LVIII

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En mi escritorio permanecen mis nuevos cuadernos. Mis plumones y lapiceros estaban en buen estado no necesite comprar otros. Felizmente una compañera responsable de clases accedió a prestarme sus cuadernos. Eran impecable y de letra entendible. Se los hubiera pedido prestados a Yein pero llevaba su propia organización que no conseguía comprender, ella misma se hacía en ocasiones problemas tratando de entender lo que había copiado. Llevo escribiendo desde hace hora y media sin terminar. Mi madre no iba dejar que fuera a ningún sitio hasta que tuviera todo en orden. Le había inventado una excusa que explicara el resultado fatal de mi material escolar para evitar explicar en detalles lo que verdaderamente ocurrió. 

Sigo escribiendo usando el lapicero azul.

El timbre de mi casa suena, haciéndome soltar el lapicero del susto, este rueda hasta llegar cerca de mi armario. Alguna visita debe haber llegado, no recuerdo que mis padres hicieran algún pedido a domicilio. Ruego que mamá no me pida bajar a saludar y fingir una sonrisa amistosa de payaso.

Agudizo el oído tratando de averiguar la identidad del recién llegado. Mamá saluda amigablemente, dado que no logro escuchar la voz del receptor dejo de prestar atención. Voy por mi lapicero.

Creo estar salvada luego que los minutos siguen pasando sin que me pidan bajar, creo que mi intervención no será necesitada. Estoy a punto de festejar mentalmente cuando el grito esperado llega haciéndome bufar, renegar.

Iba celebrar antes de tiempo.

—¡Sunhee! —grita mi nombre—. Tu amiga ha venido de visita. Me explico que no pudo avisar que vendría. Va subiendo —avisa. Pocas veces era tan comprensiva con visitas inesperadas.

Pienso en Yein en primera lugar. No avisó que vendría. ¿Quizá otras de las chicas del salón con algún problema?

Me apresuro abrir  la puerta de mi habitación dejando olvidados mis deberes escolares. Cerca del umbral me encuentro ya esperándome una muchacha guapa, lo sería mas si no llevara puestos esos feos lentes gruesos que opacan mucho su delgado rostro. Se me hacía familiar pero no podía afirmarlo.

—¿Hola? —digo tratando de buscar en el fondo de mi mente alguna imagen de la muchacha que me recuerde algún momento que compartiera con ella.

Evita mi saludo e ingresar en mi habitación con confianza. No se apena por evitar entablar un saludo.

Su extraña aparición deja una mala y extraña sensación en el aire. Un ligero malestar, dejo abierta mi puerta. Me giro para hacerle frente, reclamar su falta de respeto por evitar mi saludo e inmiscuirse en casas ajenas sin ser conocida o mentir siéndolo. Dado su mal educado comportamiento me niego mostrar amabilidad, comprensión.

Esta parada muy quieta con la cabeza gacha delante del armario, si no hubiera recogido mi lapicero anteriormente lo hubiera pisado sin dudas, su alarmante postura hace que detenga mi reclamo. Daba un muy mal rollo su quietud.

—No sé quién eres. Debes irte de mi casa. Tampoco ayuda que estes siendo maleducada —acabo diciendo.

Levanta la cabeza sin prisa, lo cual me permite presenciar su mirada antipática.

—¿No te ha quedado claro que dejes de leer las estúpidas cartas? —casi chilla furiosa entre dientes—. Me has hecho venir a decírtelo en tu horrible cara.

Esas palabras son suficientes para delatar sus intenciones, saber de quien se trata.

Tomo control de mi furia para no tomar lo mas cercano a mí y tirarselo en la cabeza. Detengo mis violentos impulsos por mi madre, no quería supiera de este pequeño problema.

Manejo de emociones, Sunhee. Me digo.

Sonrío mostrar lo poco que ella me afectaba

—Quería conocerte. Conocer a esa muchacha hambrienta de atención porque no recibe lo suficiente en casa —empiezo marcando lo que pienso de ella—. Por ello se dedica a mandar "notitas amenazantes", pero no te preocupes yo estoy aquí. Te puedo escuchar —llevo mi mano hasta mi oreja como parte de mi actuación—. Si tienes algún miedo o preocupación puedo escucharte. Puedes contar conmigo. No es necesario comportarse como una psicópata. 

Mis palabras consiguen mi objetivo hacerla rabiar. Gracioso.

—Tú no te estas tomando esto enserio —suelta señalándome con un dedo—. Vas a lamentar hacerte la graciosa. Soy real por si dudabas, y alguien dispuesta en cumplir sus objetivos —sentencia contrayendo su expresión—. ¡Deja de leer las cartas!—lo último lo expresa en medio de un berrinche infantil.

La estupidez de su tonto comportamiento es sorprendente.

—Si tus niñerías y tu comportamiento ridículo continúan iré la próxima vez directo a dirección  —aviso dejándole claro que no era una persona de la que pueda abusar sin consecuencias—. Quizá debería seguir tu juego y devolverte cada cosa que hagas. Sería divertido, ¿no?, ver quien termina peor. Pero no soy esa clase de persona. Perdonaré tu desagradable show, luego no mostraré tanta amabilidad.

Pone los ojos en blanco.

—Como si una acusación en dirección pudiera afectarme —resuelve chasqueando la lengua, no le interesa ser acusada.

—Hablo enserio.

—No harás caso. No harás caso —repite entre balbuceos comunicando que realmente no le interesa ser acusada.

Camina de un lado al otro, notó el temblar leve de sus manos mientras sigue balbuceando bajito.

—¿Quedó claro? —cuestiono. Sus acciones en verdad empiezan asustar. Parecía una persona con muchos problemas.

—Lo que suceda ahora será tu problema. Yo fui buena advirtiéndote. Fui buena. Papá entonces no se molestara  —asiente. Parece querer convencerse que su comportamiento es correcto—. Lo fui. Fui buena.

—Con nada de esto lograrás tener la confianza de él, si esas son tus intenciones de armar esta tontería —intento razonar—. Dejas una mala imagen, vas a lograr que se aleje, en lugar conseguir ser su cercana. Piensa un poco. No es agradable tener compañía de una persona que actúe de manera tan irracional. 

Sus facciones muestran confusión por un instante. Se recompone rapidísimo aferrándose en sus ideas corruptos.

—Eso lo veremos —suelta en la misma furia que lleva mostrando—. Me largo —da grandes zancadas hacia la salida de mi habitación.

No se quedaría quieta, eso era seguro.

—Chau, cuídate amiga —me despido socarrona mientras ella baja rápidamente por las escaleras dando tumbos—. Vuelve pronto. Ten cuidado en el camino. Llama cuando llegues.

Sus malas vibras siguen presentes.

Era un descaro de su parte venir hasta mi casa tan tranquila a soltarme sus tonterías. Lo bueno fue que podría tener un ojo en ella ahora, estaría prevenida.

Luego estaba mi madre. ¿Cómo la dejaba pasar sin saber quien era?. Luego tendría que darle clases de quién debe entrar a casa y quién no, se lo explicaría mediante imágenes y todo. ¿Desde cuando vulnerar la seguridad de este hogar era tan fácil?

 ¿Desde cuando vulnerar la seguridad de este hogar era tan fácil?

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Love Letters《》 Min Yoongi (COMPLETA) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora