Días llenos de nada

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Hoy mi cielo llueve.
Se tiñe de gris.
La ciudad, silenciosa, se ha convertido en un cementerio.
No hay más risas.
No hay más “buenos días, cariño”.
Todo ha muerto.
Y a mi lado, la soledad susurra tu nombre.
Y las nubes no cesan de gritar.
Retumban por lo alto y cubren el sol.
Creo que lo he perdido para siempre.
Ese sol que asomaba por tu sonrisa.

Camino por las calles desiertas en busca de la esperanza.
Deambulo como un lobo solitario por doquier. Pululan los bares desiertos y todas las plazas se han secado.
Ni un diluvio puede darles vida nuevamente.
La muerte camina, plácida, por el mundo; mi mundo.
Hace tiempo que llevo buscándolo.
Pero por más que lo hago, no logro encontrarme con su mirada.
Rehuye de mí como un río siguiendo la corriente.
No hace falta decir que yo soy ese pez que nada en dirección opuesta.

Hace tiempo que perdí mi nombre.
Quedó impregnado en tus labios.
Lo vi por última vez en 1ro de año.
Nadie sabe qué sucedió después.
Ni siquiera yo lo sé. 
Juraría haberlo visto errando por las tabernas y los clubes nocturnos, pero no estoy segura. También he olvidado el camino a casa.
Perdí mis pasos en la búsqueda de su corazón. Ahora sólo me desplazo a través de recuerdos y pedazos de viento que soplan en el vacío.
Y justamente ahí es donde tengo mi hogar.

A través de mí Where stories live. Discover now