La Residencia

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La chica no dice nada, paralizada en la puerta de ese pequeño estudio, con una caja en brazos.

- Hola -saluda Clarke-, ¿eres tú quién me ha traído aquí?

La chica asiente, atreviéndose a dar un paso dentro del pequeño apartamento, y dejando la caja a un lado.

En su interior, Clarke puede ver latas, unas cuantas botellas, algo de ropa y más libros.

- Soy Clarke -se presenta, acercándose a la chica de ojos verdes y tendiendo la mano.

Esta se incorpora, mirando la mano tendida antes de centrarse en la cara de Clarke, quien siente como si la estuviesen juzgando por algo. Y parece que gana el juicio, porque la chica acepta la mano con un simple:

- Lexa.

Y antes de poder reaccionar, Clarke nota como la chica tira de ella, obligándola a agacharse ligeramente ante ella. Es entonces cuando nota dedos en la parte de atrás de su cráneo, tanteando, como si buscaran...

Una punzada de dolor la obliga a apretar la mano de Lexa, quien vuelve a tirar de ella, aunque esta vez para que se siente en el colchón.

La ve alejarse hacia la caja, y Clarke aprovecha para pasar con cuidado la mano por la parte de atrás de su cabeza, ahí dónde le duele.

Nota algo de sangre seca y una herida.

En su campo de visión aparece de repente una botella y la mano de Lexa con uno de esos botes amarillos con pastillas, los cuales acepta, y nota como la chica se mueve hasta ponerse tras ella. No le da tiempo a encontrar la fecha de caducidad de los anti inflamatorios que Lexa le ha dado, cuando nota humedad en la parte de la herida, y un súbito escozor que la obliga a lagrimear.

- Ah, joder -murmura, moviéndose inconscientemente para alejarse de la morena.

Lexa le mueve con cuidado la cabeza, volviendo a acercarla y poder seguir aplicando lo que sea que le está aplicando.

- ¿Qué me...? -empieza a preguntar, aunque antes de poder terminar, un bote de desinfectante aparece delante de sus ojos.

Lo coge, y consigue ver que no está caducado (está al límite, pero aún no ha caducado) por lo que tiene algo menos de lo que preocuparse. Sí, vale, técnicamente debería sudarle el tema de las fechas de caducidad. Está en pleno apocalipsis... pero son viejas manías...

Nota como Lexa empieza a vendarla, y se deja hacer, aprovechando para tomar uno de los anti inflamatorios. Cuando su "doctora" termina, la ve volver a la caja, de la que aparta unos libros (cree ver un par de tomos médicos) y un bote que Clarke reconoce inmediatamente. Es la misma crema para golpes que su madre compraba.

La morena vuelve a su lado, y le coge con cuidado la mano izquierda, hinchada, y le pone con cuidado la crema, antes de vendarla también. Y Clarke aprovecha que la tiene en frente para observarla.

Es guapa, la verdad. Piel blanca, ojos verdes, unos pómulos increíbles y la línea de la mandíbula, esa cara de concentración tan sexy. Adorable con esa camisa a cuadros que le viene grande, esos vaqueros desgastados y las botas de cuero que alguna vez fueron negras y ahora tiran a gris. Se pregunta a qué se dedicaba antes de que todo explotara.

Podría haber sido modelo, o actriz perfectamente.

También se pregunta si, en caso de haberla visto antes de todo, Lexa hubiese aceptado darle su número de teléfono.

Cuando termina, le pone el bote en la mano derecha y se señala su lado izquierdo.

Las costillas, quiere que se lo ponga en las costillas.

¿Cómo sabe...?

Ha debido de examinarla cuando estaba inconsciente.

Se levanta la camiseta y no puede evitar sonreír al ver como Lexa se gira rápidamente al verla.

- Oye, ¿tienes una radio o algo? -le pregunta- Necesito contactar con mis amigos, para que sepan que estoy bien.

- No -responde Lexa, quien ha decidido quitar libros de una mesa para dejarlos apilados contra la pared.

Una vez liberada, pone la caja sobre la mesa y sale del apartamento, para volver con un par de sillas, seguramente de un apartamento cercano.

Con cuidado, Clarke se levanta y vuelve a ponerse bien la camiseta.

- Gracias -le dice a Lexa, tendiéndole el bote ya cerrado.

La morena lo acepta, y lo deja en una esquina de la mesa, en la que está poniendo todo los medicamentos, vendas y hasta un termómetro, que está sacando de la caja. En otra está poniendo las latas y las botellas de agua, junto a un abrelatas. La ropa la deja sobre el colchón, y los libros (de temática médica, efectivamente), los está dejando sobre una pila de libros junto a la silla en la que se sienta al terminar de vaciar la caja.

Y después, coge uno de ellos, de anatomía, y se pone a leer.

Ajá, vale.

Clarke vuelve a echar un vistazo a la habitación, sin saber muy bien qué hacer. Tamborilea los dedos de la mano derecha, antes de mirar a la puerta.

Está abierta, por lo que salir, puede salir. Y tiene curiosidad por saber más acerca de dónde están. Por eso, sale, dejando a Lexa leyendo, concentrada.

La puerta abierta da a un largo pasillo cuyo suelo ha cedido más adelante, formando una especie de rampa con el piso de abajo.

Vale, no es que esté cerca de su antiguo campus, es que se encuentra en una de las residencias de estudiantes de su propia universidad. Los carteles que decoran el pasillo y suelo le suenan mucho, reconoce un par de una fiesta que iba a darse en su misma facultad.

- ¿Estudiabas aquí? -le pregunta a Lexa, quien levanta la mirada del libro.

La ve negar con la cabeza antes de volver a su lectura.

Vaaaaaale.

Vuelve a mirar hacia el pasillo y decide ir a investigar un poco el lugar.

Se aleja, asomándose en algunas habitaciones, y alza una ceja al ver que un par están siendo usadas de almacén, llenas de libros, maletas abiertas, más libros.... Bueno, a su nueva amiga le gusta leer. Baja por el pasillo, con cuidado, hasta llegar al piso de abajo. Más habitaciones, un par de ascensores (de hecho, uno de ellos tiene las puertas abiertas, dejando ver el hueco de su interior), y unas escaleras a la izquierda. El cartelito junto a los ascensores muestra un 3.
Bueno saberlo.
Sigue hacia las escaleras, que baja poco a poco, llegando al piso bajo, y es cuando llega a la entrada de la residencia que se da cuenta de algo. No hay defensas de ningún tipo.

Pero Lexa está instalada en esa residencia. La acumulación de objetos lo hace evidente por lo que, ¿cómo se defiende de los vampiros cuando llega la noche?

Sale a la calle, en busca de alguna explicación. ¿Tal vez las defensas están por fuera?

Pero la calle está vacía, incluso de coches.

¿Cómo...?

Deshace el camino, tomando pequeños descansos por culpa de las costillas (y la cabeza tampoco ayuda, en el segundo piso debe sentarse un momento por las náuseas). Y cuando llega por fin a la habitación, ve que Lexa sigue en la misma postura.

- ¿Cómo te defiendes? -le pregunta nada más entrar.

La morena la mira, alzando una ceja.

- No tienes defensas, no he visto ni una sola arma, ¿cómo sobrevives a la noche? ¿Cómo te defiendes de ellos?

Ve a Lexa ladear la cabeza, encogerse de hombros y, cuando por fin responde, no sabe cómo reaccionar:

- Nunca se acercan.

Y hasta aquí puedo leer! O escribir... ya me entendéis xD
Como siempre, espero que os esté gustando la historia.
Raro lo de que no se acerquen a la residencia, no?
Tal vez sepamos más en... EL SIGUIENTE CAPÍTULO!!
*música de suspense*

OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora