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27: « Eres un idiota »
Las palabras se repitieron en mi cabeza una y otra vez, y se convirtieron en cuchillos que iban directo a mi corazón.
—¿Estas bromeando, no...? —pregunte dolida.
—¡Pero no es lo que piensas!
—¡¿Entonces qué es?! ¡Explícalo ahora mismo!
Justin soltó un suspiro frustrado, y se pasó la mano por el cabello buscando una forma de calmar toda esta situación, ¡pero no iba a calmarme hasta que me explicara que estaba sucediendo!
—Yo, yo me fui porque no podía aguantar, no podía verte...
¿No podía verme? Esa es la peor explicación del mundo.
—No podía verte porque me sentía mal porque no hubiera un bebé, mi mente se hizo la idea de tener una familia por unas horas y me agrado... y el recibir esa noticia me dolió, Peyton —hablo, intentando no tartamudear—. Y entonces me encontré con Missy cuando salía del hospital, ella me ofreció su casa de campo porque ella justo se iba para allá, y yo... yo me fui con ella. ¡Pero es que necesitaba alejarme!
—¿Y no se te ocurrió llamarme? ¡¿No piensas que podía estar preocupada?!
—¡No, no pensé! ¡Solo quería alejarme de ti, de todo el tema del bebé porque soy un idiota! ¡Por qué cometí el error de estar contigo...!
¿Error? ¿Me acaba de llamar error? Sentí como las estúpidas lágrimas rodaban por mi rostro. Ahora mismo mi corazón estaba completamente roto. Mordí mi labio inferior para no soltar un llanto o intentar abofetearlo nuevamente. Como pude, pronuncie las palabras:
—¿Error...? ¿Eso es lo que soy para ti?
Justin otra vez se quedó callado... ¡a la mierda su silencio!
—¡Respóndeme! ¡¿Eso es lo que soy para ti?!
—¡Joder, haces que me altere, estoy arto! ¡¿Quieres saberlo?! ¡Sí, sí lo eres! ¡Desde que ingresaste a mi vida solo me has traído problemas, hiciste que mis malditos nervios se alteraran cada segundo!
¿Ese era Justin? ¿Ese era el Justin del que yo me había enamorado? No ese podía ser mi Justin, el que yo conocía jamás me hablaría de esa forma tan llena de ira, tan imbécil y como un patán.
—Pe-eyton, eso no es lo que quería decir, lo sien...
—¡Cállate! —lo interrumpí de inmediato.
—¡Pero estoy intentando...!
—¡Ya dijiste demasiado, ahora cállate!
—¡¿Lo ves?! ¡Esto... esto jamás debió suceder!
No, por favor, que se calle de una vez, que no siga.
—Tú y yo jamás debimos estar juntos, nos hubiéramos ahorrado todo este error.
