9M A R C

3.7K 221 17
                                    



Marc Goldman

Di una ojeada la hora ya me encontraba entrando a mi hogar, no tardamos mucho en llegar, deje mi auto en el aparcamiento de la empresa donde me esperaba mi chofer para llevarme a casa, no podía negar que me sentía nervioso, ya tenía mi cuartada perfectamente arreglada, pero igual es impredecible decir lo resultados.

Respire hondamente, lo necesitaba, alise mi camisa negra y acomode mi chaqueta gruesa de cuero del mismo color, observe mi pantalón oscuro, sin quitar ojo para ver si había algo que me delatara porque me sentía paranoico, sabía que era estúpido ya que esa ropa la había traído mi chofer.

Los grandes portones se abrieron, el auto aguardó unos minutos y prendió la marcha, visualicé la fuente en forma de dos cines que hacia un corazón en conjunto, mire hacia adelante y allí esta mi hogar, con mi hijo y mi esposa, pase mi mano por la cien cerrando mis ojos, me sentía muy extraño. Vislumbre mi casa con una forma geométrica de castillo, de color marfil y su techo punteado rugoso de color azul.

Profesé cuando el auto se detuvo con otras pilas de vehículos, me baje apretando mi chaqueta, el frío se coló por mis huesos, suspiré y en grandes zancadas atravesé la puerta que se encontraba entre abierta, me recibió una joven del servicio, la salude con la mano y me encontré con el amplio pasillo reluciente, me quede allí parado, observando las dobles escaleras, me dirigí hacia la izquierda, de dos en dos subí y me postre en la puerta de mi hijo, toque varias veces, separé y no vi a nadie, camine un poco más para ir hacia el cuarto de juegos, seguro allí si lo encontraba.

— Papá — escuche el emocionante saludo de mi hijo.

— Hijo, ¿Cómo amaneciste hoy? — Exprese llenándome de la emoción que me embarga al verlo.

— Te espere anoche pero mamá dijo que estabas en un importante evento — Sentí nuevamente ese puyazo en mi cien.

— Si hijo, tuve que quedarme, ya sabes — Me sentí ridículo, no sabía como explicarle eso a mi hijo.

— Claro, hoy tenemos juego papá y quiero que vengas — Sonreí ante eso, no me había olvidado, jamás lo haría, no las cosas de mi hijo.

— Por supuesto que iremos, ¿Y tu madre? — Pregunte extrañando su ausencia.

— Está en el despacho, desde esta mañana no ha salido — Lo repare fruncir su ceño y le dije algunas cosas para suavizar ese gesto, su risa me llenó los sentidos.

— Ya vuelvo para ganarte un partido — mire hacia la gran pantalla, el volvió a reír.

— Sabes que jamás — le estruje su cabello y me fui en busca del despacho, camine por el amplio pasillo, baje las escaleras y observe las puertas de cristales de la oficina cerrada con las persianas, toque varias veces pero no recibí respuestas. Decidí abrir y entre.

— Buen día esposa — Dije en voz alta, la observe y se hallaba de espalda a mi apoyando su cabeza en la silla acolchonada.

— Que tiene de bueno — Dijo fríamente, me sorprendí por esa repuesta, respire hondo, me tenía que preparar para la conversación

— ¿Estas molesta porque no llegue anoche? — giró su silla y me quedó observando.

La vislumbre, poseía unas oscuras ojeras, sus ojos están un poco rojizos haciendo que su iris verde perdiera su luz, Estela es muy blanca, tan pálida que su cabello color naranja llamativo la hacia lucir aún más. Ella no es una mujer de curvas, incluso su cuerpo es bastante recto, pero sin embargo es muy hermosa, muy delicado y fino.

Una Amante Para Marc © (Bílogia Infiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora