? Adivinen - Por supuesto que para ese entonces no podía verlo así, pero ahora, visto a posteriori, es tan claro, tan transparente, que el simple hecho de darme cuenta me enfurece. ¿Cómo pude ser tan imbécil, para no haberlo visto venir? – Es que hay que joderse – y todo por una malsana curiosidad de descubrir lo que está pasando conmigo. Esto me hace recordar ese famoso dicho que dice: El que busca, encuentra; pues bien, ya encontré lo que buscaba (y no es que me agrade mucho la idea, en realidad me jode), pero es lo que ahora me toca afrontar.
Después de tantos años de forjar esta impetuosa reputación, este tan galardonado premio al hombre más cabron e imponente, de ser el implacable CEO Dyland Dupont (y que conste que me llevo trabajo llegar a ello); viene ella muy insolente, de la nada y boom…todo empieza a evaporarse; mi mundo perfecto, ordenado y controlado, se pone patas arriba. ¿No es para estrangularla? Y para más inri, yo se lo permito. Ja – que mala leche.

IMPLACABLE ~ Saga: The Dupont's Brothers (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora