[Siete]

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Él era su primer amor. De eso estaba totalmente segura.

Había ruido, escuchaba los lápices cayendo al suelo constantemente, el pesado caminar de sus compañeros y el incesante arrastrar de sillas. Le desesperaba sentirse tan atrapada dentro de sí misma, pero odiaba que la gente la viera raro cuando hablaba.

Ahí estaba él.

Aquel traje negro le daba un toque enigmático. Sonreía, estaba hablando con sus amigos, un pequeño hoyuelo se marcaba en su mejilla, acomodó sus pronunciados chinos antes de meter las manos en sus bolsillos y mover los labios, dejando fluir palabras suaves que para Shailene eran poesía pura.

Se acomodó la corbata por enésima vez, Shai empezaba a sentir sus mejillas sonrojarse ante la idea de ser descubierta admirando a aquel chico, aquel que hacía que su corazón bombeara sangre más rápido de lo normal. Theo parpadeó; ella lo contempló con atención, aquellos orbes café chocolate se ocultaron unos instantes tras sus párpados, de donde largas y tupidas pestañas se balanceaban con cada movimiento ocular.

Ella sonrió, sus pupilas se dilataron. Sentía mucha calma al verlo feliz, Theo rio y Shai pudo jurar que su estómago estalló en un torbellino de emociones, fuegos artificiales parecían iluminar cada rincón de su mente y la pequeña curva en sus labios fue su única reacción.

Solo estaban su corazón y ella. Así era siempre, intentaba retener y reprimir todos sus sentimientos o al menos mantenerlos solo para ella, sabía que se los destrozarían en cuanto partieran desde la seguridad de su corazón. Eso no pasaba en los libros, por eso no perdía la oportunidad de leer cada que tuviera oportunidad, enfocando (o intentando) su amor a aquellos personajes literarios, sabiendo que aquel chico que ella estimaba estaba tan lejos como todos esos protagonistas.

Varios alumnos pasaban a su lado, para hablar con aquel chico del asiento trasero, quien parecía ser simpático, pero nada de eso tenía importancia para la joven si tenía una vista perfecta del chico de tez apiñonada. El pecho le vibraba, sus manos comenzaban a hormiguear; movía la pierna de arriba a abajo, en un estado total de ansiedad. Comenzó a cuestionarse si él pensaba sobre ella, aunque fuera un gesto banal y simple, respiro hondo, intentando apaciguar su acelerada mente: ella nunca sabría si él pensaba en ella.

Ella lo hacía. Los veía en un parque, riendo ante la torpeza de Shailene con los balones, Theo rodando los ojos ante los pucheros de incomodidad de la tímida chica; los veía en la cafetería de la escuela, sentados uno junto al otro, su cabeza recargada sobre el hombro del deportista y sus dedos entrelazados, compartiendo un audífono mientras suaves toques eran repartidos en la palma de su mano. Imaginaba cómo sería el irse a la cama con un mensaje de buenas noches y un «te amo» de por medio. Sus pensamientos parecían caminar solos, sin pensarlo demasiado ya tenía una idea de ambos cuerpos aferrados en un abrazo por el perfil izquierdo, para que ambos corazones fervientes se encontraran uno con el otro.

La lengua del chico acarició sus propios labios y la proyección de un suave beso no tardó en hacer su aparición en la mente de la chica. Los veía discutiendo, a causa de los celos de Shailene, su rostro contraído con ligero enojo, sus manos moviéndose sin detenerse de un lado al otro, intentando contrarrestar todo lo que sentía. Veía a Theo parado frente a ella, con las cejas fruncidas ante las molestas palabras de la introvertida joven, escuchándola atentamente y los hombros caídos. Lo veía suspirar y sonreír antes de que dijera algo, un par de palabras que rodaban desde lo profundo de su garganta para poder liberarse al tenso aire a su alrededor.

La proyección seguía: ella sacudía la cabeza, rodando los ojos mientras mostraba su punto con furia controlable. Suspiraba, demostrando su inseguridad, los últimos vocablos abandonaban sus labios cuando de un par de pasos Theo cerró la distancia entre él y Shai, quien temblaba con celos e inestabilidad. Una de sus ásperas y poco cuidadas manos se elevó, en dirección a la mandíbula de la tímida joven, su pulgar acariciaba el alzado pómulo y en el impostergable momento sus labios se unían cual imanes, cual mar en las rocas.

Shailene quería suponer que Theo tenía los labios suaves, esponjosos y delicados, moldeables; así que el beso que invadió cada rincón de sus pensamientos fue como aquellos que solían captar las cámaras de cine. Lento, necesitado, pero sobre todo, derramando amor; lento al principio, como si ambos explorarán tierras desconocidas, expectantes a lo que el horizonte les ofreciera. Se veía cruzando los brazos tras la nuca del chico, quien dirigía sus trémulas manos en dirección de la cintura de la joven. Shailene olvidó cómo se respiraba, su imaginación estaba haciendo un gran trabajo.

Theo lanzó una mirada a la fémina, quien al sentir los penetrantes ojos marrones sobre ella se sonrojó totalmente; parpadeó. Cuando sus párpados se levantaron, encontraron de nuevo los orbes del joven, quien sonrió: la fantasía de Shailene pareció arder. Ahora veía la tímida lengua del joven acariciando su labio inferior, solicitando la entrada a Shailene, quien con un suspiro la permitía. Iba más allá del apasionado beso, iba más allá de cualquier contacto físico, pero el contacto emocional que ambos tenían. Compartiendo burbuja personal, invadiendo el espacio del otro. Invadiendo la mente y las sensaciones del otro.

Ella quería decirle todo, quería que su querer brotara como las flores en primavera, pero sabía que si él tan solo pusiera atención en lo que su mirada decía, debería de ser consciente de todo. Debería ser consciente de su amor.

Miles, aquel molesto amigo de Theo, dirigió la vista hacia donde su amigo observaba, cuando notó a la chica atrapada entre la pared y la mirada de Theo simplemente rio. Esa muchacha nunca pronunciaba más de una palabra en su presencia.

Shailene trató de ignorar la mirada del chico, pero le fue imposible debido a toda la historia que continuaba corriendo en su mente.

Se tensó cuando vio aquella chica de seguridad abrasadora entrar, caminando con paso seguro dentro del aula. Shailene movía sus ojos de un lado al otro, como pelota de tenis de mesa, al ver hacia dónde se dirigía Ruth, la indicada; su corazón se desmoronó otro poco al ver cómo saludó a Theo con un suave beso en los labios y el brazo del chico serpenteaba en la cintura de la chica.

Tragó saliva y aquella sonrisa que nació en los labios del joven de cabello castaño fue su último consuelo, pero también el proyectil que destrozó su corazón.

🚶🏻‍♀️👫

Séptimo shot.

Lo sé, desaparecí de aquí durante un tiempo, pero espero poder regresar con todo.

Las amo.

Pizza para ustedes

-Dana

PD: basada en hechos reales.

Pequeñas dosis de amor • Sheo • One ShotsWhere stories live. Discover now