17 |Sentimientos confesados

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Narra Paris

Al día siguiente

Nunca había estado tan enfadada en mi vida. Necesitaba tranquilidad porque sino, iba a golpear a alguien. Saqué mi cuaderno de dibujo y comencé a soltar todo.

Estaba dibujando con mi lápiz sobre el papel, concentrada en los trazos que hacía.

Una Luna comenzaba a definirse sobre el espacio en blanco, mientras buscaba más ideas, tal vez colocaría en el fondo un reflejo de mí misma.

De pronto, alguien sacudió toda mi imaginación que comenzaba a formarse en mi mente. Era Sydney, mi hermana estaba buscando la manera de llamar mi atención.

—Paris, hay visita afuera —Informa.

—¿Quién? —Pregunto irritada.

—¿Quién crees que es? —Se cruza de brazos fastidiada pero con burla, y me fulmina con esos ojos aguamarina.

Resoplé y me levante de la silla, por lo menos estaba vestida decentemente para recibir visitas, le di un beso en la mejilla a ni hermana y ella puso una mueca de asco —Boba...—Reí y abrí la puerta.

Ella había llegado una hora después de la discusión con Jake. A sus catorce años era una chica sumamente inteligente.

Me asomé y a un lado estaba apoyado Duff mirando al suelo mientras daba golpecitos en su piernas cantando una melodía.

—Si a esa canción le añades una coreografía de jazz, quedaría impecable —Sugiero y él gira la cabeza rápidamente para mirarme.

Esboza una sonrisa.

Me.

Sonríe.

—Perdóname por lo de ayer con Jake —Se disculpa— Es que de sólo pensar si te pasa algo...—Le interrumpo.

—Ya no importa, ¿vale? Ese imbécil en su vida se cruzará conmigo —Digo para intentar calmarlo.

Después se hace un pequeño silencio pero Duff lo rompe —Buena la verdadera razón por la que estoy aquí es para hacerte una propuesta.

—¿Qué clase de propuesta? —Alcé una ceja, sonrío burlonamente y me crucé de brazos.

—Tengo que ir a hacer la compra al supermercado. Y cómo soy un poco desastre. Pensé que tú podrías venir a ayudarme —Se encoge de hombros.

Madre mía, pensé que Duff tendría un poco de romanticismo. Bueno, no tenía nada mejor que hacer así que le dije que sí.

***

Entramos al supermercado en silencio, Duff a veces me miraba de reojo y yo me ruborizada de la mejor manera. No sé porque ahora estaba nerviosa, ya nos habíamos besado, hemos dormido juntos y tenemos confianza.

¿Por qué siento este cosquilleo en mi estómago? Es una sensación tan extraña.

Duff saca del bolsillo trasero de su pantalón un papel con la lista de la compra.

—Pan —Dice— Luego también hay que comprar salsa de tomate, y más mierdas qué pide mi madre —Dice y suelto una carcajada.

Atravesamos el pasillo cinco y nos dirigimos a la panadería, Duff toma un recipiente y unas pinzas y toma varios panes.

Después me dirigí al pasillo cuatro en busca de un paquete de galletas.

De pronto veo que una pequeña niña de grandes ojos azules se acerca justo a ese lugar. ¡Oh no! ¡Qué no se le ocurra coger mis galletas de chocolate! Me apresuro, esquivando a la gente que no se dan cuenta de que me van a robar mis galletas.
Ella extiende el brazo, pero se le cae una botella de zumo de naranja. Casi quiero saltar de la felicidad. Me acercó y rápidamente cojo el último paquete de galletas. Mi vista cae en la pequeña niña que mira con ojos llorosos todo el proceso, me mira cómo si fuera un monstruo malvado.

Bad Decisions «Duff McKagan» ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora