Capítulo 14. Creer.

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—¡Les, espera!

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—¡Les, espera!

Gabrielle y Amelie corren detrás de mí, tratando de alcanzarme. No las culpo por estar extrañadas por mi comportamiento. Llevo acelerada desde ayer por la noche, cuando Lucy me dijo que Cassie padecía leucemia. ¡Leucemia! Ahora estoy caminando a toda prisa entre los estudiantes, buscando desesperadamente a Shawn Coleman, el único que puede explicarme por qué no me contó lo de la enfermedad de su hermana. No me lo explico. Si me lo hubiera dicho desde el principio, lo habría entendido todo. Jamás nos habríamos enfadado porque sabría para qué necesitan el dinero de verdad: para la factura del hospital.

—Lo siento, chicas —me disculpo, descendiendo la velocidad de mis pasos.

—Dios mío, Leslie. ¿Qué has desayunado hoy para tener tanta energía? Son las ocho de la mañana de un jueves. —Gabrielle y Amelie se posicionan a mi lado. Mientras que la primera rodea mis hombros con su brazo amigablemente, la segunda repasa los apuntes de biología mientras camina a mi derecha. Hoy tienen el primer examen del trimestre, mientras que en mi clase lo tenemos el lunes que viene—. ¿Por qué tienes tanta prisa?

—Tengo que hablar con Shawn —contesto agitadamente, colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Con las prisas, ni siquiera me ha dado tiempo a recogérmelo y las hebras de mi cabello rubio vuelan por culpa de la fuerte brisa de septiembre. Odio llevar el pelo suelto.

—Shawn, ¿eh? ¿Cómo van las cosas entre vosotros?

Frunzo el ceño y miro a Gabrielle de soslayo mientras sigo avanzando por el largo y ancho pasillo del instituto.

—¿Qué cosas?

Gab se encoge de hombros con una sonrisa pícara.

—Cosas. Ya sabes a lo que me refiero. —Ella golpea mi brazo con su codo amigablemente, como si estuviera hablando de un secreto que nosotras dos sabemos. Excepto porque no tenemos ningún secreto. Ella aún no sabe que me acosté con Shawn, y no pienso decírselo por un tiempo. Por mucho que las ganas me tienten.

—No. No tengo ni idea de a lo que te refieres, Gab.

Ella eleva sus cejas sugestivamente.

—¿Seguro?

—Sí. Seguro —contesto, cruzándome de brazos—. No hay nada entre Shawn y yo. Ni siquiera somos amigos. De hecho, está enfadado conmigo. Estoy bastante segura de que me odia.

Amelie levanta la vista de sus apuntes subrayados a conciencia con rotulador amarillo fosforito y clava su mirada en mí.

—¿Cómo te va a odiar? Eres Leslie Sparks. Nadie te odia.

Suelto un suspiro.

—Por eso exactamente me odia.

—No lo entiendo, ¿por tu apellido?

El cliché perfecto © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora