17

3.2K 150 0
                                    

Maravilloso, la alarma de mi móvil no había sonado porque apagué mi teléfono el día anterior.
La hora se me ha olvidado por completo y el cuarto- o cueva- está en un silencio sepulcral, igual que toda la casa.
Mamá se ha ido también.
Harry se ha ido también, pero eso me ha dolido más que los oídos al escuchar mi alarma al despertar.

Debo llamar a mi madre, para decirle sobre mi pequeño incidente y convencerla de dejarme en casa, por supuesto, sin saber que estaré sola en ella...

Cuando queda totalmente convencida de que estaré con Javiera- a la que no le he hablado por un par de días por nuestras diferencias de perspectiva- dejo cargando mi móvil y me encamino a desayunar y luego tomo una ducha de silencio que asusta.

Mi mente se ha mantenido vagamente ocupada por mí misma para apartar los demás gritones que exigen razones, disculpas y Harry. Claro, lo haría, pero...

"¿No piensas explicar tu actitud? ¿O quieres hacerte el inmaduro tú también?"

Ah, sí se me ha ocurrido un mensaje.

"¿De qué hablamos?"
Claro, finjamos que no te has portado raro.

"No lo sé, quizá alucino con tu actitud de ayer. Ha sido...rara."

Por supuesto, de seguro ya se ha hartado de mí. Tal vez, solo exagero, tal vez era por que no quería arriesgarse con mamá presente, quizá...quiere a otra.
Una chica con empleo de practicante y licencia de conducir.

"¿Estás escribiendo en clases?"
¿Hemos cambiado de tema?
¿Porqué se desvía?
Él no entiende la molestia que me causa que me esté evadiendo.

"No he ido."

"¿Estás sola en tu casa?"

"No, me he ido al Himalaya"

"Chistoso, voy para allá (espero que estés abrigada)"

Gruño y tiro el aparato a la cama.
Claro, ven, yo te espero.

¿Para qué vendría? ¿A echarme en cara todo lo erróneo de esto; a decirme lo patética que soy? Pues, genial, ya lo sabía.

Cojo mi ropa interior gris, unas calzas cortas negras y una remera larga con el logotipo de "Converse".
Apenas y termino de cepillar mis dientes y secar mi cabello, la puerta y el timbre suenan como si una turba estuviera afuera.

-Yo no te llamé. Vete a estudiar, irresponsable.- Fastidio y lo intento bloquear, pero me coge por la cintura y me levanta para entrar.

-Al menos yo he ido un par de horas ¿y tú? estás aquí en pijama.- Se cruza de brazos y yo igual, intentando verme igual de intimidante, pero creo que me veo como una bebé sin dulce.- Niña, no debes estar sola en casa, puede pasarte algo.- Suspira y me hace fruncir el ceño con profundidad. Vale, sí me está negando.

-¿Niña? Hace cuanto no me decía así otro que no fuera mi mamá.- Ruedo los ojos y camino a las escaleras. Ya lo di por acabado y no quiero echar agua por los ojos frente a él.

-Oye, pequeña...

-¡Ya! Podrías ser más hombre y decirme, sin tanta indirecta, que te aburriste de esta cosa loca ¿bien? No me interesa que haya otra tipa en tu auto que venga contigo, entiendo que te haga cambiar de parecer ¿quién se tira a una niña de 13 años? ¡que enfermo! Va, puedes irte.- Me giro otra vez, consciente de que ya estoy llorando como la estúpida que soy.
Sus dedos rodean mi muñeca y tiran hacia él, pero solo me paro en frente y miro hacia abajo.

-¿Otra? No hay "otra" en ningún lado, oye...yo...vale, sí, estoy actuando indirectamente, pero no me he aburrido de ti. No llores, por favor.- Aprieto los labios y me limpio la cara con el dorso de la mano izquierda.
No respondo. No tengo como hacerlo, mas quiero saber por que actúa así entonces.
-Cuando ayudé a tu mamá a venir aquí ayer, ella me ha hablado de lo maravillosa que era su pequeña, su unigénita, una bebé y luego recordé que es la "bebé" a la que me he estado violando todos estos días.
»En la cena, no has visto su rostro como lo he visto yo, lamentando cada segundo que se ha perdido contigo, su pequeña.
Me he sentido culpable, por adelantarte, por hacerte esto por todo...que, a fin de cuentas, está mal.

Asiento, aún con la cabeza hacia abajo y forcejeo mi muñeca para que me suelte. No lo hace y es algo que me vuelve mas triste aún.
¿Porqué siento ese cosquilleo en el estómago, aún después de todo? Porque lo quiero, empeorando todo y más.
¿Cuándo se lo diré? Nunca.

-¿Es todo?- Me atrevo a levantar el rostro empapado.- ¿Ya acabaste de confesarte y decir las palabritas más bonitas para hacer mi*rda a una persona? Puedes irte, muchas muchas gracias. Y podrías soltarme.- Niega con la cabeza, adoro cuando lo hace así y se le mueven los rulos chocolate que posee.
Toma mi otra muñeca y tira, se agacha un poco y me besa. Es como la primera vez, esa de la que se había arrepentido, estoy quieta, con las manos en su pecho y él usa su lengua para acariciar mis labios.
Consigo entreabrirlos y descubre por dentro. Me muevo y juego un poco más, mas en el interior quiero parar, por que, si sigo, me temo que acabe igual de mal y peor. Estaré usada.

Me aferro a su camisa blanca y la tiro, pegándolo mucho a mí y él me toma la cintura para caminar con seguridad a las escaleras y me sienta en algún escalón de en medio.
Su mano derecha se adentra en mi remera y me acaricia el estómago.
Desabotono su camisa y la dejo abierta; sus tatuajes son algo que me derriten. Toco su torso y lo dibujo con mis dedos.
Su otra mano juega con el borde de mis calzas y las empieza a bajar, hasta quitarlas. Se queda entre mis piernas y besa sobre mis bragas y luego las quita y me besa sin ellas, me besa como si besara mi boca, con su lengua en la parte más sensible de mí. Recorre todo, rozando sus dientes, acariciando con su miembro bucal y besando con sus labios.
Logro tocar el punto máximo y jadeo su nombre.
Se me ha ido de la mente todo aquello de porque estaba aquí, solo recuerdo que lo quiero mucho y lo quiero conmigo.

.

-Me temo que no voy a poder dejarte tranquila ni en la cárcel.- Acaricia mi cabello con calma y besa mi frente.
Mi cuarto ha quedado peor que antes y la escalera llena de ropa.

-Te mandaré fotos desde el convento de monjas.- Ríe y yo también, contagiada.- Estoy cansada.- Confieso y él asiente.

-Falta un buen para que tu mamá vuelva, así que deberías dormir y yo también.- Le doy la razón y nos abrazamos muy aferrados para dormir.

No sé, no lo entiendo pero lo amo, tanto.

¡Dios! Solo tiene 13 años.Where stories live. Discover now