El Plan

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Parte treinta y cuatro

Interesantemente, después de ese altercado, ni siquiera tuviste que pretender que todo estaba bien. Fue raro, pero al seguirlo cuando salió del gimnasio él estaba esperando. Miró el suelo algo apenado, y volvió una mirada de cachorro hacia ti.

-No hay que pelear en Navidad ¿Sabes?- no era justo que actuara así, a la vez que estiraba su mano a tu dirección a que la tomaras, porque lo arreglaba todo muy fácil.

-Supongo… que lo siento- tomas su mano, te jala hacia él y te sostiene en un abrazo. Sientes la cara enrojecer. Su mano se posa en tu cintura y la otra sigue sosteniendo una de las tuyas, su rostro está muy cerca, puedes oler un poco de esa rara fragancia que siempre desprende, cualquiera diría que era algo del ponche Navidad que tomaban, pero sabías que no lo era para ti, era el mismo olor picante que siempre le sientes desde inhalaron ambos la poción de amor, porque esta misma tenía el mismo olor aquella vez. Y quisieras o no, era una aroma seductor, te elevaba casi hasta las nubes y dejaba poco al raciocinio, seguramente a él le pasaba igual y era una razón más que suficiente para querer estar pegados como dos partes de un organismo simbiótico.

-Yo también lo siento, vamos ya con los demás, que no piensen cosas raras.

Las fiestas son veloces en llegar y en irse, mas nunca pierden la magia. Cuando uno tiene unas navidades memorables se siente como un niño, casi en todos los casos. Nada mejor que la madrugada del 26 de diciembre para estar en pareja, nada mejor que estar con Loki. Cuando todos parecen de tan buen humor y se lleva tan fluido el asunto. Las comidas son fantásticas, sientes que subes de peso, aunque el metabolismo acelerado de un elfo realmente no deje que se note. Y sin embargo, de tanto en tanto se presenta la inmortal idea de que el fin se acerca y poco o nada sabes de que pasará una vez las campanadas de las 12 del último día del año suenen. Es tenebroso, a pesar de ser lo más optimista posible. Sólo quieres creer que estarás con Loki, ya a muchos kilómetros lejos de este planeta.

El 29 de diciembre te despertaron temprano, Loki, con el que obviamente compartias recámara ya estaba vestido y al parecer, listo para algo importante. Dado el silencio que llenaba el complejo entero, y los susurros de tu compañero que casi caminaba en puntitas para no emitir ni el más mínimo ruido que pudiera alertar a alguien, supiste que no sólo los demás estaban dormidos, si no que debían permanecer ignorando lo que sea que pasaba a continuación. Se notaba que Loki no deseaba ser rudo al despertarte, a pesar de tener muchas prisas. Se acercaba algo grande, eso que te comentaron Tony y él, en el gimnasio.

-Aleth, despierta… es importante, por favor, tenemos poco tiempo- el sueño no te dejaba entenderle bien, de todas formas, cierta persona te había tenido despierta hasta altas horas de la madrugada.

-¿Qué? No… tengo sueño… Loki ¿Qué pasa?

-Sí, lo siento, dormirás después… ve por la caja, la del código ¿Dónde la tienes?

-Yo… ¿Ahora?

-Ahora- haces un esfuerzo por abrir bien los ojos y no te tomas mucho tiempo para procesar la idea, sientes el apuro, la urgencia de que hicieras las cosas rápido.

Te pones de pie y con un poco de concertación y esfuerzo, al siguiente paso que das ya estás en el apartamento de Loki en medio de New York y buscas la caja con código donde la pusiste hace dos días, en un lugar accesible. Con esta misma entre los brazos vuelves a tu habitación. Loki toma la caja y parece desaparecer en sus propias manos. Seguramente en su biblioteca de Asgard.

-¿Por qué no la metiste en ese lugar desde un principio?

-Thor revisa ahí constantemente, teme que algo planee, y está en lo correcto en sus opiniones, al menos sé que no va ir hasta más tarde. Es suficiente tiempo… vístete, algo cómodo porque vamos a tener que correr bastante.

☆No Lo Respires☆ Loki Y TúWhere stories live. Discover now