Capitulo 13

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Xilonem

¿debo recordarte que Rafaello es mi nieto? — Don Raúl me miraba con molestia —  tengo que venir yo, un hombre enfermo para poder verlo, por que tú no te molestas en llevarlo a mi casa.

— Raúl no le hables así a Lana — doña Mercedes negaba — ella...

— ¿ella qué? Bien puede usar tu coche y llegar a casa y si no te gusta el de Mercedes puedo darte uno de los que hay en mi garage pero no hay ninguna excusa para que me niegues ver a Rafaello.

— don Raúl, aprecio su amabilidad en prestarme un auto, pero desconozco si puedo conducir y no cuento con una licencia.

— ¿desconoces? ¿a qué te refieres? — suspiré y los ojos de doña Mercedes están sobre mi, había olvidado que don Raúl no sabia lo del accidente y que yo no recordaba nada.

— quise decir que de tanto tiempo sin conducir ya he perdido práctica y tengo un poco de temor para conducir —  levanté mi barbilla y en ningún momento aparte mi mirada de la de don Raúl.

Ambos nos miramos por un momento que pareció una eternidad pero por algo extraño de repente él elevó la comisura de su labio.

— ¿no me temes?— negué.

— ¿debería temerle don Raúl? — hubo un silencio incómodo en la sala, la madre de César me miraba horrorizada, doña Mercedes tenía las manos en su rostro.

De repente el silencio fue roto por una sonora carcajada emitida por don Raúl.

— vaya, pensé que mi hijo te había advertido tanto de mi que temblarias como un corderito al estar junto a mi —  había algo en la mirada de don Raúl, ya no era apatía.

Sonreí ante sus palabras.

— no le temo así que no tiemblo como un corderito al estar junto a usted.

Él bajo la mirada hacia Rafaello y depósito un beso en su cabecita.

— tú madre es una fiera, me gusta eso, significa que no serás un debilucho detrás de las faldas de tu madre —  levantó el rostro y entrecerro los ojos —  una mujer debe ser un apoyo para su marido, no una carga, llorando por todo. Tenia la impresión de que eras una chica delicada, que llorabas por todo.

— no lo soy —  desde mi sitio le sostuve la mirada a don Raúl, él me parecía alguien malcriado acostumbrado a que todo mundo hacia lo que él decía al tronar los dedos.

Él sonrió.

— creo que deberías mudarte a mi casa Lana —  enarque una ceja.

— no estoy de acuerdo, usted está acostumbrado a que se haga lo que usted dice y lamentablemente yo no soy así.

La madre de César me miraba aterrada, yo ya tenia miedo de que le diera algo.

Don Raúl le entregó a Rafaello y lentamente se puso de pie, caminó hacia mi y extendió su mano.

— ¿me concedes el honor de pasear conmigo por el jardín? — sonreí y tomé su mano, me levanté de mi sitio y nos dirijimos al jardín.

Caminamos lentamente, yo llevaba unas sandalias de tacón, un vestido rojo de verano. Mi cabello suelto, mi brazo iba entrelazado en el de don Raúl.

Él me miraba de reojo hasta que llegamos cerca de la fuente que había en el centro del jardín, se detuvo, su mirada se posó en el agua donde pecesitos de colores nadaban tranquilamente.

— cuando supe de ti, te odie no tienes idea de cuánto. Llegaste a romper años de enseñanza en mi hijo, nuestra familia ha sido de un buen linaje, ser un Amoretti es un orgullo y cualquier mujer daría su vida por convertirse en una Amoretti. Eras alguien sin familia, sin un apellido de renombre, una modelo de vestidos de una simple costurera —  abró la boca para protestar pero don Raúl levantó la mano para que lo dejará hablar — pensé que tu interés era la fortuna de César... por eso lo desherede —  lo miré sorprendida por que no sabia nada de esa parte o más bien no recordaba —  así que pensé que tomarías tus maletas y lo abandonarías. No lo hiciste, te quedaste a su lado, luego él decidió invertir en un hotel distinto a los nuestros... y ha sido todo un éxito, César hizo una fortuna con el Eleganza pero no fue tan rápido... mientras eso pasaba tú estabas ahí, junto a él animandolo... ahora le has dado un hijo y me has demostrado que no te dejas amedrentar por nadie... me es difícil borrar años de enseñanza en mi vida pero déjame decirte que me estás empezando a agradar. Eres fuerte como una Amoretti —  se giró levemente y me dio un beso en la mejilla.

— ¿qué pasa? — me giré al escuchar la voz de César, su cabello estaba desordenado como si hubiera pasado muchas veces sus dedos.

Don Raúl miró a César.

— pasa que estaba teniendo una conversación con Lana, me preguntó cuando mi nieto será un Amoretti legítimo.

— ¿legítimo? Rafaello es mi hijo padre, no sé de qué hablas —  César se apresuró para acercarse a mí.

—  eres tan idiota César —  don Raúl me miró y luego sonrió —  aunque supongo al ver a Lana tan radiante debe entorpecer tu cerebro.

— ¿radiante? ¿papá te han puesto alguna droga?

— no seas tonto, me refiero a que mi nieto es ilegítimo, necesita estar amparado bajo el sagrado matrimonio.

César se quedó en silencio.

— ¿qué te detiene? Lana lleva su sortija de compromiso —  don Raúl había sujetado mi mano y sus ojos observaban el diamante en forma de lágrima que portaba desde que salí del coma.

Miré a César y sus ojos observaban el anillo, su mirada había cambiado... era atormentada.

Frunci el ceño ante su mirada y bajé la mano.

— don Raúl, creo que el matrimonio es un paso muy serio, cómo usted mencionó es por el bien de Rafaello. Así que debe ser una decisión bien pensada.

Don Raúl nos miró con molestia.

— llevenme a la sala —  César se acercó a su padre y lo ayudó a caminar.

Me quedé ahí frente a la fuente, mis dedos jugueteaba con el anillo, por un momento me lo quité y lo pusé en la palma de mi mano, vi dentro del anillo un grabado, las letras C y L entrelazadas.

— Lana — me giré y César me miraba de la cabeza a los pies —  te ves preciosa con ese vestido rojo —  avanzó hacia mi y su cuerpo estaba cerca del mio pero sin rozarlo.

— gracias — desvié la mirada y tomé el anillo para ponerlo en mi dedo y fue en ese instante donde un leve recuerdo me visitó, sólo que era una voz lejana " este anillo es tuyo... hazlo feliz, ambos se necesitarán"

Cerré los ojos por que mi cabeza dolió.

— ¿estás bien? — negué y sentí el escozor en mis ojos.

— un recuerdo pero es todo negro, sólo las palabras vienen a mi.

— ¿qué palabras Lana?

— "este anillo es tuyo, hazlo feliz, ambos se necesitarán"— César palideció ante las palabras y sin decir nada más se fue del jardín.

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Kgerals 💙

El Engaño© [Saga Italianos #1] [Completa en Litnet]Where stories live. Discover now