Premoniciones

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A inicio de otoño de 1983 una madre y su hija se encontraban de vacaciones en una provincia lejana de su hogar. Había decidido ir a visitar a familiares por el fin de semana y festejar el cumpleaños de uno de sus sobrinos. Mientras que Ricardo y Luis, sus hijos mayores se quedarían con sus familias y en sus trabajos.

Martha junto a su hija Susana de 19 años, se encontraban disfrutando del hermoso día. Había llegado cerca del mediodía a la casa de su familia, La hermana de Martha les preparaba un delicioso y fresco jugo de naranjas recién exprimidas. Conversaban de las cosas de la vida y de cuanto se extrañaban.

Entre charla y charla ya habían tomado una jarra llena de jugo. Susana que se encontraba conversando con su primo Juan sobre bandas de rock y nuevos chismes del barrio, sintió una brisa helada sobre su rostro provocándole un intenso escalofrío.

Al instante sonó el teléfono fijo del hogar. Atendió su tía Alma y su rostro que antes era alegre, se transformó en una mueca de dolor. Todos los presentes al no saber que ocurría mantuvieron silencio. Martha comenzó a sentirse inquieta y no dejaba de mover su pie de arriba abajo.

—Hermana, es para vos— dijo Alma con un tono muy bajo.

Martha temblorosa tomó el teléfono y se mantuvo callada. No sabía exactamente por qué reaccionaba así.

—Mamá, tienes que volver a casa lo más rápido posible— decía la voz de Luis, su hijo mayor.

—¿Qué pasó? — miles de motivos se le cruzaron por la mente.

—Simplemente ven, por favor— sonaba realmente mal.

Colgó la llamada y a los gritos le ordenó a Susana que fuese por sus cosas. Luis no le dijo el motivo por el cual deberían volver, pero algo realmente malo debió pasar para no dar la noticia por teléfono.

Tomaron un taxi, ya que los transportes de larga distancia recién salían el día de mañana. Ambas iban en silencio observando por la ventana y con un dolor en el pecho inexplicable.

El chófer no decía nada, simplemente se dedicaba a conducir sin mirar a las pasajeras.

El cielo que antes era celeste claro y donde se podía ver el sol, ahora estaba gris y viento violento se alzó en medio de aquel viaje. La ruta estaba desierta y solo se podía observar alrededor campo y más campo.

Un sonido estruendoso hizo sobresaltar a todos. Rayos, rayos caían en lo pobres árboles secos que se encontraban en el campo, el viento levantaba la tierra de la banquina de la ruta haciendo que fuese imposible mirar hacia delante.

Tuvo que bajar la velocidad el chofer, ya que al no ver nada tenían miedo de que ocurriese un accidente.

Martha desesperada por llegar a su hogar rogaba por que fuese más rápido.

—Señora, si vamos más rápido, moriremos— uso una excusa drástica para que Martha se calmara.

Mientras tanto Susana no dejaba de ver maravillada los rayos caer en los árboles, era un hecho muy inusual la forma en que caían los rayos. En uno de los rayos desprendió una luz blanca cegadora. Al poder enfocar nuevamente sus ojos, observó la figura de su hermano Ricardo frente a ella.

Vestía completamente de blanco, pero su costado derecho se encontraba manchado de rojo. En sus ojos no se podía ver vida, si no tristeza. En un parpadeo la imagen de su hermano desapareció y el dolor de su pecho se incrementó.

Fue inevitable que soltara un grito por el dolor y liberar las lágrimas que se acumulaban en sus grandes ojos. Su madre no comprendía nada, pero tampoco tuvo el valor de preguntar. Se limitó a consolarla diciendo:

—Todo va a estar bien, hija— mientras acariciaba su pelo.

El resto del camino fue interminable, el tiempo no pasaba más y su hogar parecía ser un lugar lejano.

Luego de cuatro horas interminables, estaban llegando a su hogar. Estaban ansiosas por llegar y saber el motivo de la llamada de Luis.

Al doblar por la esquina, notaron una multitud de personas en la puerta de su casa. Muchos vehículos, muchos vecinos del barrio sentados y otros parados. No comprendían nada o mejor dicho quería que fuese mentira.

Le largaron unos cuantos billetes al chófer y bajaron rápidamente del vehículo, olvidando su equipaje. Al entrar se encontraron con Luis con sus ojos inyectados de sangre y con lágrimas corriendo como cataratas. Se levantó de un solo golpe y corrió a abrazar a su madre y a su hermanita. Allí ambas comprendieron todo.

Martha soltó un grito desgarrador seguido de incontrolables lágrimas. Pero Susana, estaba en shock.

No creía que su cómplice de travesuras, su amigo, su hermano ya no estuviese entre ellos. Había dejado a una mujer con dos hijos pequeños. Sentía dolor tan agudo que sería imposible explicar la intensidad.

—Quiero ver su cuerpo— dijo Susana temblando, se tuvo que rodear con sus propios brazos para no parecer un pez fuera del agua.

Su hermano asintió y la guió hasta la habitación que le pertenecía a Ricardo. Al entrar un ataúd de madera de cedro se encontraba abierto, solo se podía ver el rostro y el cuerpo se encontraba tapado con una sábana blanca.

—¿Qué le sucedió? — la voz de Susana era fría.

—Lo chocaron, un auto salto una luz roja y chocó con otro auto haciendo que uno de ellos se metiese a la vereda y golpeando a sus peatones— dijo con voz apenas audible Luis.

—¿Lo golpeó en el costado derecho? —soltó sin tacto.

—¿Cómo lo sabes? —la mirada de asombro de Luis no tenia precio.

—Simplemente lo sé— dijo antes de romperse en mil pedazos y caer de rodillas al suelo.

Ella había visto el "alma" o el "espíritu" de Ricardo, de eso ella está segura. Después de verificar la forma en que murió su hermano, Susana no volvió a reaccionar.

Pasó el velorio y el entierro sin percatarse de las personas a su alrededor. Todo esos momentos pasaron como un rayo, rápido dejando un gran hueco en su interior. Nunca habló con nadie sobre lo que vio en aquel viaje de vuelta a casa. 

Hasta ahora.

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Aquí otro relato sobre una experiencia de un familiar.

Me cuesta creer un poco estos relatos, pero ¿Y si en verdad pasó? ¿Por qué mentirían

Mi frase favorita: "ver para creer"

 Espero que sea de su agrado y cualquier cosa no duden en comentar.

Saludos.

RomiiCalderon

Cuentos que no son cuentos. #SA18Where stories live. Discover now