Epílogo

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El 24 de diciembre fue un día con mucho viento, frío y con nieve; pero nadie deshizo sus planes para reunirse con sus seres queridos. La familia de Vainilla, la de Pervinca y la de Scarlet estaban reunidos frente al fuego de la chimenea de los Burdock. Los niños corrían de un lado a otro dentro de la sala junto a las apresuradas hadas que los seguían a todas partes. 

-¿Estás segura de que esta noche no vendrán los abuelos de los niños? -Preguntó James a Pervinca. La mujer alzó los hombros con desinterés y luego regaló una de esas cálidas sonrisas que pocas veces daba. 

-Mis padres y los Grisam se han juntado en la plaza del Roble junto a sus amigos; seguramente los tuyos y los de Scarlet también estén ahí -respondió Vi-. Quizá, cuando la nieve pare, nos juntemos con ellos... ¡Y eso que los he invitado a venir! Cuando mi papá predijo la nieve, decidí invitar a todos; pero son tan insistentes que no desearon venir. Son peores que nuestros niños juntos, ¿sabes? 

-Lili e Iris, querrás decir -James la corrigió-. Mis hijos son muy tranquilos; lo heredaron de mí. 

Pervinca observó fijamente al azabache, negando con la cabeza. ¿Sus hijos siendo tranquilos? ¿Él siendo tranquilo? ¡Formaban parte de la familia de los intrépidos Burdock! Los Burdock nunca paraban de moverse.

-Tranquilos o no, mi hija heredó mi inteligencia y destreza -Vi defendió a Lili-. Iris, en cambio, desarrolló el interés por las artes que mi hermana tiene. 

-¿Les estás diciendo ignorantes? -El hombre sonrió cuando notó a la bruja molesta. Sabía perfectamente que eso no era lo que quería decir; pero era imposible no llevarle la contra a alguien como ella. 

Vainilla, quien miraba desde su lugar la discusión entre su hermana y el marido de Scarlet, negó con la cabeza. Parecían ellos los niños pequeños y no sus hijos. No sabía cómo era posible que la familia siguiera en pie, a pesar de tantos tropiezos. 

"Estamos perdidos... Perdidos..." Piensa Babú, levantándose de su lugar para ayudar a su esposo en servir la cena. Después de cenar, sería la hora de abrir los regalos y contar relatos familiares; los niños y ella eran los más emocionados por aquello. 

-¿En qué quieres que te ayude? -Preguntó la castaña, sobresaltando al pobre de Jim que se encontraba encerrado en sus pensamientos y deberes. 

-Ya casi termino todo -respondió él-. ¿Podrías llevar el pan y el pastel hacia la mesa? Yo llevaré las bebidas y con eso terminaremos. 

Asintiendo, la bruja cogió ambos platos y se dirigió hacia la gran mesa donde comerían todos. Si bien quiso ayudar en la preparación de todo, Pervinca y Jim no la dejaron; a pesar de llevar poco tiempo con su embarazo, la cuidaban con exceso. La pobre ni siquiera podía bajar sola las escaleras sin que alguien, al menos un hada, la acompañara; gracias al cielo podía ir sola al baño.

Tomando asiento junto a Scarlet y Grisam, quienes habían puesto en sus lugares a todos los niños, Vainilla llamó al resto de la familia para que tomasen asiento. Todo parecía normal... Muy normal para que sean parte de la familia Burdock o Burium.

Cuando Iris estuvo dispuesta a atragantarse con toda la comida que pudiese para olvidarse de sus "problemas de niña en crisis amorosa" gracias a Max, alguien tocó el timbre: ahí estaba ese algo que les faltaba para que fuera una noche normal para las familias. 

-Yo abro -Babú dijo, parándose de la mesa lentamente-. Capaz y sean nuestros amigos que vienen de pasada o el resto de la familia... 

Sin embargo, cuando la bruja de la luz abrió la puerta, solo descubrió a una pequeña hada con la cara más seria y joven que había visto en toda su vida; tenía un largo cabello que asemejaba más a un rayo de luz y un vestido de nube y ramitas, igual a la ropa de su querida Feli. Vainilla se aferró con fuerza al picaporte de la puerta y frunció su ceño unos instantes para intentar calmar su corazón acelerado. Había escuchado la noticia de que un hada había llegado al pueblo sin razón aparente; pero nunca llegó a conocerla. 

-¿Babú? ¿Ocurre algo? -Pervinca se asomó a ver cuando su hermana tardaba en hablar, encontrándose con la misma sorpresa. Por un momento, gracias a un extraño espejismo, creyó ver el rostro de Feli en la desconocida; pero no fue así. Ella no era Feli. 

-Buenas noches -saludó el hada y dio una pequeña sonrisa. Sentía que su corazón saldría volando de su pecho y que la pequeña luz que emitía terminaría extinguiéndose a causa del miedo y nervios-. Soy Delasonrisahenacido; pero pueden llamarme Dela. Vengo del Reino del Rocío de Plata. 

Las gemelas se echaron unas miradas cargadas de confusión; era de donde provenía Feli. ¿Acaso Pervinca había pedido un hada adelantada para el próximo bebé de Vainilla, a pesar de ya tener un hada? ¿O acaso Vainilla pidió un hada, pensando que su hermana tendría otro retoño? 

-Mucho gusto, Dela -habló por fin Pervinca, la mayor de las dos-. ¿A qué debemos tu visita? 

-Necesito darles un comunicado que han mandado desde mi pueblo; lamento no haber podido informarles antes. No quería ser yo quien se los dijera -Dela informó y, haciendo un gesto con su pequeña cabeza, indicó a ambas hermanas que salieran junto a ella. Tras informar la situación a los presentes, ambas salieron, dejando a Grisam y a Jim con las palabras en la boca. 

-¿Ha sucedido algo? -Vainilla preguntó, tomando asiento en la pequeña barda que separaba las residencias Burdock y Burium. 

-Solo he venido a hacer un comunicado, como dije antes -aclaró, tomando aire-. Es acerca de Sifeliztúserásdecírmeloquerrás. 

-Oh, vaya. -Pervinca, nerviosa, lamió sus labios. Hacía mucho que Feli no respondía las cartas de Vainilla. 

-Lamentablemente, es mi deber comunicarles acerca de su fallecimiento. -Dela continuó, tomando asiento en la orilla de la maceta que solía usar para ver a la familia durante las noches- Como ustedes fueron sus primeras niñas, ella decidió que les informáramos sobre esto primero. A Vainilla le dejó el primer diario que llenó en su estadía aquí y a Pervinca le dejó el segundo; actualmente están en un lugar seguro del Roble. Los podrán recoger cuando quieran. 

Dela, en silencio, esperó por una respuesta de las brujas; sin embargo, lo único que logró ver fue el llanto desgarrador de Vainilla y el abrazo reconfortante de Pervinca hacia ella. De verdad se sentía como un mal tercio y una mala persona; había dado esa amarga noticia en aquella fecha tan mágica y hermosa. 

"Tenía que hacerlo..." Piensa el hada, haciendo puños sus manos. 

Las hadas más sabias de los reinos han dicho de generación en generación que un hada nunca muere; su corazón pasará a otra hada y la podrán reconocer por su mirada, coraje y sabiduría... Que alimentarán a los que la rodean con esa misma luz que lo hacía la anterior. 

Días atrás, cuando Feli emitió su última chispa de luz, un hada nueva había recibido todo aquello. Esa hada fue la pequeña y joven Dela quien, desde su llegada, había forjado un cariño interminable hacia las gemelas y sus particulares familias; como si tiempo atrás ya se hubieran conocido. 

Dela sabía bien que ese cariño no le pertenecía a ella y que tampoco le pertenecería alguna vez; todo aquello era gracias a Sifeliztúserásdecírmeloquerrás, su pequeña donante. Su vida apenas acababa de comenzar, al igual que la nueva etapa de las gemelas con su familia; pero sabía que las tres debían de cerrar ese círculo ya. Era hora de madurar y de despedirse de todo aquello que fue de su niñez; ahora formarían la niñez de los nuevos integrantes de la familia. 

La luna Sifeliztúserásdecírmeloquerrás nunca dejará a sus estrellas Vainilla y Pervinca. 

 

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Fairy Oak: Operación Pervinca Where stories live. Discover now