Iluminar

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Si de tormentas hablamos ella era el trueno, y yo sólo el rayo.

Todo el mundo la notaba llegar.

Le encantaba llamar la atención, que la escucharan, que la sintieran, ser el centro del espectáculo.

Yo en cambio era la silenciosa.

Esa de la que pocos se percataban.

Esa cuya presencia podía pasar desapercibida.

Hay quienes aman los truenos sus estruendos.

Por que los comparan con el crujir de la nubes, porque les movilizan las entrañas, porque hace que se les ponga la piel de gallina.

Ella era así.

Y sin embargo era sólo eso:

Puro ruido.

Pero amor mío si de tormenta hablamos, déjame decirte que el rayo no sólo deja marca:

También ilumina.

A través de mí Where stories live. Discover now