iii.

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    Me desperté e inmediatamente solté un bostezo, talle mis ojos y me levanté, estirando mis brazos y piernas. Saqué con mis manos la manta que me cubría y salí de mi cama, yendo camino al baño, arrastre mis pies hasta el lugar y al llegar abrí la canilla de agua fría; me acerqué al lavamanos y lavé mi cara para despertarme. Agarré una toalla y seque mi cara, luego lavé mis dientes y volví a mi habitación. Agarré unos jeans cómodos, una camiseta y me cambié, seguidamente me puse mis converse negros de siempre y salí de mi habitación, no sin antes agarrar mi gorro favorito.

    Bajé las escaleras, para encontrarme con que mamá ya se había ido, cosa que explicó en una muy breve carta que estaba sobre la mesa.

    "Fui a trabajar, hay jugo y manzanas. Te quiere, mamá."

    Hice un pelota con el papel y lo tiré a la basura tan rápido como terminé de leerlo. Agarré un vaso, abrí el refrigerador y me serví agua, la terminé rápidamente y agarré una manzana verde de encima de la mesada. La empecé a comer mientras caminaba al garaje, y cuando llegué busqué mi patineta, al tenerla volví adentro, tiré las sobras de la fruta y finalmente me fui.

    Los chicos habían hablado sobre ir a la casa abandonada ayer, así que ibamos a ir allí hoy. Me subí a mi patineta y recorrí las calles de Derry hasta llegar a mi destino, donde me encontré con los chicos. Bajé de mi patineta y pise el borde más cercano a mi para levantarla y poder tomarla en mis manos. Caminé hacia mis amigos, quienes estaban en la puerta de la casa, me sorprendió ver que Beverly ahora llevaba el pelo corto, le quedaba realmente precioso. Antes de que siquiera comenzamos a hablar sobre la casa, quise decirle algo, para que sepa que estaba consiente de su cambio y cuán linda se veía con él.

    —Bev, —me volteó a ver y sonrió —me gusta tu pelo.

    Le di una sonrisa y noté que se sonrojó luego.

    Stan habló y todos volteamos para verlo. Bill estaba a punto de entrar a la casa: —¿No creen que alguien tendría que quedarse a vigilar? —su voz se escuchaba temblorosa.

    —Stan tiene razón. —Richie asintió, notablemente nervioso —Me quedo yo, ustedes vayan.

    —Puedo quedarme yo. —titubeó Ben.

    —A ver, levate l-la mano q-q-quien quiere que-quedarse afuera.

    Todos a excepción de Bill, Beverly y yo alzaron la mano, seguidamente, los seis intercambiamos miradas hasta que Bill volvió a hablar. Finalmente, llegamos a la conclusión que Bill, Eddie, Richie y yo entraríamos a la casa, y que Stan, Ben, Beverly y Mike se quedarían afuera cuidando.

    Entramos al lugar y nos dispersamos un poco, pero al poco tiempo escuché la desesperada voz de Richie, por lo que me dirigí hacia él a pasos largos. Cuando estuve cerca vi un papel en sus manos y lo leí rápidamente.

    —Dice que estoy desaparecido. —dijo con nerviosismo, llegando a la desesperación —¡Yo no estoy desaparecido!

    —Richie tranquilo, es...

    Traté de calmarlo, pero él seguía hablando y su alteración se aumentaba con cada segundo que pasaba, sus manos habían comenzado a temblar cuando los demás llegaron, y una capa de sudor cubría su frente.

    —¡Esa es mi cara, esos son mis lentes! ¡Ese es mi nombre, mi camiseta! ¡Soy yo!

    Puse ambas de mis manos sobre sus hombros, provocando que me mirara y dejara de hablar por un momento.

    —Richie, ¡Richie! Calmate, mirame. Es falso. Eso solo quiere asustarte.

    Calmó su respiración de a poco y asintió, bajando el papel, yo pasé mi brazo por su cuello y acaricie su hombro. Él rápidamente pasó sus brazos por mi cintura y me abrazó. Sabía cómo se sentía y sólo quería lograr que se pudiera tranquilizar.

𝖋𝖗𝖎𝖊𝖓𝖉𝖘, beverly marsh Where stories live. Discover now