Capítulo XX. Declaración.

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Un extraño deseo me recorrió el cuerpo y por más que mi cabeza decía que me detuviera de inmediato, mi cuerpo hacía justo lo contrario…

Le besé como si hubiera necesitado de él toda mi vida, como si supiera que no podría repetirse nuevamente…

Me tensé durante un instante y el chico lo notó, pero no se detuvo en absoluto, sólo suavizó el beso y se hizo mucho más dulce en mi boca. Tampoco hizo intento alguno por separarse de mi, todo lo contrario: una mano me aferraba fuertemente de un brazo y la otra recorría mi espalda produciéndome escalofríos por donde acariciaba.

 Mi corazón latía frenéticamente y estaba fuera de si. No tuve más remedio que admitirlo: algo que estuve evitando durante demasiado tiempo y que no quería reconocer… Yo le quería.

Le quería más que a un hermano, eso era obvio, y no podía aceptarlo. Por Pietro, por Zhuli; bueno, no sé si tanto por ella, y  sobretodo por la palabra que se me venía a la mente: “incesto.”

Sabía perfectamente que no era así pero como había dicho Acqua un tiempo atrás: “¿te imaginas que los hijos adoptivos de la persona más importante del pueblo tengan un amorío?” Esta relación, definitivamente no sería aceptada.

Tenía que pensar en algo, en hacerme la tonta y justificarme que no había sido mi intención besarle.

Separé mis labios de los suyos con pesar y lo único que se me ocurrió hacer fue tararear una estúpida canción.

- La lala la lala la… - parecía una loca.

Me quedó mirando un momento divertido para luego decir – Este… ¿Sofía? Tengo que… – y miró mi boca. Se puso algo colorado.

Muy a mi pesar yo también me puse muy roja.

- …lala la lala la – continué, tenía que pensar en algo para responderle… ¿pero qué le diría? No deseaba que me preguntara nada, menos aún que me dijera algo que no quería escuchar…

- ¡Aw! – exclamé, sintiendo una pequeña quemazón en mi espalda que me hizo gritar más de extrañada que de adolorida.

- No cambies de tema... – dijo Bastian.

- No es eso… - contesté yo y comencé a levantarme el chaleco para ver de donde venía ese dolor.

- Mmm… Sofi – empezó – Hay lugares más cómodos para hacer “eso”. –

- No seas ridículo – le espeté mientras ponía los ojos en blanco y traté de girarme – He sentido que algo me quemaba en la espalda y no puedo verlo.-

Me di la vuelta para que pudiera ver qué era lo que se supone que me había picado porque juraba que había sido un insecto, aún sabiendo que no debería haber pasado puesto que en este lugar no había ningún tipo de vida animal; vertebrados o invertebrados.

- ¡Wow! Sofi… – comenzó a decir a mis espaldas - ¡Felicidades! -

- Habla en cristiano – le reté.

- Es la marca – seguí mirándole sin entender - Has desarrollado el don del agua…

- ¿Qué? –

No podía creerlo pero Bastian me movió un poco para que pudiera verlo por mi misma. Esto de la contorsión me iba mal y tenía que estirar mucho mi cuello para alcanzar a ver que a la altura de mis caderas cerca de mi espina dorsal se encontraba un pequeño círculo, y dentro de él un dibujo de una gota con un diminuto remolino, el mismo que había en el cuadro a la entrada de la escuela.

- ¿Cómo llegó eso ahí? – le pregunté desorientada.

- Cuando completas el dominio de un don, este queda marcado en tu cuerpo con un pequeño símbolo. Mira… – y comenzó a subir su sweater para mostrarme una pequeña marca que tenía muy cercana al ombligo. No me había dado cuenta que la tenía ahí, era obvio que no me iba a fijar especialmente en una cosa en especial sino en el “contenido completo”, y sin embargo ahí estaba. Era pequeña, su circunferencia no era más grande que un par de centímetros y en su interior tenía una especie de raíz con un remolino.

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