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El undécimo y Clara regresaban a la TARDIS cansados de pasear por el casco antiguo planeta. Lo más extraño que les había sucedido fue que no les pasara nada sorprendente: la máquina expendedora de billetes del metro estaba rota y tras arreglarla con el destornillador sónico tuvieron que correr para poder alcanzarlo porque estaba a punto de salir de la estación. Además tuvieron que rescatar el cachorro de una mujer gato: este se había encaramado a la rama de un árbol para jugar con unas campanillas que lo decoraban y se negaba bajar. 

Clara iba cargada con bolsas de adornos de Navidad; su intención era decorar su habitación de la nave con ellos, y también la de su apartamento en Londres.

La joven le tomó la delantera al Doctor para entrar antes en la TARDIS, sin embargo, esta se negó a abrirle la puerta.

—¿Por qué tiene que hacerme esto siempre?—dijo furiosa.

—¡Oh! Seguro que no es nada, solo tienes que tratarla con cariño—le indicó el Doctor.

Clara resopló.

—Noto algo muy raro…—prosiguió sacudiendo su cuerpo—es como si ya estuviera aquí dentro…

—Eso es imposible ¿verdad?—inquirió la muchacha.

El Doctor ladeó el cuello y después abrió la puerta de la TARDIS con facilidad.

—Tienes que tratarla con cariño—explicó el Doctor.

 ***  

Al entrar, el Doctor descubrió el motivo se sentía de esa forma: su anterior regeneración estaba en frente de él mirándole cara a cara sonriendo, tenía un pelo fantástico visto desde fuera.

—No puede ser, ¡no puedes estar aquí!…—exclamó el undécimo sorprendido.

—Puedo, mi TARDIS está fuera—carraspeó la garganta—quiero decir, cerca de esta.

Los dos Doctores se observaron, no solían perder el tiempo mirando su reflejo en los espejos, y esa era su opción más parecida. Hicieron los mismos gestos: primero de frente y después, de perfil.

—¿De verdad estaba tan flaco?—gruñó el undécimo.

—¿Yo tendré esa barbilla?—se quejó el décimo.

—¡Eh!—dijo el undécimo haciendo una mueca de desagrado—un momento: ¿dónde está Clara?

—Espera ¿Quién es Clara?—quiso saber el décimo.

—Hum…Clara será mi futura compañera…—dijo el otro Doctor sin parar de moverse.

El décimo arqueó una ceja, le gustaba el nombre. Era un buen nombre.

— ¡Oh! sí, y te encantará, aunque a veces es un poco gruñona, y tiene la costumbre de perderse—aseguró—¡Clara!

 ***

 —Ya estoy aquí—anunció la joven llevando el soufflé entre las manos. Luego, lo dejó sobre la consola de la TARDIS. Detrás de ella iban las otras dos mujeres transportando el resto del menú.

— ¿Qué significa esto?—Preguntaron las dos regeneraciones al unísono.

—Es tu cumpleaños, querido ¡Felicidades!—Exclamó la profesora Son.

—Fue idea de River—aseguró Clara, ella nos ha reunido en este planeta. Dijo que acudirías más regeneraciones, pero solo estás tu ¿también eres el Doctor?

Ambos cruzaron las miradas sin comprender nada.

Entonces el undécimo se abalanzó sobre Jenny para abrazarla y besarle.

—¡Oh! ¡Jenny! ¡Jenny! ¡Eres tú! ¡Estás viva!—exclamó—¿la habéis visto? ¡Está viva!

El resto asintió.

—¡Ah! Ya lo sabíais, claro.

Repitieron el gesto, incluido el décimo Doctor.

—Así que este es tu nuevo aspecto…—dijo Jenny al fin.

—Sí, y tú no has cambiado en absoluto, eso es una buena noticia.

Jenny sonrió.

—¿Qué opinas?—preguntó tocando las solapas de su levita.

—Es diferente…—apreció siendo diplomática.

El cumpleaños del DoctorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora