La entrevista de trabajo

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Hacía calor. Aún no habían arreglado el aire acondicionado y, a las cuatro de la tarde, la humedad del ambiente era tan insoportable que hacía que el aire fuese irrespirable y su vestido negro de gasa le pegaba como una segunda piel.

El master en administración de empresas que se sacó, solo le sirvió para el acceso a su actual puesto de trabajo, entrevistadora laboral en una empresa de trabajo temporal y, a veces, incluso precario.

Le quedaban aún dos entrevistas más que realizar, lo que iba a ocasionarle un retraso considerable para llegar a casa.

Lauren, era una mujer de las que yo considero, dulces. Con una sonrisa embaucadora dibujada por unos labios que pedían a gritos ser comidos a besos y unos enormes ojos esmeralda que según como enverdecían. Había decidido dejar su pelo castaño un poco más largo, aburrida ya de siempre llevarlo corto, algo más desenfadado (decía). Era coqueta, era muy coqueta y le encantaba hacerse selfies mostrando unos ojazos enooormes. También, era demasiado dura consigo misma

Total, 1 metro y 70 centimetros de juventud, sensualidad y también erotismo por todos los poros de su piel. A sus 34 años había estado ya en los dos bandos. Y de ambos disfrutaba. ¡¡¡SIN DUDA LE GUSTABA EL SEXO!!! Sabía rápidamente cuando se encontraba delante de alguien con sus mismos deseos. Dominante con ellas, sumisa con ellos, así le gustaba definirse (aunque lo hacía para sí).

Lauren en realidad estaba en tierra de nadie y así le gustaba estar. Era independiente y decidida. Amante de todos los animales y en especial de los gatunáceos. Su gato, un ejemplar raro, de esos sin pelo y arrugado al que ella llamaba simplemente... el arrugáo.

La penúltima entrevista entró y salió con la misma rapidez, no dio el perfil. Se necesitaba alguien para trabajar en el sector de la seguridad. Una empresa necesitaba una vigilante de seguridad con experiencia, buscaban alguien joven pero con carácter. Era para un servicio donde se necesitaba bastante sangre fría y mucho carácter.

Lauren repasaba unas notas intentando no agobiarse en la espera. De repente se abrió la puerta.

C– ¡Buenas tardes!

Lauren levantó la cabeza y sus ojazos esmeralda se abrieron como platos. Ante ella, una mujer con un aspecto más de motorista que de animadora, se apoyaba en el marco de la puerta observándola con una mezcla de desafío y desconfianza.

Su  melena castaña recogida por unas gafas de sol oscuras y cromadas, nada deslucía haciendo juego con sus ojos castaños y profundos y, a la vez, tan claros, pues mostraban el sufrimiento que los había hecho así.

Su edad no debía de pasar de los 30, pero muy bien camuflados por un pantalón tejano ceñidísimo, contorneando sus fuertes piernas y una camisa blanca muy poco discreta que permitía adivinar de una sola mirada el recorrido de sus senos y sus vértices.

A Lauren se le encendió el corazón. De repente, el calor se hizo insoportable. Su corazón latía sin parar. Notaba como se incendiaba su sexo.

Ella se acercó a la mesa.

L– Buenas tardes, (solo acertó a decir)... Siéntate por favor.

La entrevista sucedió sin problemas. Era la candidata perfecta. Su voz profunda, su carácter temperamental respondiendo sus preguntas con otras. Lauren no podía dejar de perderse en sus ojos marrones, se hundía en su oscuridad y se dejaba poseer por sus sentimientos.

De seguida conectaron, aunque no se lo dijeron se deseaban. Así que a los 35 minutos Camila estaba ya contratada. Cogió el casco de su moto y se marchó dejando un aroma a madera y limón en la oficina. Lauren, también hizo lo propio. Cogió su bolso y cerró la oficina para ir al parking.

One Shots CamrenWhere stories live. Discover now