Irritación

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Existían pocas personas que tenían el descaro de interrumpirlo mientras trabaja. Uno de ellos era Satanick, que gozaba de cierta inmunidad al ser su hermano; aunque en los peores días ni el mismo Diablo salía librado.

El segundo era Liliya, el solitario y narcisista Dios ingresaba a la oficina con descaro y con eso mismo tomaba a Fumus y lo secuestraba. Era pocas las veces que lo hacía, pero cuando pasaba Fumus se veía atrapado en un mundo de primavera permanente hasta que el otro quisiera.

Y la última persona, el último idiota de la lista estaba ahí. En su sofá como si fuera de su propiedad, ensuciando el costoso cuero. La mesa de centro llena de comida a medio terminar o que no había sido tocada en absoluto. Murmullos y suspiros exagerados. Saltos de uno lado a otro, chillidos molestos.

—Fumus—.

El Dios tomó papeles y comenzó a leerlos para después comenzar a firmar, a corregir. Su acompañante bufó con molestia.

—Fumus—.

Volvió a llamar y recibió el mismo trato. Fumus estaba acostumbrado a constante interrupciones, a una constante molestia que era capaz de cerrar su mente y concentrarse. Pero Elux formaba parte de ese selecto grupo que lograba sacarlo de sus casillas de maneras especiales. Elux infló las mejillas con molestia y se levantó del sofá. Caminó hasta el escritorio, y observó con los brazos cruzados al otro Dios trabajar.

Fumus se sobresaltó cuando sintió como algo se movía en sus pies y bajó la mirada encontrándose a Elux entre sus piernas. Elux le sonrió, mostrando sus blancos dientes y dejando sus pequeñas manos en las rodillas del Dios de Pitch Black. Fumus le ignoró y regresó la mirada a los papeles.

Elux frunció los labios e infló las mejillas al ver que Fumus le ignoraba una vez más. No es que fuera algo de otro mundo que lo hiciera, pero le irritaba. Elux quería a Fumus, le gustaba estar con el amargado Dios, pero no le gustaba que le ignorasen; y se lo iba a hacer saber.

—Fumus—. Canturreó y golpeó las rodillas del otro Dios con las largas mangas de su abrigo. —Fumi, ¡Fumi! —.

Sabido era que el susodicho odiaba los sobrenombres cursis y empalagosos, especialmente si estos eran en diminutivo, pero ese día estaba excepcionalmente concentrado ya que ni así miró a Elux. Ya con los nervios a tope, Elux tomó medidas drásticas.

Cambió su figura femenina por la masculina; mucho más alta, más grande, más robusta. Tomó las piernas de Fumus por los muslos y lo levantó mientras se levantaba del suelo. Con brusquedad separó a Fumus del escritorio y lo acorraló en su propia silla.

—¡Préstame atención! —. Demandó Elux, sentando a Fumus en su regazo. —¡Fumus, Fumus, hazme caso! —.

Fumus enmarcó el rostro del otro Dios con sus manos, callando los gritos. Elux sonrió al ver que al fin obtenía la atención que tanto quería, y se habría dejado llevar por las otras manos de no ser porque Fumus apretó sus mejillas con fuerza brutal. Elux observó a su congénere, y el ceño fruncido del otro no era buena señal.

Las manos de Fumus se movieron hasta los ojos de Elux. —Te voy a matar—. Siseó antes de intentar enterrar los pulgares en los ojos de un bufón que reía a carcajadas ante la amenaza. 

One shot, One killWhere stories live. Discover now