Capitulo 27 Laura

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Dedicado a AriadDa gracias por el amor que le das a Pablo y Laura ♥

El sol entraba tímido por la ventana, como pidiendo permiso para hacerlo.
Me removí en la cama intentando volver a pegar ojo, pero no pude, cada vez que intentaba dormir el recuerdo de anoche logra distraerme.

La situación en la que me vi envuelta  con Pablo se reproducía una y otra vez en mi cabeza como si fuera una mala  película.

Me tape la cara con las sabanas y resople fuerte…, sabía que podía llegar a terminar todo mal, nuestras personalidades eran totalmente distintas, nuestra manera de vivir la vida, la manera en la que vemos el mundo es totalmente distinta pero jamás me imagine el concepto que tendría de mí. A sus ojos soy capaz de lastimar a alguien por el simple hecho de no ser correspondida. Capaz de lastimar a la persona que alguna vez ame.

Justo él me juzgaba de esa manera, él que sabía toda la historia  casi con lujo de detalle, él que fue el único capaz de lograr que me desahogara sin vergüenza  y aún así pensaba mal de mí.

Unos golpes chiquitos a la puerta hicieron que saliera de mi escondite temporal

— ¿Se puede?— era la voz de mi mamá la que se escuchaba del otro lado de la puerta.

Y es que anoche tuve que salir huyendo de mi casa. Escuchar a Pablo del otro lado no ayudaba en nada. Sin contar que él se encargo de llenar todo mi departamento con sus recuerdos.
No podía acostarme a llorar tranquila porque mis sabanas aun conservaban su perfume.
No podía ir a darme una simple ducha porque me lo imaginaba del otro lado aconsejándome como debía dejar que el agua corriera para no morir congelada. Así que mi casa  se convirtió en una especie de santuario de recuerdos, donde ya nada sería igual.

Fue así que llegue a la casa de madre.

Se llevo un susto de muerte  la pobre. Apenas abrió la puerta me tire a sus brazos y me largue a llorar.
Intentaba preguntarme lo que me sucedía y yo no podia  responderle porque me ahoga con mis propias palabras.

Cuando comprendió que no había daño físico si no emocional, se tranquilizó.

Tiro un mecho de  mi pelo hacia atrás y beso mi frente

— Sea lo que sea cielo, va a pasar— sorbí por la nariz y trate de secar un poco mis lágrimas

— Mamá…, me enamore como una idiota— y otras vez el llanto

— Amor es qué así se enamoran las mujeres inteligentes.

Después de de un té caliente, de mirar juntas sentadas en el sillón Orgullo y Prejuicio fue que volví a mí antigua habitación para dormir.
Lo bueno que tenía Alejandra era que no hizo más preguntas, ni intento sacar el tema nuevamente, solo se encargo de que me sintiera mejor

— Pasa mamá, ya estoy despierta — abrió la puerta lentamente, asomo la cabeza y me sonrío sin mostrar sus dientes

— ¿Vas a ir a trabajar cielo? ¿o preferís que llame y avise que te sientes mal?

— Voy a ir. Ya me levanto. — hice lo que dije mientras ella seguía allí parada, evaluando sí en verdad me encontraba en condiciones de hacerlo.

— Ok. Te preparo un rico desayuno ¿Y Lau?— levante la cabeza para mirarla  
— Si te hace llorar no vale la pena

Cerró la puerta y me quede pensando en eso

<Si te hace llorar no vale la pena>

Y es que tiene razón. El amor no debía doler, debía ser algo puro, algo que llene de luz tu vida y no al revés.
Y comprendí con esa sola frase que con Pablo sufriría más de lo debido y…, no valía la pena.

Ya habíamos empezado mal. Y lo que mal empieza mal acaba.

Desayune sentada en la cocina, mirando hacia la ventana que daba hacia el patio trasero.
Allí aparte de haber  un jardín lleno de flores que mi mamá se encargo de plantar y cuidar durante todo estos años, estaban unos columpios que pusieron para mí en su momento…
Es triste imaginarte jugando de niña a la mamá,  a la maestra o a la doctora de manera distraída sin saber que esos iban a ser los mejores años de tu vida.
Que ser inocente era un privilegio en este mundo.
En ese momento tu mayor preocupación era que te invitaran a los cumpleaños de tus compañeritos de la escuela. 
Y jamás nadie te dijo que los golpes en las rodillas por los que en su momento llorabas iban a ser menos dolorosos que los golpes al corazón.

Agradecí haber tomado las cosas que necesitaría para hoy en el trabajo antes de salir de casa.
Evite el mal trago de tener que volver y quizá encontrarme con mi vecino.

Cuando llegue  a la editorial recién empezaba a ponerse en movimiento.
Tuve todo el tiempo del mundo para ordenar mi despacho, acomodar pequeñas cosas que no estaban en su lugar.

Escuche llegar a Emiliano y como este discutía acaloradamente con alguien por teléfono.
Un golpe seco que hizo temblar las paredes para cerrar la puerta de sus despacho me saco de la duda…estaba realmente molesto.

Me di a la tarea de responder uno por uno los E-mails que llegaron a la editorial durante el fin  de semana. Marcando aquellos que serian respondidos y tomados en cuenta y borrando los demás.
Les conteste a aquellos escritores a los que sus obras iban a tener la oportunidad de ser revisados  y a otros solo me encargue de reenviar un mail ya redactado donde le dábamos las gracias por confiar en la editorial pero que en este momento no estábamos tomando nuevas obras, pero que volvieran a intentarlo en otro momento.

Hice una pausa cuando mire mi reloj y ya era el horario del almuerzo. Salí de mi despacho feliz con el taper que Alejandra había preparado para mí. Donde había ensalada cesar que tanto me gustaba y pechugas de pollo. Por fin no iba a comer algo de la máquina expendedora.
Al entrar al comedor  este estaba vacío a excepción de Emiliano que se encontraba sentado en la mesa del fondo tomando un café notablemente frio perdido en sus pensamientos. Miraba fijamente la mesa y daba vueltas una lapicera en su mano. Por poco no le sale humo por las orejas.
Estaba tan metido en su mundo que no noto mi presencia hasta que no me senté justo frente a él.

— Hola — salude con timidez— ¿Estás bien?

— Hola Lau— había cansancio en él. No solo en su voz si no también en su mirada— si todo está bien, solo inconvenientes en la editorial que espero solucionar antes de las cinco de la tarde.

— ¿y…, puedo ayudar?— negó con la cabeza distraídamente hasta que dejo de hacerlo y de golpe el brillo habitual volvió a sus ojos

— Sí, puedes— sonrió ampliamente, haciendo que se le marcaran unas patas de gallo alrededor de sus ojos— tenes que viajar Laura.

— ¿Qué?— respondí un tanto brusco — ¿A dónde?

— A Brasil. Vas a ir en representación de la editorial a la feria internacional del libro.

Eso era lo que tanto espere desde que entre aquí hace tres años. Una responsabilidad de verdad, algo realmente bueno.

— ¿Qué tengo que hacer?— pregunte segura. Iba a demostrar que por más que me pillara de sorpresa estaba segura de ayudar a la editorial

— Ir en busca de Ivo Morales. Tenes que convencerlo de que somos su mejor opción para publicar su nueva novela.

Chau a mi sueño de crecer en este trabajo, en esta editorial. Ir en busca de Ivo Morales era como pedir que lloviera en el desierto.
Él era el escritor de romántica/erótica del momento. Todas, absolutamente todas las editoriales pedían por el derecho de publicar una de sus novelas.

— Eso es una misión imposible Emiliano y lo sabes— puso sus manos sobre la mesa y tomo las mías

— Confió en ti Laura. Sé que puedes hacerlo

Brasil… ¿Allá vamos?




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