Capítulo 4: Recuerdos

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–Ni tú tampoco –le dijo Ed a Caspian. Le agradecí mentalmente que hubiera hablado, pues eso había hecho que llamara la atención del príncipe telmarino y su mirada se desviara de mi.

Peter parecía estar molesto, aunque, sorprendentemente, no lo demostrara y tuviera una expresión indiferente con Caspian. Algo me decía que en un futuro cercano, se descontrolaría.

–Hemos esperado su regreso, alteza –de entre la multitud salió un pequeño animal, un ratón, y se acercó a Peter, llamando la atención de éste. La mirada del rubio se suavizó–. Nuestros corazones y armas están a su servicio.

–¿Ya vieron, chicas? –nos preguntó Lucy a Susan y a mí refiriéndose al ratón–. Es tan tierno.

El pequeño animal pareció ofenderse ante el comentario y desenvainó una muy pequeña espada hecha a su tamaño, aparentemente.

–¡¿Quién dijo eso?! –exclamó.

Lucy se disculpó, pero el ratón al darse cuenta de que se trataba nada más y nada menos que de una de las reinas de Narnia, terminó disculpándose él y corrigiendo a Lucy sobre qué adjetivos lo describirían mejor.

–Bueno, al menos sabemos que algunos saben defenderse –comentó Peter con una sonrisa, como si su malestar de hace un momento se hubiera desvanecido de la nada.

–Así es, y recientemente aproveché mi talento para conseguir armas para su ejército, señor –le informó el pequeño.

–Bien, entonces vamos a necesitar todas las armas que tengamos –dijo volviéndose hacia Caspian con la misma mirada dura de antes.

–Entonces tal vez deba devolverte tu espada –le contestó el príncipe, tratando de bromear con él.

A diferencia de Peter, él parecía querer llevar la fiesta en paz, pero al rubio, el desagrado que parecía tener por Caspian se le hacia notar. Claro que el príncipe telmarino tampoco era sordo ni ciego, probablemente lo había percibido al menos un poco en la manera que Peter lo miraba y en el tono de su voz. La mala corazonada acerca de esos dos aumentó. Se notaba la tensión entre ambos chicos, y conociendo a Peter... no es que últimamente la palabra "paciencia" lo describa del todo.

Peter tomó la espada que Caspian le extendía y rodó los ojos en una mueca mientras se volvía a caminar hacia a mí. Me tomó de la mano y me llevó con él caminando de delantera. Por curiosidad, giré mi cabeza para mirar hacia atrás, y pude vislumbrar a Caspian mirándonos interesado y podría decirse que algo incómodo. No lo voy a negar, el chico no está feo.

–¿Pasa algo? –me preguntó Peter curioso, haciendo que lo mirara.

–Eh... no, nada especial –mentí.

Me miró no muy convencido y, por consiguiente, se inclinó y me besó en la coronilla de la cabeza. Le sonreí, y besé su mejilla.

Un rato después, Caspian se acercó a hablar con Peter sobre todo lo que había estado haciendo con las tropas y que podrían necesitar. Susan y Ed venían detrás nuestro. Lucy, por otro lado, venía más atrás junto a nuestro amigo enano.

–¿Y entonces... cómo son? –escuché que preguntaba el tejón.

–Impertinentes, revoltosos, tercos como mulas en la mañana –respondía Trumpkin.

El tejón soltó un bufido.

–Entonces te caen bien.

–Un poco –contestó Q.A. costándole un poco reconocerlo y no pude evitar esbozar una pequeña sonrisa de diversión.

Me solté de la mano de Peter, y me acerqué a los Pevensie de detrás.

–¿Qué tal, chicos? –saludé.

Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian (Peter Pevensie & tú)Where stories live. Discover now