Capítulo 4: Cadenas Rotas (Parte 1)

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Jueves 17 de Septiembre 3:34 am.

Querido diario.

Después de nuestro entrenamiento matutino toca la hora del desayuno. Casi ni extrañaba la mala comida del cocinero, creo que no era la misma que la que me daban en la cuarentena. Estos dos días he tenido una felicidad que creo ya nadie me soporta; todos menos Dante que está igualmente feliz.

Por eso mismo solo él me acompaña en el desayuno, eso me pone aún más feliz.

—¿Esta rico, preciosa? —dijo Dante mientras comía y no dejaba de sonreír.

—Tu sabes que no, amor —respondí.

—Sabes, no quiero arruinar la felicidad, pero no sé si te has dado cuenta que...

—Lo sé –interrumpí—. Los pacientes están aumentando, no solo eso, ya no hay provisiones para todos.

—Bueno, se ve que no me pierdes el paso. AA dice que podría no ser una coincidencia lo del sistema de enfriamiento. Dice que ha trabajado aquí la mayor parte de su vida y que jamás había fallado.

—¿Entonces? —la inquietud crecía en mi interior.

—No lo sé, pero se me hace sospechoso que muy poco personal militar haya interrumpido el ataque de los... Infectados —dijo mientras jugaba con su comida—. También, los científicos no parecían tan alarmados cuando los cuerpos se reanimaron. Incluso creo que esas pruebas que le hacían eran más de comprobación que pruebas. Logré descifrar un poco de la información que me dio AA, mientras estabas encerrada me puse a investigar. Esto es lo que se, AA tiene un conocido en la imprenta, cuando les dijo sobre la noticia del virus entonces todos los noticiarios y periódicos empezaron a lanzar el descubrimiento de este virus, fue una reacción en cadena ¿sabes? Ahora ya es pública la información del nuevo virus, pero no se da mucho detalle de esto ni lo que ocasiona realmente.

—Ósea que la población ya ha sido alertada —interrumpí.

—Ellos ya lo sabían —usó el mismo tono que tiene cuando no logramos comprender lo que quiere decir—. Lo que se logró es que pudo subirse la información a internet, pero es sumamente vigilada. Ya dejan subir fotos, pero de pacientes apenas infectados. Aún no saben nada sobre la reanimación. Alexander y yo sospechamos de algo más afondo, algo que AA no puede decirnos. Tuve que insistir mucho para que me lograra dar el nombre de su contacto, su nombre es Isabela Becker. Muchos del personal están intentando abandonar la investigación, pero Drein los obliga a quedarse, incluso los está amenazando. No me está gustando para nada como se están poniendo las cosas.

—No sé qué decir —tragué algo que parece ser albondigón—. Digo ¿qué piensas hacer? ¿Escapar? No creo que sea lo más conveniente. Después de estar encerrada entendí que no hay lugar más seguro que este, solo observa, estamos bajo la tierra.

—Elizabeth —suspiró como cuando ha colmado su paciencia—. Aquí está surgiendo todo, estamos justo donde nació el virus, están experimentando con él. No sé qué intentan hacerle, pero las cosas que vi ahí dentro, la mayor parte de la población está infectada. Nuestros tratamientos solo calman la posible epidemia, esta gripe se esparce; no solo eso, tifoidea, cólera; es un panal de enfermedades en la superficie —se da cuenta de que está hablando demasiado fuerte, suspira y prosigue—. ¿Cuánto tiempo falta para que todo esto explote? No es un virus cualquiera, es una guerra... una bacteriológica —concluyó mientras volteaba disimuladamente—. Voy a escapar y quiero que me sigas.

—¿Estás seguro de esto? —susurré mientras observaba como unos soldados nos miraban—. Sería imposible, hay muchos ojos y muchos oídos. ¿Qué hay de Alexander y de Merlina? —le pregunté ansiosa.

Diarios de Guerra I :  Sobrevivir © [Completa]Where stories live. Discover now