Me vuelves loca

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Lauren, aprovechando que su alumna iba mirando su alrededor, entrelazó los dedos con los suyos, deseando con todas sus fuerzas que la otra no apartase la mano. Miriam estaba muy alegre, no muy lejos de ellas ya se podía ver a profesorxs en compañía de alumnxs. En notar que su mano entró en contacto con la de la profesora, no pudo evitar sonrojarse a más no poder.
"Si no te gusta puedo deshacerlo, sin ningún problema." Pero negó con la cabeza.
"Me gusta, además, tienes la mano muy suave."
Llegaron finalmente, era más grande de lo que se había imaginado la joven. Habían muchas tiendas de ropa, tenerías, pastelerías... y al fondo del todo, el famoso puerto.
"¿Quieres que vayamos a ver ropa? Todo lo que te guste te lo regalaré."
"Ni hablar, no puedo permitir que me hagas eso. No me gusta que me regalen cosas."
"Pues acostúmbrate, porque conmigo siempre será así. Te guste o no, ahora cuido de ti, y eso implica también pagarte todo lo que quieras."
"Gracias, pero no. Puedo cuidarme de mí misma, y pagarme mis caprichos."
"¿Ah sí?" Soltó la mayor varias carcajadas. "¿Y dónde has metido la cartera? Porque yo no la veo." Ahí fue cuando se dio cuenta de que se había olvidado su cartera en su habitación. Soltó un suspiro.
"Pues no pienso comprarme nada." Lauren sonrió levemente y fue acercándose hacia la otra, haciendo que ésta caminara hacia atrás, chocando su espalda contra el escaparate de una tienda.
"He visto un precioso vestido que quedaría tan bien en ti... sería una pena no verte vestida con eso." Se acercó a su oído, juntando también su cuerpo con el de ella. Miriam soltó un suspiro, viendo solo una opción viable.
"Solo aceptaré esta condición: si quiero comprarme algo me lo compras, y en llegar a mi habitación te devuelvo el dinero." La profesora asintió con la cabeza.
"Haremos lo que tú digas. ¿Miramos ropa entonces?"
"Síii." Entraron a la primera tienda, donde la más mayor vio el vestido perfecto para su amada. Lo vieron nada más entrar. Era un vestido largo, negro, palabra de honor y se transparentaba un poco la parte de cintura para arriba. Cogió su talla y continuaron mirando más ropa de la tienda.
Al no ver nada más que le gustase, fue al probador. Puso la cortina para que nadie la viera y se desnudó rápidamente, para no hacerle esperar a la otra. "Esto... ¿puedes entrar un momento?"
"Claro." Lauren se relamió los labios y entró, poniendo después la cortina.
"¿Puedes subir la cremallera de detrás, por favor?" Puso las manos en sus hombros, dando un pequeño masaje. "A-ay que bueno..." La alumna respiró profundamente y se dejó llevar, sus manos eran mágicas.
Tras estar así unos instantes, le subió la cremallera e hizo que se mirara al espejo que había delante de ellas.
"Quiero que veas esa cara tan bonita que tienes. Esa sonrisa tan preciosa, esos labios tan perfectos, esos ojos tan verdes y profundos... quiero que veas lo perfecta que eres." Ahora la pequeña se sonrojó a más no poder.
"Y-yo no tengo nada de eso..." Agachó la cabeza, muerta de vergüenza.
"Pues yo lo veo, y está justo delante de mí. Puede que tú no lo veas pero..." Cogió una mano de Miriam y le dio varios besos. "Prometo que algún día lo verás, dame tiempo."
"Gracias." Ahora la maestra hizo que la joven diera una vuelta sobre sí misma, para que viera el vestido. "Es precioso, me encanta. Me lo quedo, ¿me ayudas a desabrocharlo?"
"Por supuesto." Le bajó la cremallera y acercó su cuerpo al de la otra chica, comenzando a besarle el cuello. La pequeña no pudo evitar soltar un gemido, los besos ahí... no podía evitarlo.
"N-no hagas eso, que los besos ahí..." Lauren sonrió de lado y empezó a hacerle una pequeña marca con el cuerpo, llevando antes una mano a la boca de la contraria para que nadie oyera sus gemidos.
"Esa carita que pones cuando te beso... me vuelves loca." Le quitó el resto del vestido y le dio su ropa. "Toma, así mientras te vistes voy pagando la ropa." Y salió de allí, como si no hubiera pasado nada.
Miriam necesitó tomarse unos segundos para respirar profundamente, ya que esos momentos con su profesora habían sido tan intensos... no sé lo había esperado en absoluto. Estaba totalmente sonrojada.
Al estar vestida salió del vestuario y fue con su acompañante, que la estaba esperando. "¿Quieres seguir viendo ropa?"
"Sí, si quieres, claro."
"Por supuesto."

Pasaron gran parte de la mañana mirando, probando y comprándose ropa, habían tantas ofertas y prendas preciosas que no podían dejarlas escapar.
Después de la hora de comer, estaban agotadas, no habían parado hasta hace un rato. "La cafetería de allí hace unos cafés deliciosos, te recomiendo que los pruebes."
"Pues vayamos allá." Se cogieron de la mano y fueron al lugar, sentándose en una mesa cerca de la ventana, para que pudieran ver el pueblo mientras hablaban y bebían. "¿De momento que te ha parecido el pueblo?"
"Es pequeño, pero lleno de todo lo que me gusta, me encanta."
"Pues como te has portado bien... veremos esta noche las estrellas en el puerto." Los ojos de la más joven se le iluminaron.
"Te lo agradezco enormemente."
"A ti, por haber accedido a venir conmigo." La camarera al traerles el café, hicieron un brindis. "Por las dos."

Salieron de allí y quedaba poco para que empezara a anochecer, así que fueron a la librería para hacer algo de tiempo.
La gran mayoría de libros eran de temática lésbica, cosa que a ambas le gustaban. Cada una escogió dos libros y fueron a pagarlos.
"Esos libros que habéis escogido tienen una buena historia, estoy convencida de que os gustarán." Dijo la dependienta.
"Eso espero." Dijeron a la vez. Sonrieron, pagaron y caminaron hacia el puerto, sentándose en el único banco que quedaba libre.
Empezaba a refrescar, y la profesora se percató que la otra tenía frío, así que hizo que se acercara más a ella, pasando un brazo por sus hombros para taparla con su abrigo. Miriam se lo agradeció y apoyó la cabeza en su hombro, mirando después al cielo, donde se podía apreciar las primeras estrellas de la noche.
"Son verdaderamente preciosas."
"Ninguna alcanza tu belleza."
"Ay, que cosas dices..." Se sonrojó y continuaron viendo las estrellas.
No pudieron estar mucho, ya que no estaban lo suficientemente abrigadas como para estar allí mucho rato, así que cogieron las bolsas de la compra y partieron de vuelta al internado.

Llegaron a la habitación de Miriam, completamente heladas. Guardaron la ropa en el armario, y pusieron los libros en la estantería. "Gracias por el día de hoy." Fue a por el bolso, hizo las cuentas de la compra y le dio el dinero correspondiente. "No se me ha olvidado."
"De verdad que te lo he comprado todo con todo el cariño del mundo."
"Insisto."
"Está bien, cabezona..." Lauren cogió el dinero, a regañadientes.
"¿Nos veremos mañana?"
"Siempre." Besó su mejilla y se fue de la habitación.

Enamorada de mi profesora.Where stories live. Discover now