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No había podido dejar de pensar en Camila en toda la noche. ¿Qué le ocurría? Me frustraba la ignorancia.

¿Por qué su madre se había puesto tan extrañamente esperanzada por una simple conversación? Quizás era antisocial, aunque no tenía como comprobar aquello.

Lo cierto es que yo sí que había conversado con Camila. Y no fue anoche, fue en la tarde de ayer. Cuando le pregunté por qué arrugó mi dibujo, aquel que misteriosamente apareció en su habitación sin rastros de arrugas.

Las preguntas me taladraban la mente y yo sólo deseaba que los minutos pasaran un poco más rápido. Mi madre, Clara, me despierta todos los días a las siete para que vaya al colegio. Iba a notar mi ausencia si me fugaba antes.

"Deja una nota diciendo que te fuiste antes para terminar un trabajo en el laboratorio"

Amaba cuando las soluciones eran generadas por mi cabeza sin que yo las procesara. Por eso llamo a mi mente "Sophie" , por los sofistas, filósofos a los que admiro y me digo a mi misma cosas como:

"Bien pensado Sophie"

Un cristal rompiéndose me sacó de mi trance. El ruido había sido bastante fuerte y no tenía dudas de que venía desde mi ventana.

Miré el reloj color rojo que se posaba sobre mi mesa de noche: 4:55 am.

Antes de que pudiera levantarme de mi cama, un objeto golpeó a gran velocidad contra mi armario.

Esos tiros definitivamente venían por el hoyo que probablemente existía a partir de ahora en el cristal. Me acerqué con cuidado, no quería que otra de esas me golpeara en la cabeza.

- ¿Camila? - Pregunté al ver una silueta vestida de negro en el patio de al lado.

- ¡Shh! - Me calló ella - Ven aquí.

La miré con extrañeza y al instante recordé que no notaría mis gestos en la oscuridad, menos si no se atrevía a mirarme fijamente.

- Rompiste mi ventana y podría haber resultado gravemente herida... - Quería saber si algo de todo eso le interesaba aunque sea mínimamente.

- ¿Estás herida? - Me preguntó indiferente.

- No. Pero podr...

- Entonces ven - Me ordenó una vez más - tienes que saltar desde tu ventana a la de la habitación de al lado, te mueves un poco hasta el árbol y bajas trepando desde este hacia el suelo.

Camila estaba loca si en serio creía que yo haría eso.

- No puedo. - Negué.

- Si puedes - Afirmó con seguridad - Sé que puedes.

Lo cierto es que un par de palabras suyas podrían convencerme de cualquier cosa; hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer.

- Está bien, lo haré - tomé un profundo suspiro - lo haré por ti.

Hasta desde tan alto pudo observarse esa ligera elevación de su comisura derecha, eso que algunos llaman "media sonrisa".

Deslicé la ventana con el cristal roto hacia arriba, abriéndola a tope. Luego una pierna se movió hacia la libertad y seguida de esta, la otra. Traté de girarme para quedar de espaldas al precipicio - sí, precipicio pudo sonar muy dramático, pero así se sentían aquellos doce metros de altura - y traté de mantener el equilibrio sobre ese angosto borde de apenas seis centímetros. La mitad del pie que contiene al talón, colgaba sobre el patio de Camila.

- No te caigas - Me pidió ella, como si aquello fuese realmente una decisión mía.

- Eso intento - Le respondí apretando los dientes.

Cuando por fin tomé valor, extendí la pierna derecha hacia el borde de la otra ventana, el cuarto de mi hermano Christopher. Una vez que logré asentarla, quedé con las piernas abiertas de par en par y sin margen de error en mis movimientos.

Abandoné totalmente a mi pierna izquierda y en un salto potencialmente suicida logré sujetarme a la ventana de Chris. La suya, a diferencia de la mía, era de madera y cuando me agarré de ella crujió con fuerza. Sólo me quedaba rogar que nadie se despertara o tendría muchas explicaciones que dar.

La parte más difícil estaba hecha, sólo me quedaba trepar el árbol.

Pero parece que mi hermano no había estado dormido, o el crujido lo despertó, puesto a que su ventana se abrió de pronto golpeándome el pecho y provocando que pierda totalmente el equilibrio.

ASPERGER (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora