Capitulo 6 - segunda parte

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Quizá por temor o simplemente respeto, Hinata asintió con la cabeza, aclarando que la conversación había terminado.

—En unos meses no tendremos que escondernos más.

—¿Crees que consentiría que su hija diese una imagen así?

—¿Así? —dijo ella.

—La alumna y su profesor.

—Quiero mucho a mi padre, pero no debe ganar.

—Por el bien de Japón... —dijo Naruto.

—Te equivocas —contestó —. Mi padre es un buen hombre.

—Tu padre quiere regresar veinte años al pasado.

—Eso no es cierto —dijo ofendida —. Imagina que no hicieses correctamente tu trabajo.

—Tu padre sólo quiere poder.

—Esta conversación no tiene sentido —dijo Hinata.

—Te lo advierto —dijo Naruto —. Nunca aprobará nuestra relación.

—Sí lo hará.

—¿Cómo estás tan segura?

—Ya te lo dije, soy capaz de todo —dijo —. Un padre jamás arriesgaría perder la vida de su hija.

Las palabras de Hinata calmaron a Naruto. En ocasiones, olvidaba que Hinata fuese una adolescente, porque ni ella era tan joven ni él tan maduro.

Se despidieron en la estación de metro de Kioto una bonita estación de diseño moderno con forma de auditorio.

Ella continuó en el vagón y él se bajó. No podían permanecer juntos.

Era otra de las normas que habían pactado.

Sacó el teléfono y escribió en un mensaje 私はあなたの愛を愛しています, un simple te quiero amor en Japones. Entró en el vagón. Estaba vacío. Cientos de imágenes corrieron por su pantalla frontal. Hyuga, la publicación del libro, Hinata, Paulina, la galería de arte, su familia, Tsunade, ventanas, Kioto, la chica de la pizzería... Bajó en Metro y sintió la presencia de alguien. Caminó varios metros hasta que escuchó pisadas y a varios tipos en un parque. Los pasos se acercaban, el ruido de las pisadas se amplificaba en sus oídos. Cuando quiso reaccionar, recibió un golpe en la espalda y cayó al suelo. Dos tipos con la cabeza rapada, Naruto no entendía lo que decían. Se protegía el rostro con los brazos. Uno le quitó el teléfono y el otro lo pateaba en el estómago.

No intentó defenderse, inútil desde allí abajo.

Subió al apartamento y se metió en la ducha.

Lloraba, lloraba como un perro piojoso.

Lastimado, se metió en la cama y miró al techo en la oscuridad, pensando en lo sucedido. No supo definir qué sentía. Impotencia, asco por la raza humana y por el país en el que vivía.

Se preguntó por qué y cómo, esperando una respuesta. Pero no llegó nada.

Alguien lo observaba de cerca.

Naruto había recibido su primer aviso.

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Gakkō ai ( amor escolar) NaruHinaWhere stories live. Discover now