Sana y Tzuyu habían terminado de ver la película. Tzuyu le contaba a Sana lo increíble que había sido mientras Sana se frotaba los ojos por la increíble siesta que había tomado.
—Tzuyu—dijo Sana—, tengo hambre; vayamos a comer—dijo con ojos de cachorro. —¿Y qué?—dijo Tzuyu—, ¿crees que yo pagaré? Sana volvió a mirar a Tzuyu con esos tiernos ojitos. —Bah, eres increíble—dijo Tzuyu—; está bien, yo pagaré. La mayor sonrió.
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Ya habían pedido lo que iban a comer, y en la espera, matarían el tiempo conversando.
—¿Que harás mañana, Chewy?—preguntó Sana. —Supongo que hacer tareas—respondió Tzuyu. —Siempre haces tareas, tienes que pasar más tiempo conmigo—dijo Sana. —Siempre estamos juntas, Sana—dijo Tzuyu—. Más bien, tú siempre te me pegas y siempre quedamos estando juntas. —¿Y te gusta estar conmigo—preguntó Sana. —¡Claro que sí! Eres mi novia, ¿cómo no me gustaría pasar tiempo contigo?—confesó Tzuyu. Definitivamente, eso fue lo más cursi que dijo Tzuyu hasta el momento para Sana.
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