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03: « ¡Mi vestido se manchó! »
Era imposible borrar mi sonrisa, no podía olvidar que mi Justin me había alzado en sus musculosos brazos, ¡y no había sido un sueño! Incluso tuve que pellizcarme cuando se fue para saber si era real, ¡y fue real! Quiero caerme otra vez en sus brazos, pero esta vez para siempre y hasta la muerte.
—¡Hank, apresúrate!
Salí de mis pensamientos al escuchar a mamá gritar. Me coloque los zapatos y baje corriendo hasta la cocina por la curiosidad... Mmm, que rico huele y no es el perfume de Justin esta vez. En realidad el maravilloso olor venía de un pastel casero.
—¡Mami, pero que delicia! —chille de felicidad—. ¿Es para nosotros?
—No, cariño, es para Justin. Tu hermano Hank se lo llevara a su casa.
¡¿Qué?! De ninguna manera perderé esta oportunidad, ¡tenía que ir a su casa!
—¿Hank se lo llevara? —ella asintió—. Está bien, ya regreso...
En silencio camino hasta la habitación de mi hermano mayor quien se encontraba en su baño. De inmediato idee un plan para que se quedará en casa, ¿empujarlo de las escaleras? No, él era demasiado grande, no podría. ¿Incendiarle la ropa? Mm, tampoco, eso era demasiado cruel.
¡Ah, la tengo!
—Perdóname, hermanito —murmure—, pero tengo que ir a ver a mi futuro novio.
Baje hacia el sótano y busque la llave de su habitación, la saque de la caja de herramientas secreta, servía para emergencias y esta era una. Regrese a su habitación y me asegure que estuviera todavía en el baño, cuando fue así, le coloque llave a la puerta. Escondí la llave bajo mi cama y salí hacia la cocina.
—¿Hank todavía no lleva el pastel? Uy, se está demorando mucho.
—Lo sé, lo sé. ¡Hank, apúrate!
—¡Mamá, la puerta está cerrada! —grito mi hermano desde arriba.
Mamá se fue hacia el segundo piso y yo la seguí. Mi hermano le explico lo sucedido, mientras yo lamentaba que se quedará encerrado. Coloque mis mejores caras de preocupación, mamá fue a buscar la llave, pero no la encontró lo cual fue un problema, teníamos que esperar a mis otros hermanos para que ayudaran.
—El pastel se está enfriando —comento mamá.
—Sí quieres yo puedo llevárselo —sonreí de forma adorable.
—¡¿De verdad, cariño?! —asentí y ella me abrazo—. Eres un ángel, llévale el pastel.
—Está bien, mami. ¡Y sigue luchando, Hank! Tú puedes, hermanito.
Baje corriendo las escaleras, emocionada tome el pastel y las llaves del auto de mamá. Una vez que estuve en el auto, acomode todo y conduje hacia la casa de mi Justin, fueron quince minutos muy largos, pero valió la pena cuando me estacione frente a su casa. Acomode mi bonito vestido floreado, mi cabello y retoque un poco mi maquillaje, ¡hora de hacerlo babear!
