22E S T E L A

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Estela Koch

— No piensas reaccionar — la fuerte voz de mi padre me sacó de mis profundos pensamientos, y pude divisar de nuevo a Marc en esa habitación blanca, lleno de golpes, poseía un ojo morado y en su ceja un pequeño corte, hay magulladuras, demasiado escandalosas. El doctor explicó que no había fracturas, que solo tendría que esperar a que se aclaren esos golpes.

— ¿Dónde está mi hijo? — Exprese mirando hacia todos.

— Se quedó en casa, no sabe nada de esto — Mi padre, poseía un bastón que hacia un ruido que me incomodaba, su pelo canoso se hallaba brillante, con un traje elegante marrón.

— No estoy al tanto— Dije rascando cuidadosamente mi frente.

— Estas extraña, es tu esposo quien está allí tirado— mi padre me tomó fuertemente por el brazo haciendo que lo mirara.

— Se perfectamente quien está allí — me zafe y me dirigí hacia el pasillo, allí pude ver a su madre Renata abrazada a su esposo.

— Esto no se va a quedar así — Dijo esa mujer tan rubia que a veces me escandalizaba su color, su piel, y su elegante traje, falda tubo, camisa con bordados, eso también me hastiaba.

— Tenemos que conocer la versión de Marc— Exprese dirigiendo hacia ellos.

— Ver a tu esposo así requiere de versión— Me miró duramente esa mujer, quise decirle que no me hablara así que se dejara de su altanería.

— Rich es su mejor amigo— el señor Goldman estaba en un segundo plano, como siempre, su mujer lo manejaba como un títere, son de esas mujeres que la decisión la toma ella, la última palabra es dicha por Renata Goldman.

— ¿Qué te sucede? ¿acaso no te importa ver que tu marido este en esas condiciones? — sonreí pesadamente, observando mis tacones, alce mi mirada y la enfrente.

— Pues si me preocupa, pero déjeme decirle algo resaltante su hijo no es ninguna joya — la sorpresa en sus ojos fue más que evidente, pasé de ellos, y me largue hacia el ascensor, realmente quien me importaba estaba en casa esperándome, ausente de todo esto, y así se mantendría.

— ¿Qué le sucede Flavio? — le gritó a su esposo y fue tan fuerte que escuche dentro del ascensor, eso no me importó.

Me encontraba en mi carro, dando vueltas por la ciudad, encendí la calefacción, no sé qué pensar de todo eso que sucedió, a pesar de que sabía el estado en que estaba "mi marido" me sentía mal, no lo podía negar, no podía girar mi cabeza y hacerme la vista gorda ante todo, me dolía, querían lanzarme a su cuerpo y decirle que todo estaría bien, que solo fueron golpes. Pero opte por mi indiferencia.

Él no se merece mi compasión, tampoco mi preocupación, ni siquiera que este en mi mente, Marc Goldman no se merece nada de mí.

Una semana después, 7 días y Marc Goldman abraza a mi hijo en el umbral mientras yo observo esa situación, no sé qué exactamente hablan pero están muy animados, risueños, contentos, sobre todo Khalil que tenía esos días sin ver a su padre, le tuve que decir que se hallaba en un viaje de negocios, mientras él se recuperaba de las magulladuras.

Vislumbre que en su rostro no se atinaba rastro de golpes, ni siquiera su corte en la ceja, estaba pulcro como siempre, perfectamente arreglado con su traje Armani color gris. Mi hijo me preguntaba todas las noches cuanto tiempo papá pasaría fuera de casa, no sabía que decirle así que alegué que serían 14 días pero para nuestra sorpresa esta antes.

— Hola — no me di cuenta cuando Marc venia hacia a mí con mi hijo a su lado, trate de plantarme una sonrisa forzadamente, entrecerré mis ojos y sentí sus labios húmedos en los míos.

— ¿Cómo te fue? — Pregunte tratando de parecer normal.

— Ha sido bien, rápido — Sabia que se refería a su recuperación.

— Me alegra — Nuestro hijo se interpuso entre los dos.

— Vamos por burritos— Expresó Khalil muy emocionado.

— Hijo podemos pedirlo en domicilio — Deduje para quitarle esa idea.

— Pero si él quiere podemos ir — Volteó los ojos cariñosamente.

— ¡Si mama! Por favor — Gritó mi pequeño hombrecito.

— Está bien, pero será en un restaurante — Deduje, no quería estar varada en la calle comiendo burritos.

— Si, propongo en un lugar que mi amigo Fred me habló — Tomamos nuestras cosas y nos comenzamos a guiar por el GPS del auto de Marc, allí indicaba la dirección de ese nuevo lugar. No tardamos mucho cuando sentí que mi hijo jalaba de mi para adéntranos.

— Con cuidado Khalil — Expresó Marc, le mire de reojo y nos adentramos.

— Bienvenidos — Dijo un muchacho bastante alto. Le saludamos situándonos en la respectiva mesa — Ya los atenderán — Todos asentimos y sonreí como mi hijo actuaba como un hombrecito.

— Me comeré muchos burritos— Enunció lleno de emoción, note como su padre lo miraba con adoración, algo dentro de mí se conmovió pero deshice de esos pensamientos.

— Espero que no tanto, no queremos que te causes una indigestión — Reprimí y su padre sonreía.

— Aquí están los menús— la contracción de la barbilla de Marc me puso en alerta, sus manos apretarse encima de la mesa, me hizo saber que Linda lo sacó de su aparente comodidad. Es de suponerse que Marc está al tanto de su existencia, tanto así que la desesperación la note en sus ojos.

— Pediremos burritos, y una ensalada cesar que tenga salmón — Exprese al distinguir que Marc se encontraba en un mutismo.

— Me parece bien —Linda comenzó hacer anotaciones, aprecie como una sonrisita de suficiencia se asomó por los labios de ella. La observe directamente para atacar.

— ¿Tiene tiempo trabajando aquí? — Dije y Marc comenzó a buscar mi mirada.

— Solo unos meses ¿Por qué la pregunta? — Sonreí. Miré por el rabillo a mi hijo y note que estaba concentrado en su videojuego.

— Curiosidad, porque pareces una chica que no encaja aquí — los ojos parecieron salirse de sus orbitas, mire a mi esposo, pobre de el parecía estar en una lucha interna.

— No se que quiere decir señora — La chica hizo amago de retirarse pero algo la detuvo, giró su rostro y observó a Marc.

— Hola señor Goldman — Expresó y se fue pisando fuerte


Saludar no quita lo cortés Señor Goldman 

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Una Amante Para Marc © (Bílogia Infiel)Where stories live. Discover now