Los años transcurrían mientras su legado quedaba en el olvido. La vida continuaba y las personas evitaban rememorar aquel horrible acontecimiento, a pesar de los sucesos toda la armonía parecía haberse reincorporado a la vida del mundo mágico.
Pero...
Una suave brisa acarició mi rostro y me susurró con voz delicada.
— Lily... - distinguí un matiz extraño.Era un sonido agudo, áspero, rígido pero extrañamente acogedor.
Pestañeé un par de veces, mis párpados pesaban y mis ojos se encontraban irritados. Pude sentir un gran peso sobre mí, me dolía la cabeza y mi corazón latía escandalosamente. El oxigeno llenó mis pulmones y la gravedad de La Tierra era lo único que me mantenía fija al suelo.
Moví con delicadeza los dedos de las manos y me giré sobre mí misma.
— Las 7 de la mañana - carraspeé. Ya erguida, pasé la mano sobre mi cabellera pelirroja y mordí levemente mi labio. Noté la sequedad de mi boca y acto seguido tragué saliva.
Un rayo de luz brotó de la ventana, un haz dorado brillante. Mi cerebro comenzó, entonces, a funcionar haciéndome capaz de percibir mi exterior. Sonreí con alegría, tenía un gran día por delante. Miré de nuevo al reloj.
— Las 7:15 - me dije - FECHA: 15 Junio - leí con dificultad. La alegría se esfumó de mi cuerpo, y un vacío llenó hasta la más ligera terminación nerviosa de mi ser. Hoy era la víspera del baile de fin de curso. La ceremonia más importante de todo el curso. - Y yo aún sin pareja - me dije suspicazmente.
Me puse de mala gana mis botas y sin detenerme me encaminé hacia la biblioteca.
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Lily tocaba a modo de entretenimiento su larga cabellera, en ese momento asemejada a una gran cascada cayendo sobre sus hombros. La chica había perdido el poco interés residente en su interior enfocado hacia la asignatura historia de la magia. Su cabeza decidió desconectar, y no le costó mucho sumergirse en sus más profundos pensamientos. Sus manos, que ahora reposaban en la mesa, toqueteaban un papel arrugado. El hilo de sus ideas la condujo de nuevo a la clase en el preciso momento.
Lily, en completo estado de aburrimiento prestaba una mísera atención a la exposición de Alice Longbotton. Ella era su mejor amiga, sin contar a Rose. Alta, risueña, con carácter fuerte y muy independiente, Alice se había convertido junto a sendas amigas en una de las chicas más populares de todo Hogwarts. Lily esbozó una sonrisa al percatarse de lo bien que estaba desarrollando su trabajo. Bajó la mirada y volvió a desconectarse de la aburrida clase.
— Lily Luna Potter - oyó que dijo el fantasma. El solo reconocimiento de su nombre hizo que la joven empezara a temblar. Su corazón empezó a bombardear sangre hacia todo su cuerpo mientras la chica dejó de ser consciente de sus actos.
Se levantó y extendió hacia el profesor su trabajo. Ahora las palpitaciones se extendían escandalosamente por todo su cuerpo. Podía oir el temblor de su voz mientras las palabras salían escupidas de su boca. Lily no tenía idea de lo que estaba diciendo, su única tarea era no caer al suelo. Solo podía sentir esos latidos en su cabeza, resonado como un tambor. Sus piernas acechaban en dejarla abandonada. No pudo ni siquiera notar todos esos ojos puestos sobre ella ¿Realmente estaba despierta? Solo notaba un limbo que la conducía levemente a un estado de impedimento general.
