Capítulo 27: Quemaduras

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Después de la muerte, todo es mejor.


    El sol está en lo alto, el mar choca con las rocas de forma que parece lluvia al caer, el cálido viento juega con su negro cabello, mientras permanece su mirada en ella que lleva un hermoso vestido negro y sostiene entre sus manos una cámara. Las veces que ve algo atrayente a su vista, de inmediato aprieta el botón para que las fotografías se guarden automáticamente. 

    Andy, admirado de la belleza que sus ojos pueden presenciar, se apoya en la baranda de la terraza frente a la playa en donde _____ caminaba a descalzas por la arena.

    El lugar es silencioso, tranquilo y pacífico, sólo se escucha el cantar de los pájaros junto con los choques de las olas. En aquel momento tenían todo lo que deseaban tener y que en el pasado no tuvieron oportunidad. Aunque... lamentablemente, solo disfrutó de esto Andy: todo aquel maravilloso momento es un sueño provocado por él mismo.

    Nada es real.

    Cuando se da cuenta de aquello, es por ver las barandas de hierro oxidarse y desmoronarse, como si los siglos hubieran pasado en solo segundos; dirige su mirada desesperada a _____, quedando atónito al ver que el cuerpo de ella es despellejado por cuatro lobos azabaches, arriba de ellos, aves carroñeras vuelan esperando el momento perfecto para disfrutar de las sobras que los lobos dejarían. 

    Alarmado, está deseoso de ir a socorrerla, mas su cuerpo le impide acatar, quedándose quieto en aquella terraza, viendo horrorizado aquella escena. Solo logra cerrar sus ojos con fuerza, escuchando los gritos suplicantes de _____ y sintiendo sus lágrimas caer a mares por sus mejillas. A continuación, aquellos alaridos de auxilio que desgarran la úvula de _____, se mezclan con el llanto de una mujer mayor, reconocida para él.

    Al abrirlos, se ve frente a un espejo de cuerpo entero. Es un niño pequeño de tan solo 6 años: ojos cansados, grandes ojeras, el cabello despeinado, labios agrietados y algo pálidos, con una piel cadavérica a la que la adorna unas cuantas cicatrices. No se ve para nada bien, se encuentra «hecho mierda», aunque dentro de él, está a la perfección, no es para nada parecido a su apariencia.

    Él es el único que, en esa casa, está de ánimos, alegre por no escuchar el llanto de un ser más chiquito. Por segunda vez había dormido a la perfección sin ser interrumpido por los chillidos mimados que lo despertaba casi todas las noches y causante de las ennegrecidas ojeras.

    Mientras Andy se arregla su corbata frente al espejo, escucha el llanto lastimoso en la otra habitación, llamándole la atención para dirigirse hacia ella. Se detiene frente a la puerta entreabierta de sus padres, se asoma escuchando los lamentos femeninos.

— ¿Por qué, Chris? Dime, ¿por qué nos sucede esto a nosotros?

    Entre sollozos, Amy susurra secándose las lágrimas con un pañuelo. A un lado de ella está sentado el nombrado, que la rodea con sus brazos consolándola, aguantando el nudo en su garganta y las evidentes ganas de llorar.

—No entiendo cómo ha terminado de esta manera... ¿Por qué Andy hizo... eso? ¡No entiendo! ¿¡Por-Por qué!?

—No lo sé, mi amor. Pe-Pero... hay que superarlo. Hay que hacer-...

— ¿Superarlo? —Se separa de él— ¿De verdad dices eso? —Espantada, se levanta con lentitud de la cama— ¿¡De verdad dices que hay que superarlo!? ¿¡Cómo superaré la muerte de mi pequeña bebé!? ¡Dime Chris! ¿¡Cómo superaré que mi propio hijo...

    Se estanca por un momento, como si las palabras se hubieran acabado o buscara las mejores para que no sean tan fuertes. Está consciente de que, lo que iba a decir, serán el causante de su ahogamiento y la desolación que la agobia, aunque su mente le dijera que no lo diga, lo hizo de todas maneras.

Andy, Andy... ¿Estás aquí? [Andy Biersack]Where stories live. Discover now