XII. Primer Vals

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Las chicas respiraron, se miraron. Siguieron respirando, trataron de asimilar la situación porque no podía, ¿o sí? No deberían, ¿o sí?

Su mente era todo un lío entre lo sano y sus creencias.

En el parque, el casco de Bakugou cubría la hombría de Deku quien caminaba detrás del rubio siendo guiado hasta el sanitario más cercano. Katsuki no estaba ahí porque quisiera. No, él estaba ahí porque dudaba que el inútil y erecto de Deku supiese cómo tratar con su "peepee".

Si ni pene podría decir, ¿qué le esperaba? Sin mencionar, que él mismo había nombrado a su Bakugou Jr., pene por primera vez hasta no hace mucho.

Llegaron al dichoso baño, que estaba ocupado por un hombre de edad avanzaba que orinaba con esfuerzo y tranquilidad, dejando que todo saliese siguiendo su curso.

Bakugou quiso vomitar.

Deku tenía mayores preocupaciones que el señor lavándose las manos, justo frente a él. Pues al observar por demasiado tiempo aquella espalda descubrió que tenía un fetiche con ella. Se declaró el líder de la religión que adoraría esa tan bien formada musculatura sin un rastro de grasa corporal.

Profesaría al mundo entero lo mucho que la amaba en los siguientes libros y poemas que le dedicaría, aunque otro nuevo problema se acrecentaba; ese, ese era el dueño de dicha recién creada "deidad".

—Ya se fue el anciano, ahora ocúpate de tu "cosa".

Izuku observó aquel asiento dentro del diminuto cubículo. Era horrendo en todo sentido: estaba sucio, mal cuidado, sin papel, y había rastros de que hubo quienes no habían utilizado el lugar precisamente para lo que se supone se ocupaba. No, esos tres condones en el piso no llegaron ahí por arte de magia.

—Ya entendí, voy por la moto—le estiró de nueva cuenta su chamarra—. Puedes quedártela, tápate con ella.

El apuesto rubio salió del lugar dejando a Izuku con emociones que creía podía controlar, pero lo cierto era que con cada nueva experiencia al lado de Kacchan sus sentimientos volaban, explotaban, caían, se regozaban, se expandían y sólo sabían crecer y crecer sin límite visible.

Y al tener la edad suficiente para explorarse sexualmente, las cosas dejaban de ser color de rosa para obtener tintes un tanto pasionales. Aunque su entrepierna no estuviese contento con sólo "un tanto"; al parecer deseaba muchos "muchos".

Un poco más calmado, autoimponiéndose serenidad inducida; se levantó de su lugar para salir. Ciertamente Kacchan ya se había demorado lo suficiente como para que Izuku se sintiese más tranquilo.

Asomó un poco su cabeza y enseguida deseó nunca haberlo hecho, pues dos chicas realmente guapas estaban coqueteando deliberadamente con el rubio quien, para sorpresa del peliverde, había accedido a una plática con ellas luciendo agradecido, si, eso mismo, agradecido por la charla tan amena que sostenían.

En ese momento Izuku recordó algo muy importante:

No es que a Kacchan él no le agradara, es que sólo lo veía como un amigo porque a Bakugou le gustaban las mujeres.

Sintió como sus esperanzas fabricadas en su pequeño mundo de felicidad se desplomaban cayendo como plumas en un abismo llamado: "¿por qué no soy mujer?"

Sonrió ante su ingenuidad. Pensó, realmente pensó que sería correspondido, tal vez de ser tan hermoso como esas dos pelirrojas sin duda intentaría conquistarle.

Entonces, la peor idea jamás concebida en la historia se apoderó de su buen juicio y lo llevó a cometer un error del que se arrepentiría para siempre. 

Roommates [KatsuDeku]Where stories live. Discover now