9 Y sentirás una nostalgia tan demoledora que tu pecho se convertirá en acero.

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Nunca platicaron sobre lo que ambos hacían. Sobre lo que la azafata hacía, sobre lo que el chico hacía. Nunca se dijo nada. Ambos decidieron hablar de libros y poesía en medio de un bosque aterrador (aunque nunca se fijaron en lo aterrador de todo lo que los rodeaba).

Ha llorado.

Un río.

—Es un adiós, señorito Gregory. Espero que sus estudios en Juilliard sean fructíferos. Recuerde saludarme a Susan, ¿okay? Tenga este libro, no lo lea hasta que pise el instituto, ¿lo promete?

Si supieran cuántas lágrimas está guardando en este momento. ¿Cómo se puede lograr algo así? Es como meter un mar en los párpados de alguien. Es imposible.

—Lo prometo. Y usted no olvide darme su nombre algún día. ¿Me escuchó? Escríbame, respóndame en cartas, aunque se la pase escuchando a su Coldplay y su música del futuro.

—Okay. Nunca.

—...Pero después.

Pero después es solo un susurro.

Pero un susurro que se siente como un grito desesperado al final de un muelle.

Nunca le dio su nombre.

A él se le olvidó que:

1) Ella siempre volaba.

Y a ella que:

2) Él era imposible de olvidar.

NUNCA [PERO DESPUÉS]Where stories live. Discover now