Una oportunidad

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Pasaron 3 días sin que pudiera salir de mi habitación.

¿El motivo? Había corrido desde casa de mi madre para volver a mi nuevo hogar. Pero al intentar doblar la esquina hacia la avenida principal, el agua que caía en picada nubló mi visión en el momento en el que choqué abruptamente con un chico que iba en bicicleta.

Por fortuna, Andrea llegaba en ese momento en su auto. El chico se levantó rápidamente, tomó su bicicleta y pedaleó hasta desaparecer, sin mirar atrás. Agradecí que ella me haya visto, o no habría podido moverme de ahí por un largo rato, pues mi tobillo se había lastimado, impidiéndome caminar. 

Tal vez era la forma en la que la vida me decía que necesitaba tomar una pausa de todo lo que pasaba a mi alrededor, y que necesitaba hacerle frente a todo lo que evitaba desde hacía semanas, después de que tomara el tiempo para hablarme a mí misma.

Gabriela había estado conmigo varias horas de esos días, abandonando sus labores en casa. Pensé en hablar con ella pasados 3 días, pero no estaba segura de lo que quería decirle.

No fue necesario pensarlo tanto, pues una vez más, parecía que ella podía leer mis pensamientos. 

—¿Ocurre algo? —preguntó, una vez que terminé de comer. 

—¿Además del dolor en mi pie? —bromeé.

—Sí —reía conmigo—, además de eso. No hemos hablado en un tiempo.

—No soy buena para hablar de algunas cosas.

—¿Como cuáles? —nuevamente se sentó en la silla que se encontraba a un costado de la cama.

—Bueno.... —comencé—, el día que sucedió el incidente con mi pie, había ido con mi madre a hablar sobre... yo me sentía... fue...

—Vanne —interrumpió gentilmente—, no tienes que decirme nada que no quieras. Yo estaré aquí siempre que quieras hablar.

—Gracias. Es solo que... hay cosas que aun necesito pensar.

—No te preocupes, yo lo entiendo. Te dejaré descansar.

—Espera... —impedí que se pusiera de pie— he querido preguntarte si todo está bien.

—Lo está, Vanne. ¿Por qué lo preguntas?

—Tú... sueles hablar por teléfono con... ¿tu familia? ¿Se encuentran bien?

—Qué gentil eres al preguntar —parecía haber recibido un mensaje de texto en ese momento, pero después de leerlo rápidamente continuó—. He hablado últimamente con mi hermana, al parecer ha tenido problemas con... mi padre, aunque no entiendo la razón totalmente; me ha hecho saber que tan pronto como termine sus estudios va a dejar el país. Pero no hay problema con algo más. Te agradezco el interés.

—Me alegra saberlo.

No tuve la oportunidad de preguntar más, pues dijo que necesitaba bajar para hacer otra llamada, pero iría más tarde a verme.

Inhalé tranquilamente al momento que empecé a hablar conmigo, a escucharme, pero esta vez sin intentar esconder lo que había permanecido en las sombras, probablemente toda mi vida...

*Me sentía atraída por las chicas. 

Sabía con seguridad que así había sido desde que era pequeña.
Recordaba la facilidad con la que solía acercarme a los niños para jugar con ellos o hablar de cualquier cosa, pero estar cerca de alguna niña provocaba nerviosismo en mis manos, así que me alejaba de ellas. 

Años más tarde, fue incluso más difícil hablar con ellas. Intentaba no hacerlo si no era necesario, sobre todo en clases. Con mi amiga Allison había sido diferente, y, sin saber por qué era tan incómodo acercarme a ellas, comencé a bloquear las ideas sobre mi sexualidad, que llegaron un par de veces en sueños, o en destellos, cuando alguna chica captaba mi atención. Ignoré por completo esa parte de mí, sin haberla entendido totalmente. 

No puedes elegir de quién te enamorasWhere stories live. Discover now