48 | Vaso

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Sentí como el cuerpo comenzaba a temblarme de inmediato. ¿Qué? Quise mirar la carta entre mis dedos temblorosos una vez más pero fui incapaz de hacerlo, estaba paralizada. Mi cabeza empezó a encajar piezas y entendí el motivo de muchas de las cosas que papá había dicho la última vez que nos vimos. ¿Cómo ha podido hacerme aquello? ¿Si quería pedir mi custodia, no podía haber tenido la mínima delicadeza de comentármelo? El odio que una vez sentí por él comenzó a salir a flote de nuevo. ¿Pero de que iba todo aquello?

—Por encima de mi cadaver voy a dejar que se la lleve—le escupió mamá a Josh con frenesí. Cayden me arrebató el papel de la mano, confundido aunque Josh pareció entenderlo todo y abrazó a mamá que en un principio se negó. De un momento a otro, un sentimiento de vergüenza se apropió de mi.

Sentí que el poco control que tenía sobre mi vida se iba a pique. Mi vida estaba con mamá, jamas me había planteado ni por un segundo algo diferente. ¿Cómo iba a venir papá después de tanto exigiendo que viviese con él? ¿Acaso tenía él el derecho de pedir algo así? Fue él quien nos abandonó, fue él quien me puso la mano encima. ¿Y creía que estaría mejor con él que con mamá? ¿Que diantres le pasaba? ¿Estaba loco? ¿De verdad que cuando justo empezaba a sentirme cómoda y realmente feliz con la vida papá quería que me fuese a vivir con él? ¿Pero que iba a hacer yo sin mamá?

Me sentía rabiosa, a punto de explotar. ¿Como podían decidir terceras personas con quien debía vivir? ¿Acaso sabía un juez algo de mi o de mi vida? ¿Tendrán en cuenta mi opinión o seré un cero a la izquierda en todo esto? Escuchando a mamá llorar me sentí una inútil por ser en parte quien le estaba produciendo todo este sufrimiento. Vi a Adler hecho una bolita en una de las esquinas de la cocina. Tenía la cara completamente arrugada, con las cejas fruncidas y un profundo puchero y parecía a punto de echarse a llorar. Dios mío.

—Esto es una ridiculez—dijo Cayden agitando la carta en alto. Parecía tan enfadado que daba miedo. Su mandíbula estaba tan apretada que empecé a temer por su dentadura. Aún así, había en él un cierto punto de tranquilidad que me hacía no perder la fe en que todo esto quedaría en un simple susto que nadie querría recordar. En algún momento, Adler salió corriendo de la cocina y Cayden suspiró ruidosamente. Miré la carta sobre la mesa, seguía ahí, aquello era real, no era ninguna pesadilla de la que despertaría en un rato. ¿Porqué justo ahora que nos estábamos recuperando de todo lo sucedido con Adler?

—Cayden. ¿Porqué no llevas a Hester a fuera para que le dé el aire?—preguntó Josh mientras pasaba la mano por la espalda de mamá, intentando consolarla. No fue hasta que Josh pronunció esas palabras cuando me di cuenta de que estaba hiperventilando y de que me faltaba el aire gravemente. Mi garganta estaba cerrada completamente y sentí como la ansiedad corría por mi cuerpo, entumeciéndolo de una manera escalofriante.

—Ven aquí—Cayden puso una mano en mi espalda con muchísima delicadeza, como si temiese que el simple contacto de esta me hiciese salir corriendo como un ratón asustado. Mientras que me guiaba hacia el exterior de casa me sentí frustrada: No quería convertirme en la pobre niña que no quería irse a vivir con su padre pero a la que obligarían a hacerlo, no quería parecer una víctima aunque en realidad lo era. Que no pudiese decidir sobre mi vida me hacía sentir como si no fuese más que una cría. ¿Cómo sería tener una pesadilla sobre papá, bajar al salón y encontrarle allí? Sentí como el bello de mi cuerpo se erizaba. Madre del amor hermoso.

—Tienes que relajarte, en serio—dijo Cayden una vez me había sentado en uno de los escalones del porche. Apoyé mi cara en una de mis manos y le miré de soslayo. ¿Cómo iba a relajarme? En aquellos momentos solo quería ir a arrancarle los ojos a mi padre. Me sentía traicionada. Bufé y enterré la cabeza entre mis piernas, intentando recuperar la respiración.

La noche que coincidimos.Where stories live. Discover now