Te advierto: Las peleas de robot son ilegales

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Dato: Universo Alterno donde Tadashi sigue vivo, el incidente en la feria no ocurrió.

Cuando Hiro le había dicho que el lugar a donde iban era ilegal y podían ser arrestados si la policía los encontraba pensaba que estaba bromeando. Creyó que intentaba hacerle cambiar de opinión con una mentira piadosa para poder ir solo, como el asiático había planeado desde un inicio.

No, no lo era.

Era de noche. Apenas habían puesto un pie en la entrada del callejón y su sexto sentido ya tenía un mal presentimiento, como los que su madre decía tener cuando su hermana menor dejaba de hacer ruido por un largo rato. Podía escuchar el bullicio de una gran cantidad de gente vitoreando un nombre japonés que no podía entender bien y el sonido de máquinas chocando con fuerza.

El terreno olía a peligro puro, no le gustaba.

Tenía miedo, tenía mucho miedo, pero no lo admitiría frente a su amigo después de que había insistido tanto por acompañarlo e ignorado las advertencias antes de salir. Miguel solo opto por meter sus manos en los bolsillos de su chaqueta roja, respirar hondo y quedarse cerca de Hamada en caso de que algo saliera mal.

Rivera pecaba de ser demasiado curioso, y bien decían que la curiosidad mato al gato.

Por el otro lado el chico de ojos rasgados sonreía ante el sonido de la pelea en el centro del círculo de personas, se sentía bien estar de vuelta en su zona después de un buen descanso trabajando en los laboratorios de la Universidad.

Sólo era esta noche, Tadashi no tenía por qué enterarse. Iba, participaba en una ronda, recolectaba el dinero ganado y se marchaba junto al moreno como si nada hubiera pasado. Era el plan perfecto, el dinero solo un plus que se llevaba después de ver la cara de derrota del "rey de la montaña" en turno.

Sólo hacia esto por la sensación de adrenalina y victoria.

— Hiro —la voz de su acompañante le regreso los pies a la tierra—, creo que deberíamos irnos.

— ¡¿Bromeas?! ¡Acabamos de llegar! —contestó sin quitar su sonrisa petulante mientras se hacía paso por la multitud, tomando a Miguel del brazo para no perderlo—. Además, tengo el presentimiento de que la batalla de esta noche será bastante interesante.

— ¿Sí? Creo que presentimos cosas distintas.

— Vamos Miguel, te prometo que sólo será una ronda —se detuvo para verlo a los ojos y darle un poco de seguridad—, ¿está bien? Una y nos vamos directo a mi casa.

Rivera dio un vistazo rápido al campo de batalla, a la gente rara a su alrededor que le fulminaba con la mirada y de regreso al nipón que tenía frente suyo sosteniendo su brazo con fuerza. El mal sentimiento no le dejaba por más que pensaba en ello, pero Hamada se veía tan emocionado de estar ahí y participar, se veía tan feliz de pelear con su pequeño robot.

El prodigio tenía el mismo brillo de orgullo en sus ojos que él tenía al tocar su guitarra, no tenía el corazón para quitarle eso.

¿Qué tan malo podía ser? Hiro era un genio después de todo y él sabía lo que hacía... ¿Verdad?

— Está bien —respondió después de un minuto de silencio. Aun batallaba para calmar el ritmo de su respiración y aguantar los nervios—, está bien. Confió en ti, solo una pelea y nos vamos.

— ¡Es todo lo que necesitaba oír!

Y con eso ambos siguieron su camino hasta el centro del público donde Hamada ya estaba listo para anotarse en el siguiente turno.

~°~°~°~°~°~

Miguel estaba empezando a reconsiderar la confianza que tenía sobre el mayor.

Es más, estaba más enojado que asustado en ese preciso momento. Ya se había cansado de correr entre los callejones mal pavimentados y de seguro había bajado de peso todo lo que había comido la última semana, pero no podían parar hasta que dejaran de escuchar la voz de los policías ordenándoles que se detuvieran o encontraran un buen escondite en el camino.

La pelea había sido un total éxito para el oriental, con su plan infalible de hacerse el desorientado en el tema la primera ronda y acabar con su oponente sin piedad a la segunda como no iba a ganar. Era pan comido.

El músico se había dado el tiempo de aplaudirle orgulloso mientras recogían el dinero y Hiro se despedía con soberbia ante la mirada impactada de la gente.

El problema fue cuando se dio cuenta que los aliados del perdedor tomaban palos y tubos de metal con cautela, capto la mirada para nada amigable que les dedicaban y sin perder tiempo tomo a su compañero de la manga y salió corriendo sin darle oportunidad de terminar su discurso. Los brabucones pisándoles los talones en todo momento hasta la salida del callejón.

De ahí todo se puso peor cuando los vecinos llamaron a la policía gracias al bullicio que habían generado.

Ahora el menor tenía hambre, frio, le dolían las piernas y estaba siendo perseguido por tres sujetos con armas y linternas; pero Hamada no dejaba de reírse entre cada exhalación.

Bien que lo estaba disfrutando.

— ¡Miguel! —gritó el chico mientras daban la vuelta hacia otro callejón—. Escucha con atención, en la siguiente esquina a la derecha hay una reja que obstruye el paso.

— Es bueno saberlo —respondió con evidente molestia.

— Déjame terminar —objetó—, quiero que estés listo para escalarla y saltar en el menor tiempo posible. Voy a distraer a los policías, tú corres, escapas y te escondes en el primer contenedor de basura que veas.

— ¡Espera, ¿Qué hay de ti?! —el fastidio tornándose en preocupación.

— ¡Tranquilo, estaré bien mientras tu estés fuera de alcance! —contestó con una sonrisa confiada, tomando la esquina contraria y viéndolo a los ojos— ¡No es la primera vez, Miguel! ¡Nos vemos en mi casa!

Lo último que vio de su amigo, antes de dar la vuelta y correr al enrejado, fue como este le despedía con la mano y procedía a hacer el mayor escándalo posible tirando botes de basura y cajas de madera en el camino.

¿Cómo había permitido que terminaran en este lío? 

Un Pequeño Regalo de Navidad para Maty [Hiroguel/Higuel]Where stories live. Discover now