2.La casa

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Termina el insti y voy de camino de vuelta con África, las dos vamos calladitas, pensando en el día de hoy. Repasemos el día de hoy, he visto a mis amigos, he vuelto a mi rutina diaria... Lo que se dice un día productivo. Ir por el principio de mi barrio es casi como estar en uno rico, se parecen mucho, pero al final de él se encuentra la gente que tiene tan poco dinero que no se ni como se mantienen. Yo perfectamente podría vivir en el barrio rico, pero mi madre dice que en el momento en el que nos mudemos nos creeremos superiores a los demás sin serlo. Llegamos a casa de África y me despido de ella.

-Chao buenorra.

-Adiós buenorra.

Llegar a mi casa es como un maltrato, tengo que comer sola, compartir servicio con mi hermana, y encima mi hermana coge el mando de la televisión y no puedo ver lo que quiero. Las primeras peleas del día empiezan solo cruzar la puerta.

-¡Mamá! ¡Ya ha llegado la idiota de mi hermana! -grita mi hermana desde el sofá.

Me parece un momento apropiado para arrojarle la mochila en la cara y ver que pasa. Mi mochila morada viene cargada de los libros que me han dado hoy, necesito bastante fuerza para levantarla incluso. En el momento que le llega a mi hermana en la cabeza mi madre viene asomando por el pasillo y ve mi buen lanzamiento que será recompensado con un buen castigo, cosa que no había pensado antes de arrojarla. La mochila impacta en ella de lleno y la tumba en el sofá. Mi madre lo ve todo y me excuso antes de que la mochila vuelva a mi.

-Me ha insultado.

Mi hermana rompe a llorar y ahora parece una niña de su edad, una niña de siete años. Ahora que la miro a los ojos que normalmente son azules oscuros y están de un azul casi transparente y con esos rizos rojos que le rodean su cara redonda llena de lágrimas por haberle hecho daño, me siento una mala hermana. La quiero mucho pero a veces puede ser insoportable.

-Me da igual, si te ha insultado no te ha hecho tanto daño como tu a ella con la mochila.

-Virginia te odio, no quiero volver a ser tu hermana.

-Blanca, no le digas eso no te queda mas remedio que aguantarla. ¿Y tú por qué sigues aquí? Ve a comer, luego para tu habitación y no salgas de ahí en toda la tarde.

-Pero mamá yo...

-Ni pero, ni pera, vete.

Entré pasillo adentro hasta la cocina, me senté delante del plato recién sacado. Moví los garbanzos de un lado a otro; el madrugar, el día del instituto y ahora esto, me ha dejado cansada y sin hambre. Dejé el plato y me fui a mi habitación, ¿Y ahora qué? ¿Qué hago toda la tarde encerrada en la habitación sin nada que hacer?

Estaba tan aburrida que me puse a ordenar mi armario tenia la ropa ya ordenada pero aún así me puse a ordenarla en: ropa para el instituto, para salir con mis amigos y para el campo. Una vez ordenado, que tardé lo mio, me puse a ordenar el escritorio. Yo suelo ser una chica muy ordenada pero con esto de buscar las cosas para la vuelta al instituto estaba todo desordenado. Estaba tan aburrida que ordené mis libros por orden alfabético. Cuando terminé me tumbé en mi cama, solo eran las siete ¿Ahora qué hago?

Empecé a darle vueltas al chico nuevo, lo único que sabía de él era su nombre, Miguel, ni idea si era de los ricos o de los pobres. Solo había tenido una oportunidad de verlo en todo el día y lo único que más me llamó la atención fueron esos ojos que no se exactamente si quiera de que color son ya que cuando no le daba la luz eran marrones, y cuando si le daba eran azules o verdes. Diría que soy daltónica pero soy una persona que distingue los colores muy bien, pero esos ojos me superaban...

Pensando en Miguel me había ido a otro mundo, y para cuando mi madre me llamo para decirme que el cuarto de baño estaba libre había pasado casi una hora.

Este verano coloqué una radio en el cuarto de baño para escuchar MegaStar.fm, que era mi emisora de radio favorita, para escuchar música mientras me duchaba. Hoy la puse a todo volumen para que la música no me dejara irme a mis pensamientos y terminar rápido. Por muy fuerte que puse la música me fui pero no el tiempo suficiente como para pensar en chicos, eso era lo último en lo que quería pensar.

Cuando por fin terminé, me puse el pijama, recogí la ropa y la eché al cesto de ropa sucia. Bajé a cenar pero me esperaba la escena más hostil que una persona pudiera imaginar. Mi hermana con un bollo en la cabeza y mala cara, y mi madre... bueno mi madre me quería tragar con la mirada, si las miradas matasen, estaría muerta.

Nadie habló durante toda la cena, las únicas palabras que salieron de alguna boca fueron 'pasadme la sal' y mucho que fue.

Salí corriendo de allí en cuanto pude y me volví a encerrar en mi cuarto. Ordene mi mochila para el siguiente día. Ahora sabía que me quedaba unos largos 9 meses de estudios por delante, y una larga temporada castigada por lo que había hecho.

Caí rendida en la cama y me puse a mirar Twitter, yo era una de esas personas que sólo retwiteaban, daban los buenos días y las buenas noches. Di las buenas noches a Twitter y me acosté. No quería pensar en nada sólo dormir pero me era imposible y acabé imaginando historias que me encantaría que me pasasen pero que nunca me pasarían lo sabía, mi teoría es: si lo imaginas no sucede, y siempre funciona. Al cabo de horas imaginando historias conseguí dormirme.

Me encontraba en el final de mi barrio, rodeada de gente que conocía pero que en ese momento no sabía quienes eran. Me mire a mi misma, iba entera de negro con algunos agujeros en la ropa y tenía un arma en la mano, como todos los que me rodeaban. Estábamos todos haciendo una barrera, y por el principio de la calle venían personas con mejores armas que las nuestras y vestidos de azul. Nos comenzaron a disparar y nos disipamos. Nos escondimos tras cajas y comenzamos a disparar. Yo no se como conseguí darle a algunos que cayeron. No dejaban de venir y los mios cada vez eran menos, caían como moscas. En ese momento reconocí a algunos de mis amigos, me quería morir, estaba en medio de un tiroteo y mis amigos estaban presentes, esto cada vez era más difícil de soportar. Cada vez estaban más cerca, ese momento distinguí a alguien en el otro bando, Miguel.

Miguel apunto cerca de mía, a alguien que tenía al lado y ni me había fijado quien era, Juanje, no había otra persona en el mundo a quien disparar, no, tenía que ser él. Miguel apretó el gatillo y la bala le atravesó la cabeza.

-¡JUANJE!-grité a la vez que me despertaba de ese horrible sueño.

Me quedé en silencio comprobando que mi madre no se había despertado. Cuando pasaron los minutos y no escuchaba nada comencé a llorar en silencio; no podía quitarme la imagen de una bala atravesando la cabeza de Juanje. Cogí el teléfono y miré la hora, eran las 4 de la mañana, no era hora de llamar a nadie por muy preocupada que estuviera. Volver a dormirme sería imposible, menos sin saber si estaba bien. Al final lo llamé. A los 5 toques lo cogió.

-¿Vir, Virginia? ¿Qué, qué pasa? ¿Estas bien?-tenía pinta de seguir dormido.

-Si, es solo... siento haberte despertado... quería comprobar si estas bien. ¿Estas bien?

-Si... ¿Virginia podemos hablar ya mañana?

-Si, esto... perdona, sigue durmiendo, hasta mañana.

-Si... hasta mañana. -dijo entre un bostezo.

Ya estoy tranquila, esta bien, a salvo. Genial. Y ya conseguí dormirme. No tuve más pesadillas en lo que quedó de noche, eso esta bien.

Sin Vuelta AtrásWhere stories live. Discover now