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Sabía que Adela seguía viviendo en su antigua casa con su madre. Se daban apoyo moral una a la otra. Luis, mi compañero de celda me había comentado a quién acudir si quería enviar algo afuera. No era una sorpresa saber que habían algunos guardias corruptos que hacían todo a cambio de dinero.

Envolví la pequeña libreta en papel periódico y luego la metí en una caja algo mediada donde venían unas rosquillas, y la sellé.

Le di a aquel guardia de seguridad lo que pidió, aunque fue difícil lograr que mamá me trajera lo poco que tenía en mi cuenta, pero al fin lo hizo en una de las últimas visitas. Al parecer se sentía menos culpable de haber criado a un hijo como yo si venía a visitarme. Era algo como cargo de consciencia.

Entonces esperé, aunque no supe qué era lo que esperaba. Adela no iba a responder, de seguro debe de estar olvidándose de mí, borrando cada momento que vivimos juntos.

Así que, continué sintiéndome como una mierda, mientras seguía pensando en ella. De todos modos, ya había hecho lo que quería, darle una breve explicación de todo, pedirle perdón.

Eso era todo.

blame | lrhWhere stories live. Discover now