Como mis ojos te ven

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Midoriya Izuku desde su niñez siempre vio a Bakugou Katsuki como su amigo, así este nunca pensara en él como tal.

Pensaba constantemente que con el tiempo aquel chico genial también lo consideraría su amigo, que llegarían a ser hasta mejores amigos. Sin embargo, eso no pasó nunca.

Los años pasaron y ambos crecieron formidablemente, convirtiéndose en chicos de ahora diecisiete años que eran como el agua y el aceite. Eran tan diferentes como tan solo el día y la noche podrían ser.

Izuku aprendió a medida que crecía que no conseguiría nunca lo que desde niño deseó. Aprendió que el ser amigo de Kacchan no era algo que fuera a suceder y estaba bien con ello, o lo estuvo hasta el momento en que su estúpido corazón pensó que era buena idea el enamorarse. No obstante, enamorarse de aquel que quien solo con enojo le miraba y que con ausencia de palabras y acciones lo lastimaba, era algo con lo que no sabía cómo lidiar.

Y estaba tan enojado consigo mismo porque ya eran casi tres años de su enamoramiento y simplemente no podía dejar de ver, no podía dejar de verlo. Sus ojos que desde siempre habían seguido los movimientos del más alto, ahora estaban tan empecinados en seguirlo con más insistencia y a la larga sabía  que eso seguro que lo metiera en problemas. Entonces la solución era sencilla: debía dejar de observarlo como lo hacía. Pero no podía, sencillamente no quería y... era tan frustrante además de patético que sus ojos se desviaran sin su permiso tan sólo al escuchar su voz, esa que tanto le gustaba y que daría lo que sea porque le dirigiera alguna palaba amistosa.

Puras fantasías, la verdad.

Estaba enojado, sí, pero justo en ese instante a ese enojo le estaba ganando la preocupación. Sabía que sus ojos se llenaban de emoción y anhelo cada vez que el de ojos carmesí aparecía en su rango, lo sabía y pensaba que desde que aquel a quien miraba no se diera cuenta, todo estaría bien, que nada pasaría y que podría seguir deleitándose con su figura y soñando con lo que no podía tener.

Pero ahora, cuando por primera vez esmeraldas y rubíes se encontraron, supo que todo acabaría mal. Estaba mal que sus ojos fueran tan expresivos y entendió en el momento en el que aquel caminó hacia él con tanta resolución, que Bakugou Katsuki rompería de una vez por todas, su corazón. Porque una cosa era pensar que se sabía, y otra corroborar, escuchar esas palabras que lo harían todo una indiscutible realidad.

Y era triste, realmente triste que el chico de ojos verdes nunca se enteraría de que aquel a quien pertenecía su corazón; también lo miraba con ese anhelo cuando no se daba cuenta y parecía algo tan imposible que nunca antes sus ojos se hubieran tropezado... pero caprichoso es el destino y a veces simplemente no había más que aceptarlo.
Midoriya nunca se enteraría que el enojo y desplantes del más alto eran solo una forma de ocultar su confusión ante lo que últimamente invadía su ser. Nunca se enteraría porque simplemente no lo dejó hablar. Midoriya nunca lo sabría porque al verlo caminar hacia él, Deku huyó.

El de pecas y sonrisa amplia no fue al día siguiente a estudiar, ni el siguiente a ese, y para cuando Bakugou decidió que iría a buscarlo para aclarar las cosas, se encontró con que el pecoso había con ayuda de su familia, dejado la ciudad porque, el tiempo y la distancia todo lo curan, especialmente su amor unilateral ¿verdad?


DrabblesWhere stories live. Discover now