Capítulo 29. Princesa guerrera.

88.7K 5.2K 1.9K
                                    


Shawn aprieta sus brazos alrededor de mi cuerpo, atrayéndome hacia él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Shawn aprieta sus brazos alrededor de mi cuerpo, atrayéndome hacia él. Siento su calor rodeándome, haciéndome sentir querida, protegida, respetada. Aspiro su aroma masculino, sumergiendo la nariz en su cuello. Las lágrimas inundan su camiseta cuando hundo el rostro en su pecho, buscando refugio. Refugio en él.

Siempre él.

—Está bien, princesa —susurra en mi oído, mientras acaricia mi espalda suavemente—. Todo va a estar bien...

HACE TREINTA MINUTOS...

—Nos gustaría anunciar algo —dice de pronto mi madre, golpeando su vaso con una cucharilla para llamar la atención de todos. Desvío la mirada del movimiento de la garganta de Shawn al tragar para prestarle atención a mi madre, de mala gana.

Hemos estado la última hora sumidos en un incómodo mar de preguntas. Después de que Zoe soltara la bomba y de que mis padres se escandalizaran, les tranquilicé diciéndole que se había equivocado, y que Zoe estaba hablando de Key Coleman, el cantante, y no de Shawn Coleman. Es toda una suerte que sean primos y compartan apellido, a decir verdad.

La cena continuó con mi madre enfurruñada y mi padre haciéndole preguntas sin parar a Shawn. La familia, los estudios, sus aficiones... Podía sentir la incomodidad de Shawn a través de sus ojos, que se movían nerviosamente a través de la mesa, recorriendo los rostros de todos mis familiares. Apuesto a que ahora no está tan feliz de haber dicho que tenía hambre, ¿eh?

Por suerte, cuando mi madre llama la atención de todos los presentes, mi padre deja de hablar con Shawn y el rostro del castaño se relaja, soltando un suspiro por lo bajo sin que nadie lo vea. Nadie excepto yo. Alza la mirada con la cabeza baja y clava sus oscuros ojos en mí mientras mi madre se levanta. Esboza una pequeña sonrisa. Y mi estómago da un vuelco.

Odio estar enamorada.

Sobre todo, cuando el chico por el que suspiras no corresponde tus sentimientos.

—Hace un tiempo que Tobías y yo hemos estado hablando de un asunto. Como todos sabéis, llevamos casados veinte años, y nuestro matrimonio jamás ha pasado por ningún bache fuera de lo normal —dice mi madre. Frunzo el ceño al escucharla. Jamás había oído a mi madre hablar así de su matrimonio con papá—. Ambos hemos llegado a un acuerdo, y creemos que es lo mejor para nosotros. No es fácil decir esto, pero Tobías y yo hemos estado discutiendo más de lo normal últimamente. —Trago saliva. Creo que sé por dónde van los tiros—. Y hemos llegado a la conclusión de que lo mejor es divorciarnos.

Las palabras entran por mis oídos, pero mi cerebro no las procesa hasta que todo el mundo se queda completamente callado, observando a mis padres sin saber qué decir.

Es entonces cuando me doy cuenta de lo que ha dicho.

Y todo se me viene encima.

Mis padres. Divorciados.

El cliché perfecto © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora