¿Cuántas veces necesitas escuchar un te amo para comprender que mi corazón te pertenece?
Tenemos que aprender a aceptar la cruel realidad. Mi realidad aquí es que, aunque ame a mi hermano, le guardo cierto rencor.
El rencor es malo, pero si nos ponemos a pensar, todo sentimiento es malo para nuestros órganos así que... ¿por qué sentimos? Los humanos fuimos hechos para vivir, sentir, cometer errores, unos más que otros, como si estuviéramos en el limbo entre la vida y la muerte. La depresión puede matar por tanta tristeza, la alegría puede matar, el enojo puede matar...
¿Tenemos que sentir y arriesgarnos a morir por sentir algo?
Mejor no sentir y vivir una larga vida.
Pero... ¿vivir sin sentir es realmente vivir?
Zac fue el primero en abrazarme cuando me vio bajar las escaleras. Metro ochenta, cabello castaño claro con tonos rojizos, aunque a veces parecía más negro que rojizo, ojos claros, un cuerpo musculoso debajo de un fino traje negro, como todo un hombre de negocios.
—Te extrañé, enana.
Mi lugar favorito está dividido entre tres ...en los brazos de papá, Chad y Zac. Ellos me hacen sentir como si estuviera completamente a salvo de la crueldad a la que nos enfrentamos día a día. Son mi lugar seguro, mi hogar.
—Y yo a ti, mocoso.
Cuando me separé de él, Gregg solo se nos quedó viendo. No se acercó, no me saludó, solo se dio la vuelta y salió por la puerta. Sentí un nudo en la garganta, pero lo ignoré.
—¿Quieres ir con nosotros almorzar? —me preguntó con una sonrisa.
—Sé que Gregg no estaría muy feliz de tenerme allí. —Me encogí de hombros queriendo mantener oculto el malestar que sentía ante la indiferencia de mi hermano—. No te preocupes por mí. Tengo que ir a comprar... cosas.
Me miró no muy convencido, pero no insistió. Agarró una gabardina negra y se la puso. Zac podría ser un buen modelo, pero sería desperdiciar tanta inteligencia.
—Tía Alaska está en el jardín y no se ve muy bien. Deberías hablar con ella, enana. —Me despeinó el cabello antes de salir por la puerta—. ¡Nos vemos en la cena!
Cerró la puerta y todo quedó en silencio. Nunca, en mis veinte años de vida, había sentido tanta soledad en esta casa.
Mamá miraba su café como si fuera algo muy interesante, pero no. El café no está reproduciendo una película ni nada por el estilo. Me senté en la silla enfrente de ella y puse un plato de galletas en medio de la mesa. Levantó la vista para verme, pero luego la bajó. Definitivamente está mal.
—Todos salieron —le dije agarrando una galleta—. Es algo raro, ya que antes teníamos que pelear con todos para que se fueran.
No respondió. Mordí la galleta examinándola, queriendo saber que pasaba por su cabeza en estos momentos, con esa mirada perdida y el semblante tan calmado. Cuando hablamos de Alaska Hamilton, la descripción perfecta es: mujer con un carácter de miedo. No se calla nada, siempre es sarcástica y tiene un lado tierno, pero solo para su familia. El lado triste de mamá es un misterio para muchos, pero hoy, lo estoy viendo.
—¿Qué pasa, mamá?
—Volví a pelear con tu padre por ti. —Tomó un sorbo de café sin levantar la vista hacia mí.
—¡Es porque te empeñas tanto en obligarme a buscar algo! —exclamé molesta, sintiendo nuevamente esa presión que solo ella producía en mí—. ¡Déjame hacer mi vida a mi tiempo, por favor!
—Le dije que te mandaría un mes a Los Ángeles.
La miré sorprendida. ¿Irme yo sola a Los Ángeles? ¿Qué haría yo sola en una gran ciudad como Los Ángeles por treinta días? Morir.
—¿Por qué? —pregunto en shock.
¿Es posible que me hayan cambiado a mi mamá? ¿Le lavaron el cerebro? Ella nunca me enviaría a un lugar lejos de su protección y vigilancia.
—Mientras estés bajo nuestro cuidado no podrás ver más allá de la comodidad que tienes aquí. —Agarró una galleta y me sonrió antes de darle un pequeño mordisco—. Una aventura no te vendría mal.
¿Quién es está mujer y que hizo con mi mamá? De seguro estoy en una cámara oculta. Ahora Alex saltará desde los arbustos y gritará "¡Caíste!"
Solo que Alex no está aquí y mamá es... mamá, en una extraña manera.
—¿Aventura de una típica adolescente con deseos de libertad? —Entrecerré los ojos sin confiarme del todo—. Espera... Creo que tú solo quieres usar mi aventura para escribir otro libro.
—O podrías escribirlo tú.
Escribir... ¿yo? La maestra privada que teníamos a los cinco años nos pidió hacer un cuento. Hollie sacó un "excelente" con su cuento de una chica que puedo dominar a los dragones del reino mágico sin ayuda de ningún caballero, Tory saco un "genial" con su cuento de un gato que formó una orquesta y superó las grandes sinfonías de Beethoven, mientras que yo, Demitria Grace Hamilton Salvatore, nombre más largo y raro. Gracias a mis padres, saqué solo un "bien". Un maldito "bien".
—No puedo escribir ni un cuento sobre una princesa que aprendió a cantar. Terminó siendo una pésima copia de Fiona, la de Shrek.
—Creí que era sobre una bruja malvada. —La miré mal, haciendo un leve puchero y ella rio—. Lo siento, cielo.
—No estoy hecha para ser libre, mamá. —Subí los pies a la silla y abracé mis rodillas, bajando la vista al césped verde y húmedo—. Estoy bien con ser un pájaro en su jaula.
—Que contradictoria eres, Demitria. —Se levantó de la silla y agarró su taza de café—. Piénsalo un poco antes de que tu padre se niegue del todo.
Se fue hacia la casa dejándome sola con mis pensamientos contradictorios.
Me aterra irme tan lejos, lo peor es que estaría sola. Claro que es una gran oportunidad, pero... ¡Qué lío!
Necesito a Zac. Ya que volvió, necesito sacarle provecho a su inteligencia y sus sabios consejos de psicólogo, aunque en realidad es abogado.
Mi teléfono sonó y lo saqué del bolsillo de mi pantalón de inmediato, esperando que fuera él preguntándome si quería algo de comida. Pero era un mensaje de alguien diferente...
—Me regreso a Nueva York en tres días. ¿Podemos vernos mañana?
Rápidamente respondí:
—¿Cómo consiguió mi número, señorito Gates? ¿De nuevo aliándose con mi tío?
Me encantaría verte mañana.
No tardó ni un minuto en responderme.
Es un buen aliado. Pasaré por ti a las siete de la noche. Viste algo formal.
Una Aventura...
Entonces no me pareció nada mal aprovechar esta oportunidad al máximo.
Dime... ¿Qué tan bonito es Nueva York?
Si hacemos las cosas bien, con las personas correctas y en el lugar correcto, crearas una grandiosa historia con un final feliz o con una continua felicidad...
No tengamos solo una aventura simple.
Tengamos una grandiosa aventura con algo (o mucho) de amor...
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Hamilton Girl |Serie Hamilton| #1 (TERMINADA)
RomanceConsciente de que mis padres estaban cansados de verme hacer nada por mi vida -más que disfrutar de ropas de marca, revistas de moda y la comida de mi tío Lucas-, cuando mi mamá me ofreció la oportunidad de vivir una aventura en otro país, acepté la...