Capítulo 11

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Podía sentir, penetrando mis pulmones, ese frío vapor. Me rozaba el rostro con una leve caricia y me elevaba hasta la altura de las nubes. Mis pensamientos quedaron interrumpidos, algo tocó suavemente mi mano. Era delicado y abrasador. Me giré sobre mí misma y lo admiré.

— ¿Subimos al tren peque? - me dijo Scorpius con un susurro que se perdió en el horizonte. Yo obviamente, asentí.

Mi cabeza siempre había sido un ovillo enmarañado de ideas y sentimientos. Pero, bastaba con mirarle; mirar su suave rostro, sus perfectos ojos y su increíble sonrisa, para que todas mis dudas se desvanecieran. Con él todo tomaba sentido, por que para mí, él es el sentido de todo.

Nos sentamos en un vagón apartado y entrelazamos nuestras manos.

— ¿Sabes qué te quiero, verdad? - me dijo.

— Si - fue lo único que brotó de mi boca en aquel momento. Con Scorpius me sentía completa, sentía que podía ser yo misma, que podría compartir con él momentos buenos y malos; y siempre estaría allí, a mi lado, cuidándome y protegiéndome.

Me agarró el rostro y, cuando apenas estábamos a meros centímetros, un haz de luz surgió del lugar más insospechado del vagón. Albus, que hasta entonces había estado escondido bajo la capa de invisibilidad, se abalanzó sobre mí. James, que acababa de entrar, agarró a Scorpius del cuello y lo estampó contra la pared.

— ¡James! ¿SE PUEDE SABER QUÉ ESTAS HACIENDO? - mis lágrimas se mezclaban con ira. James, obediente, dejó a Scorpius en el suelo y se giró.

— ¡Eso debería decir yo! ¿QUÉ HACÍAS TÚ? - me gritó enfurecido. Pero, rápidamente, se percató de mi rostro, cubierto con un manto de lágrimas y con la más desesperada reacción. - De acuerdo, Lils. Si no lo mato yo, lo matará papá, así que da igual...

— Papá no tiene que saber nada sobre esto - le reproché, intentando sacar la poca fuerza que habitaba en lo más profundo de mi ser. La simple idea de que mi padre, "el formidable Harry Potter", supiese algo sobre mi relación con Scorpius, me erizó completamente y me congeló con una pequeña llamarada de oscuridad.

— Si no se lo dices tú, se lo digo yo - la mirada sería de Albus rebosaba aún más dolor que la mía. Sabía que yo había sido la responsable de que perdiera a su mejor amigo, de que perdiera a una de las personas más importantes de su vida. Aquella que le había dado cobijo cuando tenía miedo, que le había consolado cuando estaba triste, que creyó en él cuando nadie más lo hizo. Yo sé lo había arrebatado todo. Y sabía que Albus nunca me perdonaría por semejante acto.

— No será necesario - interrumpió Scorpius, que había pretendido quedar al margen en la conversación - no voy a mentirle ni a Harry ni a mi padre. Tú madre ha invitado a mi familia a comer el miércoles, será entonces cuando les cuente todo ¿Os parece bien? - terminó dirigiéndose a James y a Albus.

De repente, un gran vértigo inundó mi mente. No estaba preparada para esto, pero necesitaba a Scorpius, siempre lo había necesitado. El cielo no era comparable a un segundo a su lado. Mis pensamientos comenzaron a divagar como la marea una soleada tarde de verano, llevándome a la deriva, sin rumbo fijo y totalmente ajena al mundo que me rodeaba.

 Mis pensamientos comenzaron a divagar como la marea una soleada tarde de verano, llevándome a la deriva, sin rumbo fijo y totalmente ajena al mundo que me rodeaba

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