Capitulo 3

2.2K 177 30
                                    


Las clases comenzaron en el High School Konoha. La vida en la ciudad volvió a la normalidad. Naruto tomaba un autobús todas las mañanas que lo dejaba a escasos metros de la escuela. Las primeras semanas transcurrieron sin ningún tipo de incomodidad para el profesor. Sabía cómo separar la vida profesional de los sentimientos personales. Hinata actuaba con normalidad ante el resto de sus compañeras, hacía los ejercicios que Naruto mandaba para casa y procuraba no sobresalir.

Su obsesión no cesó en ningún momento. Que la joven lo ignorara mientras hablaba con otras compañeras, le molestaba aún más.

La mirada de Sarutobi tras el cristal de la puerta, servía como analgésico para olvidar durante unas horas, las mariposas que volaban sobre su cabeza.

No fue hasta la llegada del otoño cuando Naruto bajó la guardia.

Un día Naruto recibió un mensaje de Ino en el teléfono. La joven apareció en su apartamento, fingiendo haber olvidado algo de su bolso que nunca lograron encontrar. Tuvieron sexo, y el encuentro esporádico derivó en numerosos encuentros casuales sin explicaciones.

Una o dos veces por semana, ella aparecía y fornicaban como animales en todos los rincones de la habitación. Naruto se sentía mejor. Le ayudaba a eliminar de sus pensamientos a Hinata.

Acostarse con Ino le producía placer. No le interesaba la joven y temía que tarde o temprano acabara sintiendo algo por él. Siempre ocurría. Siempre es uno de los dos el que miente, hasta que no puede seguir, y entonces el corazón se resquebraja, sangrando lentamente por los golpes de la otra persona. Una tarde, tras acostarse, Ino abrió una lata de cerveza y encendió un cigarro. Naruto aún se encontraba en la ventana con los botones de la camisa desabrochados.

—Hemos terminado, ¿verdad? —dijo ella dando un trago.

—Sabías que podía ocurrir.

—No tienes por qué darme explicaciones —dijo y dio una bocanada de humo—. Fue divertido.

—Sí... —contestó—. Me alegra que te lo tomes tan bien.

—¿Cómo? —preguntó. Naruto la miró a los ojos con una sonrisa —: No pienses que me he enamorado de ti, no seas tan engreído.

—Será mejor que te vayas, Ino.

—¿De verdad que estamos teniendo esta conversación, Naruto?

—¿Qué esperabas? Los dos sabíamos que esto terminaría. Te dije que no tuvieras sentimientos hacia mí, que te mantuvieras al margen... Tú ya no disfrutas, ahora sufres. Lo noto en tus manos, en la forma en que me miras, y para mí no es fácil, no es nada fácil acostarme contigo sabiendo que te estás enamorando. Así que pienso que es lo mejor.

Ino tenía los ojos vidriosos, el corazón en un puño y en el otro una cerveza con un cigarrillo.

—¿Quién es? —Preguntó haciendo un esfuerzo por no derramar una lágrima frente a Naruto. Dio varias caladas al cigarro —: Porque es obvio que hay otra.

—¿Qué te hace pensar eso? —Preguntó.

—Porque eres un cretino. Eso es todo. ¿Acaso crees que eres el único que se da cuenta de las cosas? Sé que nos acostamos porque no quieres estar solo, porque necesitas tirar toda la mierda que llevas dentro. He conocido a varios como tú, y siempre es la misma historia. Vosotros no queréis una relación ni conocer a nadie. Sólo os podéis querer a vosotros mismos. Sois vuestro único examen y la única persona a la que queréis escuchar. Necesitáis follar y tratar a alguien como si fuera un filete, tener algún gesto caballeroso para no sentiros miserables. A algunos se os va la cabeza a otro lado, otros sabéis cómo mantener la compostura. Aún no he tenido tiempo para saber qué tipo de psicópata eres, pero tengo claro que no eres una excepción. Desde la primera vez que nos acostamos, supe que mi vida sería un drama si seguía contigo, pero decidí continuar, darte una oportunidad, convencerme de que serías distinto aunque la intuición no me fallara, intentando creer que tras ese rostro hay una persona con sentimientos aunque no sepas lo que es sentir, porque yo también soy una persona y tengo mis necesidades, porque yo tampoco quiero estar sola y prefiero dormir caliente en la cama aunque sea con un imbécil que sólo piensa en sí mismo. He intentado convencerme de que tú podías ser esa persona, estando dispuesta a quererte y aceptarte como eres, pensando que algún día podrías ser otro. Lo he intentado tanto que he acabado sintiendo algo por ti.

Naruto se giró y la miró a los ojos. Ino estaba sentada en el sofá, ajustándose las medias. Él dio varios pasos y cogió una cerveza. La abrió, dio un trago y volvió a mirar a Ino.

—Das pena. Eres patética —dijo —. Lárgate.


  Quizá Ino no conocía demasiado a Naruto. Odiaba la crítica y mucho más si era él quien estaba siendo juzgado. En lo más profundo de su persona, reconoció que Ino tenía algo de razón. Naruto no la quería y no la podía querer, igual que le pasó con Shion, pero nunca se desmotivó por equivocarse de mujer. No obstante, entendió que Ino hablara desde el rencor, el odio y el dolor de un corazón que se había llevado dos decepciones en muy poco tiempo.

Ino, asustada, cogió sus pertenencias y salió del apartamento prometiéndose no volver jamás. Él no hizo nada para detenerla.

Aquella misma noche, Naruto decidió salir a dar una vuelta. Quería divertirse, ver a personas desconocidas. Tan sólo quería tomar una copa rodeado de gente. Caminó por Takeda Ryuchicho dejando a un lado el Palacio de Cultura, oculto bajo la noche, guardando un halo de misterio entre sus pasos, sonriendo a las chicas que se dirigían a los bares de fiesta fumando cigarrillos finos. Se adentró en el corazón del centro hasta llegar a Kiyamachi dori, la calle que no dormía, donde siempre había un bar abierto. Todo lo que Naruto necesitaba estaba allí. Hizo varias llamadas a números que tenía en su teléfono y a los que no ponía rostro. Eran amigos de Shion.


Eran amigos de su ex novia.

Él no era nadie para ellos.

Entonces contestó alguien, era suigetsu Hozuki, un viejo amigo de Shion.

—¿Qué hay? —dijo.

Naruto sabía que Suigetsu era una de esas personas a las que nunca podía pedir un favor porque jamás se acordaría de él. Suigetsu tuvo varios pequeños éxitos en Youtube, aparecía en televisión, en anuncios de telefonía, en bebidas energéticas. Suigetsu era famoso, pero ninguna chica quería ser la mujer de un payaso de internet. Por eso, odiaba su vida. Había hecho de su vida un desastre y bailaba en una espiral que intentaba comprar con dinero a todo el que estuviese a su alrededor. Naruto supo que se alegraría de verlo, aunque fuese por unos segundos.

No tenía opción.

—Club Kitsune Kyoto —dijo.

______________________________________

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

______________________________________

NO SE OLVIDEN DE VOTAR

Gakkō ai ( amor escolar) NaruHinaWhere stories live. Discover now