Capítulo 1

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—No me parece justo— replica Carlos por enésima vez. Esta vez no me contengo, lanzo un bufido y pongo los ojos en blanco. 

—Pero es mi vida.—agrego en defensa.

—Sí... es tu vida. Pero será tu bebé... Tu hijo, Danielle.

—Sí, mi hijo. Mi hijo que tendrá una excelente madre y con eso le bastará. 

Sigo caminando por el supermercado, sin detener la marcha aunque parezca que tengo atado a mi mejor amigo Carlos, y lo estuviese arrastrando conmigo. Busco por todos los estantes ese sobre de capuccino, necesito encontrarlo o dentro de poco moriré.

—¡Yo te lo daré! —exclama él, haciendo un intento fallido de pararme. Cree que si dejo de caminar como loca, a lo mejor "entro en razón".— Te dejaré embarazada, y el bebé tendrá un padre y una madre. 

—¡Dios santo! ¿Imaginas a un pobre crío con tu estupidez y mi torpeza? ... No le deseo ese mal a nadie.

Freno en seco cuando encuentro mi sobre de capuccino. Sonrío y tomo más de cinco sobres. 

Hace más de dos meses decidí que era el momento de ser madre, sin importar lo que eso conllevara. He tenido relaciones a lo largo de mi vida, han sido buenas, pero nada fuera de lo común.

Desde que tengo uso de razón el ser madre es algo que siempre he deseado. Sé que podré ser una buena madre. Y no quiero esperar más. Mientras que espero a "mi hombre ideal" llego a la menopausia. Hace más de dos años que no tengo una relación estable, solo encuentros de una noche y sutiles flirteos. Ya perdí la esperanza de verme casada. 

Con mi bebé y yo, para mí eso es una hermosa familia. 

Pero Carlos y yo tenemos diferentes conceptos de moralidad. Siempre hemos sido muy diferentes. Yo no tengo religión, él es budista. Yo soy de piel pálida, él de piel oscura. Somos totalmente ajenos al modo de pensar del otro. Pero creo que es eso lo que hizo que, en la universidad nos cayéramos bien, y que al final termináramos siendo más que mejores amigos, hermanos.

Y estoy feliz con ello. Jamás soñé con tener una mejor amiga, por naturaleza las mujeres son competitivas y envidiosas. Prefiero un mejor amigo.

—Ese crío merece tener una madre... Y un padre.

Me saca de mis casillas.

—¡¿Y qué quieres que haga?!— vocifero, unas cuántas miradas se centran en nosotros, bajo la voz —: Tengo veinticinco años, Carlos. Quiero ser madre, y no puedo esperar. No quiero esperar. Las ansías que tengo de tener... una parte de mí, cargándole, alimentándole... Quiero sentir eso antes de los treinta. En la época dónde pueda jugar con él, y ayudarle con sus tareas... Quiero tener un bebé... Por favor—digo al borde de las lágrimas, casi rogándole. 

—Ese bebé crecerá sin un padre, Danielle, ¿si? Cuando tenga suficiente edad se preguntará porqué razón no tiene padre cuando los demás sí. ¿Qué le dirás? o... O ¿qué le dirás cuándo te pregunte cómo nació? "Oh, querido, fui a un banco de semen, y te inyectaron en mi vagina... No, no, no hice el amor con alguien que amaba... No fuiste fruto de amor si no de un capricho mío." — intenta imitar mi voz, logra que me enoje muchísimo más. 

—¿Capricho? ¿Crees que querer tener un hijo es un capricho?—mi voz se corta al final de la pregunta. Carlos me señala acusatoriamente. Como si fuese culpable de algo, como si hubiese asesinado a alguien, y lo estuviese confesando como la mejor cosa hecha en mi vida. 

¿Pero qué puedo hacer? No siempre se necesita un hombre para ser feliz. Quiero ser una mujer feliz. Una mujer feliz con un bebé en brazos. ¿Es tanto pedir?

—Eres una egoísta... Eso es lo que eres. Sólo estás pensando en ti, no en tu hijo. Ése bebé merece saber quién es su padre, quién ayudó a procrearle. Merece tener una familia completa y feliz. ¿Acaso no te parece injusto el daño psicológico que le podrías concebir a tu hijo taaan deseado?

—¡Mi vida es un fiasco, Carlos! ¿si? Todo en ella. No vivo en la casa o la ciudad donde quiero, no tengo la vida que se supone tendría. Merezco algo positivo y feliz en mi vida... Merezco obtener lo único que siempre he querido, y estoy segura puedo conseguir. Tendré un bebé, Carlos. Te guste o no. Seas su tío o no. Me acompañes en este proceso o no. 

Nos quedamos en silencio, observándonos fijamente. Agarro uno de mis mechones de cabello y lo pongo detrás de mi oreja, instintivamente él también agarra un mechón de su cabello negro y lo acomoda. Carlos bufa,claramente decepcionado de mí. Jamás había visto esa mirada tan despectiva en él, y menos usándola conmigo. Sus ojos negros se sienten cómo bofetadas en mi rostro. Mi pecho se oprime de dolor. 

Carlos es mi único apoyo, mi único sustento y mi única familia. Y en el momento más importante de mi vida, me da la espalda. 

—Ahora hablas de tu propio futuro hijo como si fuese un objeto, un trofeo que quieres ganar a toda costa... No como si fuese tu felicidad, si no como la llave para entrar a ella. Te escuchas tan... superficial. 

Frunce el rostro, y se va, dejándome sola en el supermercado con todas las miradas chismosas puestas en mí. ¿Acaso estoy haciendo algo mal?   

ViennaWhere stories live. Discover now