Capítulo 22

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Cuando acaben de leer favor de leer lo ultimo. 

Disfruten!



Miyano Mamoru corría lo más rápido que sus piernas le permitían por los pasillos de su agencia. Su sudor era frio, su corazón latía al mil, sus manos sudaban y temía que pasara algo grave. Después de haber tenido aquella llamada con el presidente de la agencia de la que era parte, su mente no dejaba de crear ideas. Cuando llegó se quedó viendo la puerta unos instantes, temía a lo que le esperaba, acercó su mano a la perilla y la tocó, vaciló unos momentos antes de girarla.

La puerta se abrió poco a poco dejando ver la habitación, esta era iluminada por la luz del sol que atravesaba las ventanas. Un escritorio estaba al fondo de la habitación, en él, se encontraba sentado un hombre de unos 45 años. El hombre lo veía fijamente; su miraba causaba en Mamoru escalofríos.

— Con permiso. —Habló el seiyuu. Caminó lentamente hacía el escritorio, y cuando estuvo a un metro de él, tragó espeso—. ¿Ha sucedido algo?

El presidente de la compañía no dijo nada, solo se limitó a ver unos papeles antes de empujarlos en dirección a Mamoru. El seiyuu los tomó. Pasó una por una viéndolas con detenimiento. Sus ojos se iban abriendo a cada segundo. Cuando terminó, dejó los papeles en el escritorio.

— El paparazi fue muy amable en traernos las fotos. ¿Desde cuándo sale con Suzuki Tatsuhisa? —Habló el presidente.

— Desde hace unos días hemos formalizado el noviazgo.

— Bien. —El hombre no dijo nada. Observaba a Mamoru entretenido, al parecer el seiyuu estaba nervioso.

El presidente abrió la boca queriendo decir algo, sin embargo, se vio interrumpido por Mamoru.

— No pienso terminar con él. —Habló serio.

El mayor suspiró. —No le iba a pedir que terminaran. —Se paró de su asiento cuidadosamente—. Sé un poco de la historia que comparten, lo único que deseaba decirle era: Felicidades, me alegra que por fin salgan.

La sonrisa que le mostró su jefe lo sorprendió. — ¿No... no me pedirá que lo termine?

— ¿Por qué haría eso? Se aman, eso se nota bastante en estas fotos. —El hombre las tomó—. Además no soy tan malo.

Mamoru sonrió. —Muchas gracias. —Expresó dando una reverencia.

— Solo una cosa, sé que eres muy protector con tus familiares y parejas, por lo que pagaremos para que no publiquen estas fotos.

— Bien. ¡Muchas gracias! —Después de decir eso, el castaño salió de la habitación.

Caminó por los pasillos del lugar con una sonrisa en cara. La conversación salió mejor de lo que esperaba. Llevó sus manos rodeando sus mejillas y se sonrojó levemente.





Tatsuhisa se encontraba sentado en una mesa de algún restaurante, revolvía su malteada lentamente, mientras que su mente no dejaba de pensar en un montón de cosas. Su celular vibró, lo tomó y desbloqueó, sonrió al leer el mensaje de su novio, pero cuando se disponía a responderle, una llamada se interpuso en ello. Se llevó su celular a la oreja.

— Suzuki Tatsuhisa al habla.

— Suzuki-san.

— Señor. —Habló Tatsuhisa sorprendido al oír la voz de su jefe.

— Necesito hablar con usted sobre un tema delicado. Lo veo en una hora. —Se escuchó el sonido típico de cuando una llamada es terminada.

El rockero se paró de su asiento, dejó un par de billetes y salió del lugar.

¡Ella Es Mía! O ¿Tú Lo Eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora