Capítulo I. El Viaje 2da parte.

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La primera persona que habló después de un largo minuto fue la señora Stefan - ¿Qué pasó realmente? ¿Hace cuánto se perdió el contacto con el avión? – Ella se encontraba al otro lado de la sala y caminó presurosa hasta el abogado.

- Hace quince minutos aproximadamente, a 500 kms. de la costa de Portugal. – Luego de manera sombría expresó– Creemos lo peor – pero luego agregó, mirando mi expresión supongo – aún así estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para encontrarlos.

Todas las miradas se asentaron en mí. No tengo idea como se vería mi cara desde fuera, pero parecía que era de embobamiento, ya que luego desviaron los ojos rápidamente hacia otros lados.     

No podía permitir que el pánico se apoderara de mí, así que cerré los ojos, respiré y exhalé suavemente y relajé cada uno de mis músculos – ¡Qué beneficioso era haber tomado clases de yoga a los doce años! – luego abrí los ojos.

- Muy bien – les comenté a todos – este es un tema delicado que necesitamos hablar y debemos mantener contacto con las compañías de rescate, la marina y qué sé yo. Propongo que los señores se instalen en el living. Tendrán todo lo que necesiten a su disposición y así conversaremos mejor. Nana – le dije volteando la cabeza a mi niñera – por favor, si acompaña a estos hombres…  

Por aquí – dijo presurosa mi nana. Todos caminaron en fila hacia el living. Yo me quedé un poco más en el recibidor.

A partir de ese momento todo se convirtió en un borrón, en algo poco nítido durante esos días… yo ya no tomaba mucha conciencia. Personas de todas partes entraban y salían de la residencia. Sólo fui conciente de pocos sucesos, como los diferentes tipos de detectives que frecuentaban mi hogar, policías, tanto de investigaciones como los normales, políticos y agentes del gobierno, todos ellos dándome las condolencias. Incluso hasta los periodistas se habían conglomerado a las afueras de mi casa, lo cual me molestó bastante.

Todos hablaban de “la pobre niña rica que había perdido a sus padres” o “cuál sería la cantidad de dinero que heredaría” o incluso, para mi disgusto, ponían esa cara de “pobrecita, en su propio cumpleaños quedar huérfana”. Ese tipo de cosas que los periodistas aprovechan en sus primeras planas. Odiaba ese tipo de comportamiento. ¿Por qué tenían que meterse en cosas privadas?, pero para mi mala suerte entre más pedía que lo dejaran, más cosas se exponían en los medios de comunicación.

La historia de mi vida…

 Aunque ya habían transcurrido varios días sin tener idea alguna sobre la localización del avión, la gente a mi alrededor no podía entender mi comportamiento. Cauto, tranquilo, serio, a veces inexpresivo.

Bueno, después de todo nadie se había dado cuenta que me había escondido tras una gran máscara, me había puesto una careta frente a mis emociones. Así era como me habían enseñado.

Aún así, no era pena lo que sentía, no tanta al menos. Mi relación con mis padres nunca había sido muy cercana. Todo lo contrario. No los veía tan seguido como cualquier niño o incluso persona. Creo que el individuo que más veía a mis padres era el señor Bull y tampoco estoy tan segura de ello.

El mayor contacto que tuve con el señor y la señora De León fue cuando nací, y yo diría que tampoco fue mucho, después de todo a los pocos meses de haber nacido mi niñera se hizo cargo. A veces me pregunto si fui más un estorbo que una bendición. Lo que sabía a ciencia cierta era que mi padre, al menos, quería un varón. Lo prefería, así “su hombre” continuaría con los negocios y no una mujer que siempre son miradas en menos.

Pasé mucho tiempo en mi pieza. Amplia y sobria de color crema, era el único lugar en donde realmente me sentía a gusto. En ese momento habían demasiados extraños en mi casa como para decir que era mía.

A-NeaWhere stories live. Discover now