Capítulo 16

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Tomen su limonada.

Había estado lloviendo durante toda la tarde, incluso luego de que él sol se ocultó y la luna apareció entre unas cuantas estrellas, tal vez las demás estaban cubiertas entre las nubes y eran poco visibles por la densa neblina que rodeaba el castillo.

Observaba las gotas caer a través de una de las grandes ventanas de la sala principal, me gustaría contarlas, pero era imposible. En el bosque se escuchaban los rayos caer, lo que me daba un poco de nerviosismo al generar un fuerte eco dentro de todo el castillo.

En realidad no era fan de la lluvia, prefería una de esas noches con el cielo despejado, un poco ventoso y también frío, en las cuales solo quieres beber chocolate caliente, acompañado con galletas y acurrucarte en tu cama para ver algunas películas.

—¿Te gusta la lluvia?— Jimin me abrazó por la espalda, dejando su manos descansar sobre mi abdomen y su barbilla sobre mi hombro derecho, para luego besar mi mejilla.

—No mucho.

—A mí me gusta, me hace sentir vivo— dice de pronto con una sonrisa un tanto nostálgica.

—¿Por qué lo haría?— le pregunto ahora curiosa, recordando las veces anteriores en las que había llegado empapado de pies a cabeza.

—Causa una sensación indescriptible en mí. Las personas huyen de la lluvia, como si estas más bien fuesen de fuego o les produce tristeza, pero yo las busco, quiero que se deslicen sobre mí, no importa si son frías o me van a hacer enfermar, pero me dan alegría, como las aves que vuelan en el cielo con libertad, puedo sentirlas y eso es suficiente para que me den la impresión de que sigo aquí. Algunos dicen que después de la tormenta llega la calma o se asoma el arcoíris, pero yo quiero que mi tormenta sea eterna, Soo Min.

Me giro, deshaciéndome de su abrazo y lo veo impresionada. Nunca antes se había expresado de aquella manera. Sus palabras eran tan profundas y sinceras, además tenía un brillo especial en sus ojos aquella noche.

Se acercó un poco a mí y me besó con rapidez, como en la mayoría de ocasiones.

—Debo salir un momento. Voy a traerte dulces— me sonríe y no hago nada más aparte de asentir.

Me resultaba curioso que quisiera salir, y más cuando llevaba escasos minutos de levantarse. Jugó toda la tarde con los perros, mientras el gato los contempló a lo lejos cuando yo le acariciaba la panza y recibía unos cuantos mordiscos.

Jimin no dormía en las tardes, pero había terminado demasiado exhausto, tanto como el perro más viejo a pocos minutos de comenzar a jugar. Comenzó corriendo, pero poco a poco la velocidad se fue reduciendo, hasta echarse en el césped y negarse por completo a levantarse y seguir jugando con su insistente dueño, el cual terminó aceptando que el animal era terco y estaba muy viejo como para seguir con esos juegos.

La puerta cerrarse me sacó de mis pensamientos. Pensé en pedirle a Jimin que me llevara con él, pero por mi mente pasó la idea de que tal vez quería visitar a sus padres y mi presencia se le haría incómoda.

Me dirigí a mi habitación, cepillé mis dientes, me coloqué una pijama y me acosté a dormir. No sentía que podía hacer mucho en aquél lugar, incluso mis deseos por bailar estaban en decadencia.

Aunque algunas veces pensaba en recorrer el lugar, como ya lo había hecho antes y no sé, sentía que debía haber tanto detrás de aquellas puertas cerradas bajo llave, el problema es que no podía abrirlas y me quitaba las ganas de hacer un nuevo intento de curiosear por el lugar.

La cama se hundió y abrí mis ojos sin siquiera moverme, pero el olor a Jimin invadió mis fosas nasales. Usaba una fragancia tan suave y dulce, la conocía a la perfección, por lo que cerré mis ojos nuevamente.

Play with me // Jimin // En ediciónOnde histórias criam vida. Descubra agora