de artes ; 4

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Se encontraron frente a la avenida, esperando a tomar un autobús que los acercara al lugar donde los Cabello y los Jáuregui tenían el evento. Jinhwan se había encargado de mantener a todos juntos y controlados, inclusive a Junhoe, quién parecía como otro niño más.

Si alguien los viera, vería a un grupo extraño. Dos universitarios totalmente opuestos, que pese a eso se gustaban mutuamente. Una chica morena que ignoraba al resto. Dos adolescentes amigos que parecían una pareja, se gustaban pero ambos lo hacían difícil, y dos niños que eran ajenos a todos los problemas.

—Ahí viene — comentó Camila llamando la atención de los demás. El autobús se detuvo frente a ellos y los mayores ayudaron a subir a los menores, Junhoe se quedó junto al chofer y una vez que todos abordaron pagó los pasajes.

Jinhwan terminó compartiendo asiento con él, la atmosfera con ellos era extraña, el más bajo continuaba molesto con él y aun así Junhoe continuaba intentando hacerlo sonreír.

—Sigues molesto — comentó el peli-azul luego de un largo rato. El castaño lo miró a los ojos y aparto su mirada de inmediato.

—Nos hubiéramos ahorrado todo esto si no hubieras sido tan descuidado. — Contestó mirando hacia la ventanilla.

—El problema es que siempre llevas una vida tan acelerada. — Prosiguió el más alto prestándole atención. — A veces necesitas momentos como estos ¿sabes?

— ¿Cómo dejar a un niño incendiar la cocina de su casa? ¿Perder una adolescente responsabilidad tuya en la ciudad más grande del país? ¿Perder un auto que vale miles de dólares que ni siquiera es tuyo? — Respondió Jinhwan girándose para encararlo. — ¿Esa era tu definición de 'desacelerar de vez en cuando'? — Ante aquello y el evidente enfado de Kim, el contrario rió. — ¿Te parece gracioso?

—Me pareces lindo cuando te enfadas. — Contestó Junhoe con seguridad viéndolo a los ojos. De inmediato su corazón comenzó a bombear sangre con mayor rapidez saturando sus mejillas logrando que el color rosado lo caracterizara de inmediato. Para su suerte, Erick llamó la atención de todos.

— ¡Es aquí! — Todos se pusieron de pie en un brinco, Joel tocó el timbre pidiendo la parada, los mayores ayudaron a los pequeños a descender del transporte y una vez estuvieron todos reunidos –justo como Jinhwan los quería-, caminaron hacia el lugar.

El evento se llevaba a cabo dentro de uno de los salones del hotel frente a ellos, entraron en el establecimiento. Caminaron lentamente prestando atención a cada sala que pasaban -de las cuales muchas se encontraban vacías-, la recepción del lugar era enorme; y en el fondo un gran evento se llevaba a cabo y debido a que parecía ser el único de tal magnitud de la noche, se acercaron.

— ¿Invitación? — Cuestionó el enorme hombre frente a la entrada deteniéndoles el paso.

—Verá, ellos — señaló Jinhwan a los menores dando referencia — vienen con sus padres que se encuentran en la fiesta, sólo necesitamos hablar con ellos un momento y...

—Sí, y yo soy hijo del presidente. — Comentó sarcásticamente el hombre. Jinhwan suspiró, comenzaba a frustrarse. Junhoe notó aquello y decidió intervenir.

—Sólo necesitamos que deje pasar a uno de nosotros, verá....

—Sin invitación no entra nadie. — Sentenció el trajeado. El más bajo suspiró escandalosamente, cerró los ojos y los abrió de golpe colocándose frente a frente al hombre.

—Entraré a esa fiesta le guste o no. — Justo antes de terminar de hablar esquivo al hombre rodeándolo por el lado izquierdo, movió su cuerpo lo más rápido que pudo e intentó correr dentro del salón. Los enormes brazos del mastodonte lo estrecharon bruscamente, jalándolo nuevamente fuera; no hizo falta mencionar que otro hombre del mismo porte y tamaño que este apareció relevándolo en la entrada mientras el primero arrastraba a un Jinhwan entre sus brazos pataleando y forcejeando a la calle, con una gran multitud detrás de ellos alegando que lo bajaran.

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