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La noche en Asgard era un espectáculo continuo. Las estrellas, las galaxias; uno podría ver todo un universo con tan sólo alzar la vista y tratar de ver más allá que luces estéticamente acomodadas en el plano marino del cielo.

Era noche de festejo y el único que se abstuvo de embriagarse y coquetear con encantadoras asgardianas fue Fandral. Su júbilo ya no era el mismo con aquel tipo de diversiones, por lo que marchó rumbo al palacio, dejando a Hogun, Volstagg y Sif seguir con la fiesta.

— Mira el lado bueno. No tendrás que cuidar de mi —bromeó el rubio a lady Sif antes de irse.

La noche aún era joven, y Fandral prefirió encaminarse a los campos de entrenamiento. En su tranquilo caminar, pasó al lado de aquel monumento de oro en honor a Loki. Casi estaba terminado, y ahora que Fandral lo miraba con detalle, no pudo evitar pensar que aquella estatua, aunque mayormente la posición, era un tanto ostentosa. Si él hubiera mandado a hacer el monumento para la memoria del príncipe, seguro hubiera hecho una estatua de Loki sentado mientras leía un libro. Para él, esa era la mejor imagen para representarlo, porque eso fue lo que conoció de Loki, y no lo veía como aquel hombre que reclamaba gloria y alabanza, así fuera por las buenas o por las malas.

Estuvo practicando en soledad. Lo llegaba a hacer más veces que de costumbre cuando la noche reinaba en Asgard. Tal vez lo hacía en un intento de distraer su mente o tal vez porque creía que su fuerza no era la suficiente aún.  Asgard volvía a sus días de paz, pero algún día volvería a rendirse ante las inmundicias de la sangre y el sudor. Siempre se debía de estar listo para la guerra.

Dejando la espada a un lado, agotado, se percató de que Odín se encontraba observándolo desde uno de los pequeños balcones. En cuanto su vista se dirigió hacia allá, el hombre mayor retrocedió, empezando a alejarse con calma como si en verdad no importara su presencia. Claro que Fandral no lo dejó pasar, por lo que tomó un paño para limpiar su sudor, encaminándose hacia allá sin ni siquiera cambiar su ropa de entrenamiento. Qué alivio saber que no era el único con noches de insomnio.

Miró a un lado y a otro, viendo la presencia de Odín dar vuelta en uno de los pasillos. Fandral le siguió, no queriendo llamarle, preocupándole interrumpir la tranquilidad dentro del palacio. Siguió a Padre de Todo, viendo que éste se dirigía al gran balcón que tenía la vista a la inmensa Asgard, pero al llegar allí, se percató de que ya no había rastro alguno del rey.

— Fandral.

Fandral sintió desvanecerse incluso antes de atreverse mirar a sus espaldas. La familiaridad de la voz le estremeció todos sus sentidos.

Después de todo, no se estaba volviendo loco.

Volver por ti [FandralxLoki]Where stories live. Discover now