El escorpión del desierto II parte

931 97 11
                                    

– Tsunade-sama – exclamó Shizune antes de terminar el completo relato que le enviaban los enviados a la aldea de la arena

La mujer volteo y miro hacia su tranquila aldea, de seguro este espectáculo no se apreciaba en el desierto.

– dime Shizune¿han sabido algo de Gaara después de que se enterara de la noticia?

– No, según lo que me dijo Sakura, Naruto fue a comunicarle.

– Ya veo – sonrió de lado - Fue el indicado, eso quiere decir que él no se ha despertado por completo

Movió la silla de su escritorio y se acomodó mejor al mirar las fotografías y los pergaminos que venían de la aldea de la arena, entre estas estaba la imagen de Sabaku no Gaara.

– ¿Qué quiere decir? – preguntó asustada la morena ante aquella declaración que la dejo confundida

– Veras…un demonio al pasar tanto tiempo cerca de un humano se va de alguna manera fusionando con su portador, es una manera de convivencia, es como te acostumbras a alguien aunque en un principio sea un intruso.

– ¿Se hace parte de él? – preguntó

– Por decirlo de alguna manera, sus características se suavizan y pasa a ser como un acompañante del portador, si por alguna circunstancia se llegara a desatar todos los sellos…volvería a su estado inicial.

Los ojos castaños de la Hokage miraron el florero en su mesa centrando su atención en la blanca flor que estaba perfumando con su aroma la habitación, le recordó a la mayor de las Hyuuga.

– Es como un despertar después de un largo tiempo

– Eso no es lo peor, me temo que la situación se vuelve más delicada si se desata por emociones más fuertes. – reflexiono Tsunade

– Pero…que pasará con la aldea de la arena

– Shizune, envía algunos ninjas hacia allá, creo que es un plan para eliminar a Gaara.

– Pero…

– La política y las ansias del poder a veces pueden más, apresúrate.

La mujer rubia observo de nuevo la flor, y espero a que no se desatara todo por completo, el kazekage iba a ser Gaara, pues ella sabía que era lo mejor para la otra aldea. De seguro había alguien que no quería que ocurriera así.

Antes de que pudiera decirle a Gaara sobre los pequeños incidentes que estaban provocándose en la aldea, el pelirrojo desapareció en un conocido remolino de arena, Naruto alcanzó a gritarle.

– Estaremos como refuerzos Gaaara¡no te preocupes!

Gaara abrió los ojos y luego los entrecerró, aspiro el olor seco de la arena y dejo que su propia arena que burbujeaba se derramara y bajara por su espalda hasta llegar junto a la arena del desierto, esta vez cerrando sus ojos y provocando que toda la arena temblara, dejando que se mezclara toda con el entorno, formando miles de remolinos alrededor.

Shukaku lo observó, deduciendo lo que estaba haciendo, al mezclarse con la arena común podría viajar a miles de kilómetros y ubicar a quien deseaba buscar, nunca había visto una técnica así, pero Gaara era sin duda el mejor para intentarlo, pues su dominio con la arena siempre fue fuera de lo normal entre los ninjas.

"Está a unos cuantos kilómetros, puedo tener un margen de error"

"Te parecerá que voy a sonar sobreprotector pero no gastes mucho chacra, aun no te sobrepones del todo"

Le pareció muy extraño el comentario del mapache, aunque no iba a ser caso cuando encontrara al peliverde.

"lo que digas"

Gaahina luna violeta en desierto sangriento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora